Dice que desde que es muy chiquita escribe ficción, pero que desde hace algún tiempo también se metió con la poesía. Quien habla es Charo Centeno, una adolescente de 14 años que asiste a un taller de escritura creativa en la Biblioteca Vigil. “Esa es una muy linda experiencia, porque conocí a gente que me cayó muy bien, me inspiró bastante y es un lugar que me marcó mucho”, cuenta.
En sus textos de ficción, Charo aborda sobre todo problemáticas sociales. “Últimamente estuve escribiendo bastante sobre feminismo. Y en poesía casi siempre es inspirándome en momentos de la vida cotidiana”, describe.
Sobre el feminismo dice que leyó bastante sobre violencia de género y sobre el movimiento de mujeres. Pero también se inspiró en lo que comenzó a ver en su entorno, como la desigualdad y la falta de concientización social.
En cuanto a la poesía, Charo toma de referencia a quienes la rodean y lo que observa en el resto, intentando fijarse tanto en acciones como en lugares que pueden ser descriptos en sus versos.
Para ella, la escritura es “una forma de documentar momentos”, porque “si bien no es posible inmortalizar del todo algo que pasa, la escritura es la forma mas cercana que tengo para hacerlo”.
Vida de película
No puedo evitar preguntarme qué le pasaba por la cabeza al director de la película de mi vida cuando arrancó el rodaje. Lo único que sé es que apenas la cámara empezó a filmar, todos los actores del elenco creyeron que se quedarían hasta la última escena. Y que me gustan esos planos a los que nadie les prestó atención en el momento del estreno; como la lluvia pintando de gris todas las construcciones de la ciudad, mientras nosotros teñimos la tormenta de amarillo cantando abajo de un paraguas. Un arrebol sobre nuestras cabezas en la terraza y una canción vieja que casi nadie escucha. Dos oídos de dos personas distintas, conectados por un par de auriculares, como si fuesen un hilo inquebrantable, como si el estar escuchando la misma canción al mismo tiempo pudiera reducir la ciudad y hacer que estemos a centímetros de distancia. Una rosa amarilla de plástico en un frasco que jamás le regalé a nadie. El sol durmiéndose de a poco detrás del río y abriendo paso a la noche.
La película termina, la pantalla se vuelve negra. No se pueden escribir las sensaciones que ni la poesía describe.