El convoy con la escenografía de Ricky Martin llegó el día anterior y las pruebas de sonido y luces, que culminaron a las cuatro de la tarde del martes, incluyeron la presencia del boricua, que también ensayó las coreografías en el escenario. También los responsables de la televisación participaron del ajuste, adaptando la técnica para una mejor llegada del show a la pantalla de la TV Pública.
Colmadísimo, el anfiteatro “Centenario” de Villa María, recibió anteanoche con enorme euforia la entrada en escena del artista que cerró el Festival de Peñas y que estará en Argentina varias semanas.
Al igual que Chayanne, Ricky Martin llegó a Villa María un dìa antes del show, en avión privado, y en el aeropuerto fue recibido por las autoridades de la ciudad que implementaron un amplio dispositivo de seguridad, sin tener contacto con la prensa. Pero, a diferencia de su coterráneo, autorizó la televisación y difusión radial de todo el concierto. Chayanne sólo permitió que se vean los últimos tres temas. La puesta, repleta de efectos especiales, contó con un enorme despliegue de luces y sonido que potenció su lucimiento en el escenario.
El artista arrancó cantando ”Adrenalina”, con el público ya de pie y con un vértigo que no abandonaría hasta el final. Siguió ofreciendo hits y luego del hechizo inicial saludó agitado: “Buenas noches Villa María”. Los cambios de vestuario fueron constantes y la dinámica del show no mostró baches. También el sonido fue excelente. Con los pasillos repletos, conquistó a todas con un discurso seductor que nunca falla y con las clásicas “Tal vez” y “Livin la vida loca”.
Nada se improvisa en el show de Ricky Martin y se nota el rigor en el guión, que incluye la labor destacada de un grupo de bailarines con él mismo al frente. Después de un set electrizante, que incluyó “La mordidita”, le costó hacerse oír cuando cantó “Disparo al corazón” y “Tu recuerdo”, tapado por el grito de las fanáticas. Lo mismo sucedió con “Tú y yo”, logrando un clima de excitación general. Tras baladas como “Adiós”, el show tuvo un ritmo que noqueó a la multitud, hasta la despedida. Sumó una hora y media de un potente concierto.
Algunas situaciones complicadas, con varios desvanecimientos producto del desborde, activaron los servicios de seguridad y emergencias médicas. La organización del festival no pudo prever el desborde y mucha gente que pagó su onerosa entrada no pudo ver a su ídolo. Quienes sí tuvieron sus horas de gloria cerca del artista, fueron las 400 personas que pagaron 700 dólares para asistir a una carpa vip durante el ensayo y la prueba.
En las cinco noches, según datos oficiales, unas 54.000 personas pagaron su ticket. El festival deberá replantearse aspectos organizativos tras las numerosas quejas por la falta de visión del show desde algunos sectores y por la inacción de la policía y los controles de seguridad ante los airados reclamos. El norte sigue siendo Viña del Mar, aunque en el festival chileno estos aspectos están ya resueltos.