La Marina de Brasil hundió el portaaviones Sao Paulo, que desde hace cinco meses navegaba sin rumbo por el Atlántico con desechos tóxicos y se había convertido en una embarcación fantasma. El enorme buque fue hundido con torpedos a 350 km de la costa brasileña en un área con 5000 metros de profundidad. “El procedimiento fue dirigido con la competencia técnica y la seguridad necesaria para evitar perjuicios de orden logístico, operacional, ambiental y económico al Estado brasileño”, aseguró la Marina en un comunicado. Los ecologistas no son de la misma opinión: aseguran que la nave era portadora de gran cantidad de material tóxico, que ahora estaría liberando en el mar.
El hundimiento, autorizado por la Justicia federal, se realizó a pesar de que la Procuraduría brasileña presentó el jueves un nuevo recurso ante la Justicia para impedir la acción por razones ambientales. El Sao Paulo fue vendido como chatarra en 2022, pero ningún puerto extranjero lo aceptó por los materiales tóxicos que habían en su casco.
El portaaviones fue hundido en aguas territoriales brasileñas en el océano Atlántico, a unos 350 kilómetros de la costa, debido a que era “inevitable” que se hundiera de forma espontánea dado que el casco está dañado y presenta problemas de flotabilidad.
El que fuera el mayor navío militar de Brasil transportaba 9,6 toneladas de amianto, una sustancia tóxica y cancerígena, así como 644 toneladas de tintas y “otros materiales peligrosos”, alegó la Procuraduría. Ecologistas afirman que la cantidad de amianto a bordo era mayor, pero que una inspección para verificarlo no pudo tener acceso a muchos compartimentos de la nave.
La Marina aseguraba que la empresa que adquirió el Sao Paulo hace cinco meses para desmontarlo y reciclar sus materiales no adoptó las medidas necesarias para obtener la autorización para remolcarlo a puerto y poder reparar los graves daños que amenazaban su capacidad de mantenerse a flote.
El periplo del antiguo buque de guerra, que sirvió a la Marina francesa con el nombre de ’Foch’ entre 1957 y 2000, comenzó en agosto, cuando fue vendido por 2 millones de dólares a un astillero turco especializado en el desguace de embarcaciones. El navío nunca llegó a su destino debido a que las autoridades de Turquía prohibieron su entrada, por lo que tuvo que dar vuelta poco antes de llegar al estrecho de Gibraltar.
Desde entonces, el portaaviones vagaba por el Atlántico, ante la negativa de los puertos, incluso los brasileños, de recibirlo. A mediados de enero, pericias detectaron el ingreso de 2.787 metros cúbicos de agua. La Marina de Brasil informó que 23 compartimentos se encontraban comprometidos por el ingreso de agua de mar. Esto provocó que se tomara la decisión de alejarlo de las costas brasileñas para su hundimiento.
La Marina de Brasil afirmó en un comunicado que no tenía alternativa a torpedear el portaviones, porque era “inevitable” que se hunda de forma espontánea dado que el casco estaba dañado y presentaba problemas de flotabilidad. Asimismo, la Marina explicó que la empresa responsable del barco no tomó las medidas necesarias para obtener la autorización para remolcarlo a puerto, con el objetivo de reparar los graves daños que amenazaban su capacidad de permanecer a flote.
Un gigante del mar
Construido en Francia, el portaaviones tenía 266 metros de eslora, 33 mil toneladas de desplazamiento y capacidad para albergar 1.300 tripulantes y transportar unos 30 cazabombarderos. Brasil lo compró en 2000 por 12 millones de dólares, pero lo desactivó en 2017 porque estuvo más tiempo en puerto que en alta mar por continuos desperfectos. Incluso sufrió un grave incendio durante tareas de mantenimiento. Su compra se consideró un error de la Marina, impulsada por tener una “nave insignia” que diera prestigio a Brasil en el mundo. El buque sirvió pocas horas en el mar y esto lo hizo un dudoso activo estratégico para Brasil, que finalmente lo dio de baja en 2017 y lo en 2018 sustituyó por el “Ocean” británico, una nave más chica y ágil, que está plenamente operativa. Aunque el Ocean es un portahelicópteros, puede llevar aviones Harrier de despegue vertical, y eventualmente los modernos cazas F-35, que dotan a la marina de EEUU y Reino Unido.