Eduardo David Gismondi tenía 18 años y el año pasado se había graduado en la Escuela Media 430 "Domingo Faustino Sarmiento", el ex Nacional 1. Tenía un sueño que era ser locutor. El lunes por la noche, cerca de las 22, estaba charlando con su novia en Deán Funes al 4100, a 150 metros de su casa del barrio Avellaneda Oeste, cuando un delincuente armado intentó asaltarlo. "El tipo venía costeando la pared en lo oscuro y de improviso se les apareció y les dijo: «Denme todo». La piba empezó a darle sus cosas y Eduardo se resistió. Le dio dos trompadas al ladrón y éste, con total frialdad, dio un paso hacia atrás y le disparó un balazo que le perforó el corazón", rememoró ayer Gabriela, la madre del pibe que murió en el quirófano del Hospital de Emergencias a las 23.30 de anteayer.
Tras el homicidio el delincuente huyó en bicicleta. Poco después, a las 22.30, efectivos del Comando Radioeléctrico detuvieron en Río de Janeiro al 3500, en la villa La Boca, a un hombre de características similares a las descriptas por los testigos del crimen. No llevaba armas, pero tenía sangre en su ropa y una lesión en el arco superciliar izquierdo. El detenido se llama Matías Luis G., tiene 24 años, prontuario abierto y media docena de antecedentes penales, al menos dos de ellas en el juzgado de Sentencia 5ª. "Lo terrible es que hablando después con los vecinos y los amigos de mi hijo, me enteré que este tipo hace una semana que anda robando en el barrio y a todos les disparaba, gatillaba el arma y la bala no salía. Y justo le tuvo que salir para matar a mi hijo", comentó Gabriela, contenida por la mirada de su madre Ana María. Ana, para sus nietos.
Dos mundos. El lunes por la noche en Deán Funes al 4100 se reeditó el choque de dos mundos tan contrapuestos como latentes en la ciudad de Rosario. De un lado estaba Eduardo David Gismondi, un pibe de 18 años que fue abanderado en el ex Nacional 1, que se ganaba unos pesos enseñando guitarra y que estaba haciendo los primeros pasos en lo que era su sueño: la locución. Trabajaba en el programa "Sin filtro.com" que se emite por radio Libertad, AM 1090. Del otro lado estaba Matías Luis G., de 24 años, con antecedentes penales como menor y como mayor. "Yo siempre le decía que tuviera cuidado. Y él me contestaba: «Quedate tranquila que cualquier cosa yo corro». Y él se pensaba que con eso alcanzaba", recordó Ana, con sus ojos claros ensombrecidos por la tristeza de la pérdida. Algo más que compartirán de acá en más con la mirada clara de su hija Gabriela.
Para su familia era Eduardo, pero para los amigos era David. Gismondi estaba este año sin estudiar porque los brackets le jugaron una mala pasada en la prueba de ingreso a la carrera de locución en el Iset 18. "Se estaba preparando para hacer el ingreso en el Instituto San Martín. Estuvo haciendo el curso con (el locutor) Roberto Lara, al que le tenía mucho cariño", recordó su mamá.
Así, la vida de Eduardo Gismondi llegó al lunes 14 de octubre. El último día de su vida. Al mediodía fue a jugar al fútbol en el Club Social y Deportivo Fábrica de Armas Domingo Matheu, al que había llegado tras pasar por San Roque y Sparta. Volvió a su casa cerca de las 17, "se bañó, se perfumó y se fue", como describió su abuela Ana. "Desaparezco por unas horas", recordó la mujer que su nieto le dijo con sonrisa cómplice. Y nunca más lo volvió a ver. "No sé si lo voy a ir a ver. Me quiero quedar con la imagen de ese nieto que se quedaba tocando la guitarra para mí", dijo Ana.
Eduardo, su hermano de 19 años y su mamá vivían junto a su abuela en una casa de Valparaíso al 3200, en una zona cada vez más pauperizada, a unos cien metros del lugar en el que hasta hace unos pocos meses funcionaba un quiosco de venta de drogas. Un elemento de cita obligada en las crónicas policiales. "Ese búnker no funciona más, aunque ¿viste como es? Lo cierran acá y lo abren a los pocos metros. Pero que yo sepa ahora está cerrado", explicó ayer una doña de la zona.
Todo lo que sabe la familia de Eduardo sobre lo que sucedió en Deán Funes al 4100 lo saben por boca de Micaela, la chica que estaba con el muchacho al momento del crimen. "Yo no sé si esta chica era la novia o la chica con la que estaba saliendo. Lo que si sabemos es que estaban en la puerta de la casa de la chica y que este tipo (el ladrón) venía costeando por el costado de la vereda, por lo oscuro. De improviso los sorprendió y Eduardo se resistió y el otro le disparó sin piedad", indicó Gabriela.
El balazo a Gismondi le ingresó por la zona intercostal izquierda y le perforó el corazón. "Nos vinieron a avisar a las 22", recordó la mujer. "Vinieron un chico y una chica. Uno decía que lo habían baleado y otro que le habían dado un puntazo", rememoró. "Cuando llegamos a Deán Funes al 4100 un vecino ya se lo había llevado al Heca en su auto. Murió en el quirófano, a las 23.30", contó Gabriela, quien dispuso que su hijo fuera sepultado ayer por la tarde tras un breve velorio. La investigación del asesinato está en manos de la jueza de Instrucción Raquel Cosgaya.
El recuerdo para el abanderado
Ante el constante duelo de comentarios prejuiciosos que se plasman en la web, María Angélica P. escribió ayer sobre la víctima de este crimen: “Eduardo Gismondi, abanderado de la escuela secundaria 430, ex Nacional Nº 1. Sus profesores no salimos del estupor ante este hecho. Profundo dolor nos ha causado esta noticia. Sus compañeros hoy le rindieron el debido homenaje en el salón de actos. Eduardo era un chico de bien, honesto, comprometido, buena gente. Fue nuestro abanderado, eso no es poco. Un abrazo a la familia. Mi pésame a los padres”.