Reconocidos infectólogos argentinos consideraron remota o lejana la posibilidad de que el virus Nipah, que castiga con un nuevo brote al sur de la India, pueda expandirse o, incluso, llegar a la Argentina.
Reconocidos infectólogos argentinos consideraron remota o lejana la posibilidad de que el virus Nipah, que castiga con un nuevo brote al sur de la India, pueda expandirse o, incluso, llegar a la Argentina.
El Nipah se trata de un virus zoonótico, es decir, que se transmite principalmente de animales a personas y, en ocasiones, también de persona a persona y mediante comida contaminada.
El temor es que, luego de la explosiva expansión del Covid-19 hace 4 años, otro patógeno se extienda por el planeta con consecuencias catastróficas.
“Si uno calcula que los primeros casos son de 1999 en lugares muy limitados y que luego esto no se desparramó, poco hace pensar que esto podría ocurrir, si bien es cierto que en un mundo globalizado si una persona viaja y está infectada o un viajero fuera a donde hay circulación de este virus, podría traerlo a la Argentina”, dijo al diario La Nación Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI). Agregó que, por el momento, conviene conocer que existe y transmitir a los viajeros el riesgo.
En ese mismo sentido opinó el infectólogo y asesor presidencial durante la pandemia de Covid-19 Eduardo López: “Es un virus que no está diseminado por el mundo, si bien tiene capacidad de hacerlo”.
“A la luz de los datos que hay hasta hoy, no parece ser un virus que tenga capacidad de convertirse en pandemia. Hoy por hoy, es relativamente bajo el riesgo y no es un virus que tiene la potencialidad que tiene el coronavirus. Hay que ir mirando cómo va evolucionando, porque con los virus siempre uno sabe cómo empieza y no cómo termina”, consideró.
Se asume que los principales portadores del virus de Nipah son murciélagos que pueden infectar alimentos a través de la orina o la saliva. Durante los brotes iniciales, la mayoría de las infecciones humanas se debieron al contacto directo con cerdos enfermos o sus secreciones contaminadas. También se reportó una transmisión limitada de persona a persona entre familiares de pacientes contagiados. Luego, en los brotes en 2001 se propagó de persona a persona a través del contacto con secreciones humanas.
“Una vez que el virus entró al humano, el contagio interhumano se da por vía respiratoria y también a través de secreciones”, señaló Obieta, que calificó a la enfermedad como “relativamente endémica”, ya que en determinadas regiones de India y Pakistán se reportan casos anualmente. “Donde hay murciélagos infectados, hay que hacer una vigilancia estricta de esos animales”, añadió.
La infección humana puede ser asintomática o causar enfermedad respiratoria aguda (leve o grave). Los síntomas que se presentan son los gripales: fiebre, cefaleas, mialgias, vómitos y dolor de garganta.
Pero lo característico de este virus es que produce encefalitis, una inflamación del sistema nervioso central que puede llegar a tener una alta mortalidad y se manifiesta con mareos, somnolencia, alteración de la consciencia y signos neurológicos.
Los casos graves progresan al coma en 24 a 48 horas. La tasa de letalidad es del 40% al 75%. La mayoría de las personas que sobreviven a la encefalitis se recuperan por completo, pero aproximadamente el 20% de los pacientes quedan con secuelas neurológicas residuales, como convulsiones y cambios de personalidad.