El Gobierno de Joe Biden será más firme y menos ambiguo ante Rusia que Donald Trump, a la vez que tratará de ampliar durante cinco años el tratado de armas nucleares New Start que firmó Barack Obama con Moscú hace 10 años. "Mientras trabajamos con Rusia también buscaremos se haga responsable de las acciones temerarias y agresivas que hemos visto en los últimos años", aseguró un miembro del equipo de política exterior del nuevo presidente al diario "The Washington Post". Incluso no se excluyen nuevas sanciones a Moscú, que se sumarían a las vigentes por su invasión de Crimea en 2014.
El Kremlin de Vladimir Putin tuvo un rol protagónico en la política doméstica de EEUU desde que sus hackers favorecieron de manera decisiva a Trump para que ganar las elecciones de 2016 ante Hillary Clinton.
El tratado de armas nucleares
Pero en lo inmediato está la ratificación del tratado sobre limitación de armas nucleares New Start, que vence el próximo 5 de febrero. El acuerdo, firmado durante la administración Obama en abril de 2010 como una ampliación de un tratado de limitación de armas estratégicas anterior, establece la inspección y verificación mutua de armas nucleares y la limitación de las que están desplegadas. Actualmente en cumplimiento de este tratado, Rusia y EEUU pueden desplegar un máximo de unas 1.550 armas nucleares cada uno y tener en reserva varios miles más. Por lejos, se trata de los dos mayores arsenales nucleares del mundo. Pero el New Start marcó un recorte drástico de estas armas respecto al arsenal que se permitía anteriormente.
La administración Trump buscó una ampliación más corta y que China se uniera al acuerdo, pero las negociaciones nunca dieron fruto. Los defensores de posiciones más duras frente a Rusia defendían una extensión de uno o dos años, aunque la propuesta de Biden será finalmente de cinco, lo que contará con más posibilidades de que Moscú lo acepte. El Kremlin ya manifesto su beneplácito.
Fiscalizar a Moscú
"El New Start está, sin duda, en el interés de la seguridad nacional de EEUU y tiene todavía más sentido cuando las posiciones con Rusia están enfrentadas", aseguró el funcionario de Biden a The Washington Post.
La negociación de esa extensión no impedirá una mayor presión de la administración Biden a Moscú. El nuevo presidente no contempla comenzar la relación con Rusia como una página en blanco, como han hecho de forma tradicional las administraciones entrantes desde la Guerra Fría. Buscará, al contrario, fiscalizar desde el primer momento a Moscú por las actividades y operaciones que han afectado a EEUU en los últimos años.
Asuntos como la interferencia en las elecciones presidenciales de 2016, la reciente campaña masiva de ciberataques que logró incluso ingresar al Pentágono y otros organismos de seguridad nacional, además de empresas privadas de peso global, el pago de recompensas por ataques a soldados estadounidenses en Afganistán o el envenenamiento del opositor Alexei Navalny formarán parte de un informe que Biden ha pedido a su flamante directora nacional de inteligencia Avril Haines, el primer cargo de su administración confirmado por el Senado.
Ese informe podría ser la base para nuevas sanciones a Rusia, en un comienzo de un gobierno que marca un contraste con el de Trump, que se negó a reconocer la interferencia rusa en las elecciones y que buscó encontrar sintonía con Moscú, incluidas cumbres con su presidente, Vladimir Putin, a pesar de esas agresiones. La connivencia de Trump y Putin resultó por momentos muy evidente. Durante sus debates en 2016 con Hillary Clinton, Trump se negó abiertamente a criticar al régimen de Putin, mientras que recientemente, luego del escandaloso asalto al Congreso de los fanáticos de Trump, el presidente ruso se negó a criticarlo y recordó que aunque había perdido tenía un respaldo de 75 millones de votos.