“La historia de un país es una historia en movimiento, como un mar”, dice el libro de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) de Buenos Aires. Y es sabido que esas aguas representan “un mar muy, muy revuelto”. Así se titula obra coordinada por Sandra Raggio y Roberto Cipriano García, e ilustrada por Ivanna Calamita, que brinda “historias de la Argentina para ser contada por chicas y chicos”. Una publicación de Homo Sapiens que ofrece un material didáctico para trabajar en las aulas sobre el pasado reciente y educar en derechos humanos.
El libro, pensado para niñas y niños de los primeros niveles de educación primaria, parte de la premisa de que “para saber hacia dónde queremos ir es fundamental conocer de dónde venimos”. Y propone un recorrido histórico que invita a las infancias a pensarse como parte de una comunidad que se reelabora permanentemente a través de conflictos y acuerdos.
Los autores toman como punto de partida a los pueblos originarios, a los que reconocen como los primeros actores, al tiempo que reivindican el carácter diverso de quienes habitan el suelo argentino. Las olas se suceden y el relato recorre hitos de la historia nacional, como el proceso de independencia, la sanción de la Constitución, la Ley Sáenz Peña, el primer gobierno democrático y el primer golpe de Estado, la conquista de derechos sociales, la dictadura y finalmente la recuperación de la democracia.
Se trata de una narrativa que presenta una historia en construcción, que implica al lector y no lo deja afuera. En una charla con La Capital, Sandra Raggio confirma esta intención de que los pequeños lectores se sientan parte del recorrido. “Para nosotros la enseñanza de la historia o el sentido del pasado es inscribir a las nuevas generaciones en esa trayectoria de la sociedad. Esto tiene que ver con la idea de que la historia no empieza cuando uno nace, sino que la trayectoria que uno pueda tener en gran medida está condicionada, y también se abre a posibilidades en función de ese pasado que te constituye. La idea es que los niños y niñas puedan inscribirse en la historia, porque esa historia que se está contando es suya, no es la de los otros, sino que es una forma de narrarse”, explica la escritora, y sostiene que esa mirada es la que permite a chicos y chicas reconfigurar la propia identidad y responder a las preguntas acerca de quién soy, de dónde vengo y qué quiero ser. Aclara además, que se trata de una historia que no siempre va para adelante, por eso la figura del mar: “A veces va para atrás y eso tiene que ver con lo que hacen los hombres y mujeres, incluyéndolos a ellos”.
El libro ofrece materiales complementarios y actividades para trabajar con las infancias, que podrán ser consultados en la pagina web del organismo a través de un código QR.
El motor de la historia
La analogía con el mar y una historia contada a través de olas marca una diferencia respecto a los relatos históricos destinados a las infancias. La nación es presentada como algo inconcluso, que se va construyendo colectivamente y que está sujeto a disidencias permanentes. Y en esa construcción, la lucha por los derechos constituye el motor de la historia. A diferencia de las narrativas históricas romantizadas destinadas a las infancias, la publicación de la CPM no niega el conflicto sino que lo reivindica como aquello que le permite a una sociedad avanzar y superarse. Al respecto Raggio indica: “Creo que la estigmatización del conflicto tiene que ver con la idea de la democracia neoliberal, donde la palabra clave es el consenso que diluye el conflicto. El tema es ver quiénes son capaces de construir ese consenso, que en general son los que tienen más poder. Entonces pensar en el conflicto es también inscribir momentos complejos de la Argentina como la dictadura. ¿Cómo se romantiza eso? A lo sumo que digas todo estaba muy bien o éramos muy felices hasta que un día llegaron los hombres malos. Hay que salir del esquema maniqueo de la historia, los buenos y los malos, salir del binarismo y tratar de complejizarla. Se trata de cómo pensar el avance de la historia y para nosotros el conflicto está puesto en esta disputa entre las mayorías y la minoría, que se va constituyendo de manera diferente en distintos momentos históricos”.
En Un mar muy, muy revuelto la dictadura militar marca un punto de inflexión. Ya no se habla de una ola sino de un mar embravecido, y se caracteriza a aquel período como el mas triste de la historia nacional, equiparado con la conquista del imperio español y el genocidio de los pueblos originarios.
La democracia deviene como una ola celebrada, aunque no exenta de conflictos. Con una mirada realista, en ella también se dirime la puja de intereses entre distintos sectores sociales: “Es así porque el conflicto está y los chicos y chicas pueden verlo, lo que sucede en sus familias si sus padres se quedaron sin trabajo o si hay inseguridad. La realidad que atraviesan muchos lamentablemente es muy dura, tenemos al 50 por ciento bajo la línea de pobreza y ellos están inscriptos en ese conflicto. Si contamos otra cosa, la historia no terminaría siendo la de ellos porque no los narra”, sostiene la escritora.
Si las disidencias y los conflictos existieron siempre, algunas preguntas se presentan como inevitables. ¿Esa relevancia que hoy se le otorga al término “grieta”, implica desconocer la propia historia?, ¿es imperativo revisarla?
“Las disputas estuvieron siempre, no sé si la grieta es la misma disputa a lo largo del tiempo, pero desde civilización y barbarie la grieta es parte del Estado nacional. El Cabildo abierto no fue un día donde se entregaron escarapelas. La conformación del Estado estuvo atravesada por un conflicto que duró mucho tiempo, con guerras por la independencia, y luego hubo anarquía hasta que se pudo sancionar una constitución. Desde 1810 a 1853 pasó mucho tiempo, mas de 40 años donde la Argentina estuvo atravesada por el conflicto en torno a la configuración de la nación”, explica Raggio, y solo hace referencia a lo que fue el punto de partida, o las primeras olas de un mar muy revuelto.