El siglo XXI auspicia el auge de China como gran potencia. El gigante asiático se encuentra a la delantera en múltiples dimensiones, tales como el comercio internacional o la investigación y el desarrollo, a la vez que juega un rol importante a lo largo de todo el globo en la financiación al desarrollo mediante mecanismos tales como la Iniciativa de la Franja y la Ruta o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Ante ello, surgen preguntas como ¿cuál es la postura del gobierno chino en una temática de agenda de suma importancia como es la ambiental? ¿Qué rol adoptan las energías renovables en la estrategia china?
China es uno de los países más contaminados (y contaminantes) del mundo. Su rápida y masiva industrialización conllevó un gran deterioro de las condiciones ambientales. Los suelos chinos, por ejemplo, están altamente contaminados debido a la creciente presencia de metales. Por otro lado, en 2021 las emisiones de gases de efecto invernadero de China representan el 27% del total de las emisiones del mundo, de acuerdo a datos de Rhodium Group. Su contaminación en el aire es similar a la de los países desarrollados en los años 60, lo cual es tomado como argumento por parte del gobierno chino, señalando que China está atravesando tardíamente por la etapa de industrialización y, en consecuencia, generando contaminación del mismo modo que lo hicieron los demás países industrializados en sus respectivos momentos.
Esto no significa, sin embargo, que la temática haya escapado de la agenda de las autoridades en los últimos años. En 2015 se modificó la Ley de Protección al Medio Ambiente, por la que se estableció una penalización más estricta para quienes contaminen; mientras que en el 13° Plan Quinquenal de 2016-2020 se establecieron objetivos para lograr un desarrollo sustentable, vinculados al fomento del uso de energías renovables, a la reducción de emisiones de carbono y al desarrollo de una "infraestructura verde". A partir de 2020 se comenzó a implementar el Fondo Nacional de Desarrollo Verde, con un financiamiento de 10 billones de yuanes por parte del gobierno y en miras de promover una "transformación verde" de la economía e invertir en proyectos de protección ambiental, entre otros.
Para llevar a cabo esta estrategia medioambiental, se destaca la importancia de las energías renovables, rubro en el cual China se ha posicionado también como potencia, representando las inversiones de dicho país en este ámbito un cuarto de las inversiones a nivel global. El desarrollo de las energías renovables en China encontró su impulso en la Ley de Energías Renovables de 2005, y, más recientemente, en el libro blanco -documento gubernamental destinado a la opinión pública que resume la esencia de un tema complejo- titulado “Respuesta al cambio climático: políticas y acciones de China”, publicado en 2021, en el cual se establece como objetivo alcanzar un porcentaje de uso de energías renovables de un 20% para 2025 y de más de 80% para 2060.
Los hechos demuestran ir acordes a las propuestas planteadas. Por un lado, el crecimiento de las energías eólicas a partir de la sanción de la ley de 2005 fue exponencial, hasta llegar en 2010 a la consolidación de China como el país con mayor capacidad de energía eólica en el mundo. De acuerdo a datos de la International Renewable Energy Agency (IRENA), en el año 2019 se demostró un crecimiento de 26 gigavatios (GW), ocupando Estados Unidos el segundo lugar con 9 G2; mientras que en 2020 China rompió el récord alcanzando 52 GW, conforme datos del Global Wind Energy Council (GWEC). Cabe mencionar que el país asiático posee los cinco parques de energía eólica más grandes del mundo.
Por otro lado, a partir de 2015 China es líder también a nivel mundial en el ámbito de la energía solar, siendo la principal productora y exportadora de paneles solares. Con un total de 306 GW, estudios estiman que para 2022 la capacidad de energía solar china crecerá entre 75 y 90 GW, lo cual también significaría un récord.
La hidroelectricidad representa el principal y mayor suministro de energías renovables en China. Según datos publicados por la International Hidropower Association (IHA), China contaba para 2020 con una capacidad hidroeléctrica de 370,160 megavatios (MW). Es allí donde radican cinco de las diez más grandes centrales hidroeléctricas del mundo, ocupando el primer puesto la Central de las Tres Gargantas, con una capacidad de 22.500 MW, y, en segundo lugar, la central de Baihetan, con una capacidad de 16.000 MW. La más nueva es la de Lianghekou, inaugurada en el año 2022.
Si bien China ha realizado una exitosa labor en materia de energías renovables, aún debe hacer frente a otras problemáticas, tales como lograr una mengua de la utilización de combustibles fósiles. Cabe mencionar que el petróleo y el gas tienen un rol relativamente menor en la matriz energética china –ocupando, respectivamente, el segundo y cuarto lugar, ubicándose el gas por detrás de las energías hidroeléctricas- en comparación con el 60% que representa el consumo de carbón. China es una gran importadora de gas y petróleo, habiéndose visto beneficiada por las sanciones económicas impuestas a Rusia en el marco del conflicto con Ucrania, en tanto la disminución de la demanda trajo aparejada una disminución de los precios.
Con respecto al alto consumo de carbón en China, el presidente Xi Jinping se pronunció en el marco de la Cumbre de Líderes sobre el Clima de 2021 sobre el plan de reducción de su uso para 2026-2030. Una energía que puede servir como efectiva reemplazante del carbón es la geotérmica. Según estudios actuales, las reservas chinas de recursos geotérmicos son equivalentes a 853 mil millones de toneladas de carbón. La central geotérmica más importante de China es la de Yangbajain, ubicada en el Tíbet, con una capacidad de 25 MW. Sin embargo, existen problemas tales como el hecho de que muchos de dichos recursos se hallen en áreas montañosas con malas condiciones de tráfico, y que la cantidad extraíble con la tecnología actual es muy pequeña.
En definitiva, el gobierno chino ha demostrado que las energías renovables ocupan un lugar predominante en su agenda ambiental, lo cual se evidencia en el alto grado de desarrollo alcanzado en energías tales como la eólica, la solar o la hidroeléctrica. El desarrollo de la geotermia representa uno de los desafíos pendientes para China, cuya capital, cabe mencionar, será sede del próximo Congreso Mundial de Geotérmica, a realizarse en 2023.
Con todo, esto no significa que China esté exenta de deudas en materia ambiental: aún debe enfrentar cuestiones tales como la deforestación, la creciente desertificación de sus suelos o el alto grado de contaminación de sus aguas, entre muchos otros. Si China verdaderamente está dispuesta a luchar contra el deterioro de las condiciones ambientales, deberá plasmar su disposición en políticas concretas que refieran a las múltiples dimensiones que abarca la problemática ambiental en pro de intentar brindar soluciones, y, al mismo tiempo, dar cumplimiento a los compromisos internacionales contraídos en la materia.