El líder opositor ruso Alexei Navalny, que lleva tres semanas en huelga de hambre en una colonia penitenciaria, fue trasladado a un hospital. Sus amigos y familiares siguen sin poder verlo ni comprobar de manera independiente su estado de salud. Navalny se declaró en huelga de hambre el pasado 31 de marzo en protesta por las extremas condiciones de detención y la falta de tratamiento para una doble hernia de disco. Navalny está preso en cumplimiento de una sentencia a tres años y medio de prisión por presunta corrupción y violar el arresto domiciliario al que estaba sometido. El máximo opositor al presidente de Rusia Vladimir Putin regresó al país el pasado 17 de enero desde Alemania, donde fue tratado y recuperado de un agudo cuadro de envenenamiento. Fue detenido en el aeropuerto. Navalny fue envenenado el pasado 20 de agosto, según denuncia, por los servicios de inteligencia rusos con el tóxico Novichok, químico que solo los espías y el ejército de Moscú poseen. El tratamiento en Alemania y la fiscalía alemana confirmaron que había sido intoxicado con el químico Novichok.
Ahora, con el presunto consentimiento del paciente, se le prescribió a Navalny una terapia vitamínica, según el Servicio Penitenciario Federal. Mientras Navalny se debilita y carece de acceso a los medios, la justicia prepara la ilegalización de su movimiento político y su Fundación Contra la Corrupción.
Lo único que mantiene al líder opositor en la agenda los medios es su estado de salud y las polémicas que rodean a su tratamiento. Navalny había denunciado que las autoridades penitenciarias amenazan con ponerle una camisa de fuerza para alimentarlo a la fuerza. "No sabemos qué tal estuvo durante el fin de semana porque los abogados no pudieron visitarlo. Espero que hoy sepamos algo, pero tengo mucho miedo de recibir malas noticias", dijo su aliada Liubov Sobol a la emisora de radio Eco de Moscú. Desde el entorno de Navalny dijeron el fin de semana que su vida pendía de un hilo y anunciaron para este miércoles las que se espera que sean las protestas más grandes en la historia reciente de Rusia.
Durante los últimos días el servicio penitenciario ruso aseguró que el estado de salud de Navalny "es satisfactorio", algo imposible de comprobar de manera independiente. El preso ha sido examinado por un médico en la prisión, situada al este de Moscú. Las autoridades rusas lo acusan de exagerar su estado de salud para llamar la atención y de negarse a recibir atención médica en la prisión. Pero un sindicato médico vinculado a Navalny dijo el sábado que el opositor se encontraba en estado crítico, esgrimiendo pruebas médicas que mostraban que sus riñones podrían fallar pronto, lo que podría provocar un paro cardíaco. La hija del disidente y opositor reclamó a las autoridades rusas que permitan que un médico trate a su padre.
Mientras, la Fiscalía de Moscú presentó una demanda para que la Fundación Anticorrupción (FBK) de Navalny y sus oficinas de campaña sean reconocidas como organizaciones extremistas ilegales. Las autoridades rusas acusan al llamado 'Equipo Navalny' de "desestabilizar el país" y de intentar derrocar el "orden constitucional" de Rusia mediante una "revolución de colores" como la que tuvo lugar en países como Ucrania. Ser tachados de "extremistas" "despejará el camino para cientos de casos penales" contra estas organizaciones y sus integrantes, señalaron desde la Fundación.
Sin Navalny la oposirión rusa, que más se parece a una disidencia en un régimen autoritario, está falta de empuje, y su máxima apuesta a corto plazo es las manifestaciones del miércoles, que no cuentan con permiso pero sí con cientos de miles de anotados. A medio plazo, las elecciones parlamentarias de septiembre son la prueba final este año. Por esto Navalny fue envenenado y luego encarcelado: para que no hiciera campaña, como estaba haciendo en Siberia al momento de ser envenenado con un té en una terminal aérea. Pero quedan meses de lucha contra un sistema que está desplegando todas sus armas legales contra un movimiento que a la vez cataloga de minoritario.
Si la Fundación es oficialmente etiquetada como una "organización extremista", la participación en cualquiera de sus actividades conllevará la amenaza de cargos penales. Incluso mostrar los símbolos de la organización implicará la amenaza de sanciones administrativas. "Se acerca el momento más oscuro para la gente librepensante y para la sociedad civil en Rusia", alertaron el jefe de gabinete de Navalny, Leonid Volkov, y el director de la Fundación, Iván Zhdanov, en un comunicado conjunto.
La presión se está incrementando de nuevo: durante los últimos días se ha detenido a activistas de Navalny en ciudades como Krasnodar y Voronezh. También en la región de Daguestán, en el Cáucaso. A todos los detenidos se les abren causas penales.
En movilizaciones pasadas la justicia rusa ya ha perseguido a los seguidores de Navalny por promover concentraciones ilegales. El coordinador de la oficina de Navalny en San Petersburgo fue encarcelado durante 10 días acusado de organizar una manifestación de protesta ilegal el 31 de enero, simplemente por publicar un anuncio sobre la manifestación en su muro en la red social VKontakte