Menos cataratas de champagne, templos del diseño vacíos y despidos en Chanel: en el mundo de los
ricos y famosos se perciben cada vez más claramente las consecuencias de la crisis económica y
financiera. La alta sociedad ya no está dispuesta a gastar sin más miles de euros en un vestido de
noche o una nueva cartera.
Además de la marca de lujo alemana Escada, ahora también la mundialmente
famosa casa de alta costura parisina Christian Lacroix lucha por sobrevivir. Las empresas
declararon la insolvencia. Un tribunal debe decidir cómo sigue la cosa. En tanto, 125 empleados
sufren por sus puestos de trabajo.
La dramática agudización de la crisis en el sector de la moda no
sorprende. Nunca se ganó demasiado dinero con los diseños de alta costura de precios casi
pecaminosos. Ahora, la crisis financiera despierta la mala conciencia en muchas clientas, sobre
todo en relación a las prendas llamativas o que quedarán “out” después de una
temporada. “En el sector de lujo no se consigue un vestido de verano por menos de 1.500 euros
(2.100 dólares) ni zapatos por menos de 400 (570 dólares). Muchos simplemente ya no lo
pagan”, dice Sabine Spieler, experta en el ramo de la revista especializada alemana
TextilWirtschaft.
El mensaje llegó al menos a una parte de las empresas. “Tenemos
que ofrecer algo que luzca bien y a la vez dure bastante”, afirma François-Henri Pinault,
quien como jefe de la empresa de lujo PPR dirige marcas como Gucci, Bottega Veneta e Yves Saint
Laurent. Ya sólo en los países en desarrollo el lujo sigue siendo una señal de que se llegó. En el
sector se informa mientras tanto que la facturación retrocedió claramente. Muchas tiendas ofrecen
descuentos especiales, a veces antes de la temporada oficial de rebajas.