La ola de manifestaciones y protestas antigubernamentales iniciadas en Irán en septiembre por la muerte de la joven Masha Amini tuvo un nuevo episodio tras los funerales de niños y jóvenes abatidos por las fuerzas de seguridad, denunciaron sus familiares. Un grupo de manifestantes incendió el jueves la casa natal del ayatola Ruhola Khomeini, fundador de la República Islámica, un hecho que por sí solo indica el alcance de la rebelión popular. Las protestas en Irán no ceden pese a la brutal represión con armas de fuego y los más de 340 civiles asesinados por las fuerzas de seguridad. Esto crea un estado de desorientación en la cúpula del régimen islámico y surgen rumores de división entre el ala clerical y los mandos de seguridad y de las fuerzas armadas.
Decenas de personas se concentraron en la ciudad de Izeh, en la provincia de Juzestán, para enterrar a Kian Pirfalak, de 9 años, según imágenes difundidas por la agencia de prensa iraní Isna. La madre de Kian acusó a las fuerzas de seguridad de haber matado a su hijo el miércoles, en un video difundido por el medio digital 1500tasvir y el IHR. “Miembros de las fuerzas del orden civil mataron a mi hijo. Es lo que sucedió”, declaró la madre, que recriminó a los medios estatales por “mentir” al afirmar que el niño murió en un presunto "ataque terrorista" en el cual perecieron siete personas.
El gobernador de Juzestán, Sadegh Jalilian, citado por la agencia estatal Fars, dijo que “elementos” extranjeros estaban detrás de ese presunto ataque. Además de Kian, también murió en Izeh el adolescente Sepehr Maghsudi, de 14 años, según medios de la oposición que informan desde el extranjero.
“Kian Pirfalak y Sepehr Maghsudi forman parte de la lista de al menos 56 menores de edad muertos por las fuerzas de seguridad iraníes en la represión de la revolución de 2022”, afirmó Jadi Ghaemi, director del Centro de Derechos Humanos de Irán, con sede en Nueva York.
Los funerales de estos menores de edad, así como los de otros manifestantes fallecidos, detonaron la nueva jornada de protestas, con algunos episodios violentos, que dan continuidad a una de las manifestaciones de descontento más firmes y sostenidas en el tiempo desde el triunfo de la revolución islamista en 1979.
La casa de Khomeini, quemada
Un grupo de manifestantes incendió el jueves la casa natal del ayatola Ruholá Khomeini, fundador de la “República Islámica”, en la provincia occidental de Markazi. Una multitud jubilosa desfiló frente a la vivienda en llamas del clérigo fallecido en 1989, según imágenes publicadas en las redes sociales que fueron verificadas por la agencia de noticias AFP.
Las protestas se iniciaron a mediados de septiembre por la muerte bajo arresto policial de la joven Mahsa Amini, de 22 años, arrestada por la “policía de la moral”, ya que al parecer tenía velo facial “mal puesto”. Según la policía, Amini falleció por presunto problemas cardíacos, pero la familia asegura que Mahsa no tenía ningún antecedente cardíaco ni de ningún otro tipo. El hecho es que nadie creyó la versión oficial de la odiada “policía de la moral”, cuya represión de las mujeres y jóvenes se acentuó desde la llegada al poder del presidente ultraconservador Ebrahim Raisi en agosto de 2021. Raisi es un clérigo shiíta, como casi toda la cúpula del poder iraní.
La rebelión de miles de mujeres contra el velo islámico derivó en un movimiento más amplio, que no se acalló pese a la virulenta represión. Al menos 342 personas murieron y cerca de 15.000 fueron detenidas desde entonces, según datos publicados por la ONG Iran Human Rights, con sede en Noruega.
Las manifestaciones son las más resonantes en Irán desde la proclamación del régimen islámico en 1979. La discusión sobre la postura a adoptar frente a las protestas llegó hasta la selección de fútbol masculina, concentrada en Qatar. El capitán del equipo, Alireza Jahanbaksh, al ser interrogado sobre si el equipo se abstendrá de cantar el himno nacional en señal de apoyo a las protestas, respondió que esa decisión debía tomarse de “manera colectiva”.