La historia del emblema sin igual de Los Ángeles, la imagen más buscada por los turistas, es la historia de un ícono por accidente. Porque a diferencia de la Estatua de la Libertad u otros monumentos en el mundo, el letrero de Hollywood nació sin la intención de convertirse en símbolo de nada.
Es más, cuando el 8 de diciembre de 1923 las 40 mil bombillas que lo adornaban empezaron a iluminarlo, lo que en realidad los habitantes leyeron en la ladera del monte Lee fue: Hollywoodland.
Tampoco la inscripción tenía que ver con la industria con la que hoy comparte nombre. Era un simple cartel, aunque enorme, con una vocación más terrenal: la de vender casas. La idea era que fuera tan grande que cualquiera que se aproximara por el bulevar Wilshire, que lleva al mar, aún estando a kilómetros de distancia lo pudiera leer con claridad.
hollywoodland_cca503bd_XRD1708679_230713165713_800x532.jpg
Eso fue lo que los promotores inmobiliarios Tracy Shoults y Sydney Woodruff le encargaron al dueño de la empresa de letreros Crescent, Thomas Fisk Goff.
Y es que tenían un nuevo desarrollo inmobiliario que promocionar: una ecléctica urbanización de semilujo en las colinas del distrito conocido como Hollywood, financiada por algunos de los empresarios más poderosos de la época; léase, los magnates del ferrocarril Eli Clark y Moses Sherman y el dueño del poderoso periódico Los Angeles Times, Harry Chandler.
Hollywoodland llamaron a aquel conjunto de viviendas de cuatro estilos específicos: Tudor o medieval inglés, francés-normando, mediterráneo y colonial-español.
Para entonces, Los Ángeles era una metrópolis con más de medio millón de habitantes. La industria del cine, una maquinaria bien engrasada de 40 millones de espectadores semanales, con un sistema de grandes estudios que se extendía por la ciudad y que generaba el 80% de la producción cinematográfica mundial, tenía en Hollywood su epicentro.
El diseño original del cartel fue obra del joven publicista John Roche.
En la década de los 40 el letrero pasó a manos de la ciudad, que se encargó de arreglar la maltrecha H y eliminó las últimas cuatro letras, land.
Pero, cuando la Junta de Patrimonio Cultural de Los Angeles lo declaró el monumento oficial #111 en 1973, una O había rodado ladera abajo, faltaba parte de la D y alguien le había prendido fuego a la base de la segunda L. Y a finales de esa década, la Cámara de Comercio de Hollywood determinó que el letrero requería una total reconstrucción, algo que calculaba podría costar un cuarto de millón de dólares.
Por suerte, algunos de los grandes nombres de la ciudad salieron al rescate. En 1978 Hugh Hefner, fundador de la revista Playboy, organizó una gala en su mansión a beneficio del letrero de Hollywood. Fue un rotundo éxito: él mismo pagó la Y, entre otros costos, y el músico de rock Alice Cooper aportó 27 mil dólares para una nueva O.
cartel-hollywood-centenario.jpg
Todas las letras consiguieron patrocinador y fueron sustituidas por otras hechas de vigas de acero y planchas de hierro corrugado esmaltado en blanco, que se fijaron al suelo con cemento armado. La obra se completó en menos de tres meses y costó unos 250 mil dólares, el equivalente contemporáneo del gasto original.
“Mientras los otros monumentos están anclados a una época concreta y a los eventos nacionales que celebran, este cartel flota por encima de su entorno y sus circunstancias”, apunta el historiador cultural Leo Braudy. “La gente de todas partes lo reconoce como el símbolo de lo que sea que signifique Hollywood”, explica.