Gastón Sandoval tenía 16 años y falleció la noche del lunes al quedar bajo una tormenta de balas en una esquina de la zona oeste de la ciudad. El joven se desplazaba con una moto Yamaha YBR junto a un amigo por calle Perú al 2100, al oeste de barrio Azcuénaga, cuando involuntariamente quedaron en medio de una pelea entre patotas.
Jeremías P. tiene 15 años y estaba junto a Gastón cuando fue alcanzado por las balas asesinas. Juntos habían ido a la casa de una amiga a "tomar una Coca", contó ayer a este diario a las puertas del velatorio de su amigo. Y agregó, acongojado, que "siempre vamos por ese barrio porque tenemos amigas por ahí".
La noche del lunes era una más para Jere y Gastón. Cerca de las 19 fueron a la casa de una amiga y a las 21 emprendieron la vuelta. La esquina de Perú y Pasco fue entonces una trampa para el dúo, que no pudo esquivarle a la muerte.
Una scooter. En el velorio de Gastón, un Jeremías más pálido que de costumbre contó: "Veníamos por Perú y una moto iba adelante. Era una tipo scooter y vi que uno de los dos que iban arriba sacó un arma de la cintura. Entonces me dije que mejor aceleraba y lo pasaba. Cuando llegamos a Pasco aceleré para pasarlo, pero cuando estaba un poco más adelante empece a escuchar balas por todos lados y le metí pata", dijo con recuerdos claros, recientes.
Tal vez por el resto de su vida Jere no olvide esa noche. "Cuando dejaron de sonar los tiros Gastón me dijo: «Me dieron, me duele la espalda», y me abrazó fuerte de la cintura. Me apretaba fuerte y yo le decía que parase, que no nos habían tirado a nosotros, que no. El me apretaba hasta que sentí que se le aflojó la mano. Entonces paré y se cayó. Dejé la moto y lo quise ayudar, pero se acercó un montón de gente y llamaron a una ambulancia. En eso paró un hombre, nos cargó en un auto y fuimos al hospital", contó el adolescente.
El hospital era el San Martín, en la zona oeste, y al llegar poco pudieron hacer los médicos. El chico presentaba dos orificios de bala: uno le había atravesado el glúteo derecho y el otro iba de la espalda al pecho. Por un capricho del azar Jeremías está vivo.
Horas después los pesquisas de la seccional 14ª se dirigieron Perú 2171 y allí detuvieron a Mauricio Rubén P., un joven de 19 años y sin antecedentes penales al que le hicieron las pruebas de dermotest. Según los pesquisas, "se constató que había disparado un arma en las últimas horas". También buscaron sin suerte a Iván S. alias "Choca".
Entretanto, los efectivos de Balística de la Unidad Regional II recogieron del lugar cuatro vainas servidas de calibre 9 milímetros y un plomo presumiblemente de un arma calibre 22. En cuanto a Sandoval y su amigo se constató que no estaban armados ni habían gatillado arma alguna. Ninguno de los dos tenía antecedentes penales.
Por otra parte, los uniformados que llegaron al lugar del crimen no encontraron en Perú al 2100 la moto Yamaha YBR que manejaba Jeremías, por lo que se libró una orden de secuestro para el rodado que se habrían llevado los atacantes.
Todo es dolor. Según contaban ayer en el velatorio de Gastón, el chico había dejado de estudiar el año pasado para ayudar a sus padres en la economía familiar. Pero en 2013 había retomado el primer año en la escuela nocturna 91. Aunque era hincha de Rosario Central, al momento de morir vestía un short de fútbol y una camiseta blanca del Real Madrid. Su adolescencia se reflejaba en pequeñas cosas. "Siempre que escribía su nombre le ponía la coronita de Los redondos de Ricota a la O", contaron sus amigos.
En la cochería de Teniente Agnetta y Cochabamba, Carlos, el padre de Gastón, estaba demacrado. Los ojos eran un solo llanto y su mano estaba lastimada e hinchada. "Le pegué a la pared", confió. "Era un chico sano y así estamos viviendo. Los chicos salen y no vuelven. El trabajaba haciendo changas de albañilería, estamos muy mal de plata", dijo con el alma pisoteada. De su economía da cuenta el humilde pasillo en el que vive la familia, en Amenábar al 5700. En la puerta se lee el nombre de Gastón, coronado por los "Redondos".
Alrededor de Carlos decenas de amigos de su hijo llegaron para despedirlo. Uno de los tíos del joven asesinado contó que "hay uno fugado, pero lo agarran en cualquier momento". Y arriesgó: "Aparentemente uno de los que lo mató a Gastón juega al fútbol profesionalmente".
En la despedida, Carlos expresó: "Mañana a las 9.30 lo enterramos y yo después me voy a reunir con los amigos para que a la tarde marchemos hasta la comisaría 14ª. Queremos Justicia rápido". Ysus ojos, que lagrimean, no pueden ocultar la furia y la bronca por la muerte de su hijo.