En su tercera visita a la costa del golfo de México para atestiguar el desastre ambiental, el
presidente Barack Obama dijo ayer que percibe algunos progresos en el combate a la colosal fuga de
petróleo. Sin embargo, el mandatario advirtió que “es muy pronto para ser optimistas”
sobre los pasos más recientes dados por British Petroleum (BP) para evitar que el petróleo siga
vertiéndose desde el fondo del mar, o al menos para mitigar ese flujo.
“Lo que no quiero oír es la cantidad de dinero que ellos (BP) están gastando para
tranquilizar a sus accionistas y para difundir anuncios en la televisión, y que mientras tanto,
reparten algunos centavos a los pescadores y a las pequeñas empresas de aquí, del golfo, que pasan
tiempos muy difíciles”, añadió.
Obama habló después de su llegada al aeropuerto de Nueva Orleáns, para su tercer recorrido de
inspección y el segundo en ocho días, en un momento en que crece el enojo nacional por el derrame.
El propio mandatario se ha dicho frustrado, junto con los residentes de la costa y del resto del
país.
“Esto ha sido un desastre para esta región, y la gente está comprensiblemente asustada y
preocupada sobre lo que deparan los próximos meses y años”, dijo Obama, luego de asistir a
una sesión informativa con el almirante de la Guardia Costera, Thad Allen, jefe del gobierno
federal para la respuesta ante el derrame. Al encuentro asistieron también los gobernadores de
Luisiana, Florida y Alabama, junto con otros funcionarios.
Luego, Obama se dirigió a Grand Isle, Luisiana, una pequeña isla arrecifal, para escuchar a la
gente cuya vida y sustento han quedado amenazados por el derrame. Habló con pescadores de camarones
y de ostras, dueños de tiendas y trabajadores de los hoteles, que dependen de los mares limpios
para obtener mariscos o atraer turistas.
Una lluvia pertinaz obligó a que Obama desechara los planes de viajar por helicóptero. En vez de
ello, hizo el recorrido de 2 horas y media por tierra hacia el sur, llegando a la costa.
En el camino, la caravana presidencial pasó junto a un grupo de personas que mostraban un
letrero: “¡Ayúdennos ya!”
En otro lugar, estaba un cartel con la foto de Obama y la pregunta: “¿Qué hacemos
ahora?” Un letrero más mostraba el logotipo de la petrolera BP y el reproche: “Ustedes
mataron nuestro golfo, nuestra forma de vida”.
El jueves próximo, en otro esfuerzo del presidente por acercarse a las víctimas del desastre,
Obama se reunirá con familiares de los 11 trabajadores muertos el 20 de abril, cuando la plataforma
de perforación Deepwater Horizon estalló.
Una capa de brillo oleoso y bolas de alquitrán tocaron ayer el noroeste de las playas de
Florida, en Estados Unidos.
Restos de petróleo bañaban la orilla de la playa de Pensacola, parte de la ribera que se
promociona como “las playas más blancas del mundo”, como consecuencia de la continua
extensión del peor desastre ambiental de la historia de Estados Unidos.
Florida, con una industria turística de 80.000 millones de dólares anuales se ha estado
preparando para la llegada de la marea negra que ya lleva 46 días.
Los bañistas de Pensacola Beach, muchos de ellos niños, recogían las bolas de alquitrán color
óxido que se hallaban a lo largo de las playas.
Por otra parte, BP logró ayer avanzar en su intento por frenar el crudo. Ingenieros de la
compañía colocaron una cúpula sobre la fuga a 1.500 metros de profundidad.
Si bien el crudo sigue fluyendo al mar, al menos una pequeña parte pudo ser rederivada de forma
controlada a un barco. (DPA, AP y Reuters)