Francia mantiene al diplomático que designó como embajador ante el Vaticano, dijo ayer un funcionario, pese a que la Santa Sede no confirmó su nombramiento por varios meses, un retraso que los medios italianos y franceses dijeron se debía a su sexualidad. De ser así, el Vaticano apeló a la más inapelable de sus respuestas, el silencio.
El gobierno de Francois Hollande nominó al jefe de protocolo del presidente, Laurent Stefanini (un católico practicante abiertamente gay), el 5 de enero para el cargo pero aún no ha tenido una respuesta del Vaticano.
"Aún estamos esperando una respuesta al pedido de su validación. Laurent Stefanini es uno de nuestros mejores diplomáticos, por ello es que lo hemos propuesto", dijo una fuente del gobierno a Reuters, concluyendo con que "el gobierno no cambiará de candidato".
El diario francés católico La Croix citó a una fuente anónima diciendo que el Vaticano consideraba como una "provocación" que el gobierno socialista francés, que en 2013 aprobó una ley permitiendo los matrimonios gay, propusiera a un homosexual para el cargo.
No hubo comentarios oficiales del Palacio del Elíseo y el Vaticano declinó realizar declaraciones sobre la nominación de Stefanini, quien previamente ocupó el segundo cargo más importante de la embajada francesa en la Santa Sede.
Tampoco se pudo ubicar a Stefanini vía telefónica en el Palacio ayer.
"Cuando un embajador es designado, el nombre se publica en el boletín oficial de la Santa Sede. Hasta ese momento, no hay nada para decir", declaró la oficina de prensa del Vaticano en respuesta a las solicitudes de comentarios.
El asunto podría convertirse en un bochorno para Francisco, quien ha mantenido las enseñanzas de la Iglesia sobre la homosexualidad pero muestra un tono personal más dispuesto hacia las personas homosexuales.
Sin embargo, no ha dado señales de una flexibilización de las normas contra uniones de parejas del mismo sexo o un cambio en las enseñanzas de la Iglesia de que los actos homosexuales son pecaminosos, aunque la homosexualidad en sí no lo es.
Pero el Papa ha mostrado una actitud más conciliadora que otros en la Iglesia, señalando que él no podría juzgar a las personas homosexuales de buena voluntad que buscan a Dios, y reuniéndose con miembros de un grupo católico por los derechos homosexuales en el Vaticano en febrero.