Era el último día de clases y el calor se sentía en las horas del mediodía, sin embargo los alumnos y alumnas de la Escuela Técnica Nº 467 estaban listos para comenzar una jornada diferente: plantarían un árbol y sin dudas dejarían su huella en la naturaleza. Desde el viernes 25 pasado cada uno de los 44 estudiantes de 3º año del turno tarde apadrina una especie arbórea que se ocupará de cuidar hasta que finalice la escuela secundaria. El lugar elegido para concretar este proyecto, el predio de calle Canning y Junín, donde funcionan desde hace veinte años los talleres de la institución.
"Entre tantas cosas negativas que se escuchan y quejas de que nadie hace nada, alumnos y profesores estamos haciendo algo de manera conjunta, y seguro no se olvidarán de este día". De esta manera expresan los profesores el espíritu y entusiasmo que impulsó esta actividad. El proyecto "Un árbol para cambiar al mundo" es una iniciativa conjunta de profesores y directivos de la escuela con la colaboración de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad nacional de Rosario (UNR) de Zavalla, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y una empresa que promueve las energías renovables. Desde lo pedagógico, lo científico o la gestión, a este grupo de educadores los convoca el mismo interés: el cuidado ambiental y la necesidad de crear conciencia.
Esta propuesta no está vinculada directamente con la tecnicatura en construcciones que ofrece la escuela, sin embargo hace que alumnos y profesores transiten juntos un camino que aporta saberes desde otra perspectiva, genera un sentido de pertenencia con la escuela y la sociedad, y enseña a cuidar el espacio público. "Entre los objetivos nos planteamos que los alumnos puedan hacer algo por la escuela, ya que pasan muchas horas aquí", señala el vicedirector Eduardo Caldani.
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Cada estudiante se comprometió a cuidar el árbol que plantó.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Compromiso con la naturaleza
La Técnica Nº 467 funciona en Corrientes al 600 pero el dictado de los talleres se desarrolla en las instalaciones de Canning y Junín, un predio que pertenece a la provincia de Santa Fe. "Este espacio nos pareció el más adecuado, ya que trabajaríamos sobre un sector que hasta ahora no tenía árboles, y así los chicos podrían realizar un seguimiento, mantenerlos y observarlos", dice el directivo respecto de un proyecto que requirió primero la aprobación del Ministerio de Educación.
Antes de comenzar con esta actividad, los alumnos y alumnas recibieron una charla de capacitación e introducción a cargo de estudiantes avanzadas de la Facultad de Ciencias Agrarias. Hablaron sobre las distintas especies, los cuidados que requieren, qué les aportan al ambiente y la relación de la madera en torno a la construcción.
Más tarde, llegó el momento de plantar los árboles donados por el Inta. Liquidámbar, algarrobo, ceibo, palta, eucaliptos, jacarandá y palo borracho son algunas de las especies que ya forman parte del paisaje verde circundante. Estos ejemplares se plantaron al ingreso sobre el sector derecho del predio y también sobre el camino que conecta con las aulas de taller. En unos años seguramente darán sombra y aliviarán las calurosas tardes de clases. La escuela inició además la construcción de mesas debajo de estos árboles, como un espacio integrador para los alumnos.
Menos contaminación
Cada especie tiene un papel con el nombre del alumno o alumna que lo plantó, quien tendrá que ocuparse durante los tres años que restan de la secundaria de cuidar y observar cómo crece ese árbol. "La idea es que cuando se gradúe este grupo de alumnos, otro nuevo tome la posta para continuar con el cuidado de las especies, y la formación de energías renovables", remarcan los profesores de la escuela.
"Es importante en este momento concientizar a los adolescentes del ataque que se produce a nivel mundial hacia la naturaleza y en especial hacia el árbol, y la indiscriminada deforestación. Esto que hacemos hoy nos parece mucho, pero en realidad es poco dada la necesidad que tiene la sociedad donde permanentemente sufrimos la contaminación del ambiente", advierte Caldani y especifica que se necesitan alrededor 22 árboles para proveer de oxígeno a una persona por día.
"La idea es que cundo se gradúe este grupo de alumnos otro nuevo tome la posta para continuar con el cuidado de las especies"
La profesora Mónica Ferlazzo, impulsora también de este proyecto, agrega: "Buscamos que los jóvenes sean una parte activa en el cuidado del medioambiente, y que puedan aplicar sus conocimientos y contemplen las energías alternativas cuando se reciban de maestros mayor de obra. Los adolescentes y jóvenes hoy tienen acceso a la información a través de sus celulares y la computadora, pero el acto más importante es poner en práctica aquello que investigan y luego tratar de aplicarlo en aspectos sustentables", destaca la docente de física.
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El lugar elegido para el proyecto, el predio de los talleres de la Técnica Nº 467.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Aporte valioso
La iniciativa de plantar un árbol surge unos meses atrás luego de una charla que organizara la escuela junto a la empresa de investigación Arwind Energy sobre energías renovables y calentamiento global. Dado el interés y la inquietud que demostraron los estudiantes, los docentes vieron la posibilidad de potenciar todavía más el cuidado y la concientización en estos temas.
"Buscamos reducir el impacto del carbono en el ambiente, por eso primero surgió la charla de cómo aplicar las energías renovables a la construcción, que sean térmicas, que requieran de poca calefacción o refrigeración, y cómo gastar menos energía a través de pequeños actos", señala Sergio Nasich, a cargo de las capacitaciones. Con esta experiencia positiva que tuvo eco en los jóvenes respecto del uso del agua y de los electrodomésticos, surge la posibilidad de plantar árboles.
"Esta propuesta nos permite relacionar las múltiples facetas de la vida dentro de una carrera, y generar un sentido de pertenencia con la escuela y la sociedad. Tratamos de enseñarles a cuidar el espacio público que nos pertenece a todos, y a pensar de qué manera podemos aportar algo que nos beneficie a todos. Plantar un árbol es una inversión a largo plazo, que requiere de cincuenta o más años, algo impensado en la sociedad actual pero no imposible si animamos a los jóvenes para que en un futuro cercano también puedan hacerlo con sus hijos y su familia, porque cabe sólo en una semilla", concluye Nasich.