Maite y “El Chino” se conocían desde siempre. Ella tenía 14 años, él 13 y ambos pensaban festejar el próximo 10 de junio el cumpleaños de 15 de la nena. “Estaban enamorados”, contaba ayer la madre del pibe en una esquina de La Cerámica sobre la fiesta que no tendrá lugar: es que pasadas las 20 del sábado les dispararon desde un Renault blanco cuando estaban en la esquina de Medrano y Coliqueo. Maite Geraldine Gálvez y Máximo “Chino” Luján murieron como consecuencia de las heridas sufridas “por una bronca que no tenía que ver nada con ellos”, según resumió un vecino.
Es que por estas horas la muerte se respira en el pequeño barrio de zona norte donde este doble homicidio llevó a cuatro la cantidad de personas asesinadas en cinco días; en una escalada de violencia que incluyó al menos otro tiroteo y que en las calles se atribuye, muy por lo bajo, a un conflicto entre bandas originado en una presunta mejicaneada por la cual una banda narco habría prometido matar a quien sea hasta que aparezcan la droga o los ladrones.
“Dos nenitos”
Maite y el Chino compartían amores, sueños y juegos y no tenían vínculos con la venta de droga. Ambos se criaron en La Cerámica. Maite iba a segundo año de la Escuela 540 Camino de los Granaderos. Ayer a la tarde, en una casa humilde del barrio, su familia esperaba que le avisaran que su cuerpo ya estaba dispuesto en la cochería Oeste donde ella iba a ser velada en la sala 1 y el Chino en la 2.
“Era una nena feliz. Estaba muy contenta porque el 10 de junio le íbamos a festejar su cumple de 15 en el club El Torito. Todas las tardes repartía tarjetas a sus amigos”, contó una tía de Maite, mientras recordaba escucharla decir que tenía ganas de estudiar abogacía. “Con el Chino —agregó— se conocían de chiquitos y creo que hace un par de meses estaban noviando. Eran dos nenitos”.
La tarde del sábado el Chino y Maite, que vivían a dos cuadras, quedaron en encontrarse. A las 20 andaban en bicicleta cuando al pasar por Medrano y Coliqueo un auto se les puso a la par y desde adentro dispararon al menos diez veces.
Un minuto después sus familiares los llevaron al hospital Alberdi, donde constataron que estaban muertos. “Era un nena hermosa, aplicada, simpática y tenía todo por delante. La mataron por una bronca que no tenía que ver con ellos”, contó un vecino.
Ayer a la tarde Nadia, la madre de Máximo, lloraba sin pausa en una esquina de La Cerámica. “Era un chico alegre. Quería que nos fuéramos del barrio y siempre me decía que me iba a comprar una casa. A la madre de Maite la conozco desde chica y nuestros hijos ahora eran noviecitos. Era un nene un poco vergonzoso con quienes no conocía. Su vida era los amigos, la escuela y Maite”, resumió la madre del Chino, que era amigo del pibe de 15 años asesinado el miércoles pasado.
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“Esa muerte lo tenía mal. También murieron otros dos amigos en octubre y él me dijo que se quería ir con ellos, pero no así. Lo mataron como a un perro”, agregó Nadia mientras un abuelo del chico lloraba casi a los gritos: “No hay policía en el barrio, no hay justicia para nadie. Era un chico hermoso. ¿Por qué lo mataron así?”.
Unos años atrás Nadia llevó a su familia de Nuevo Alberdi a La Cerámica. “Nos tuvimos que ir cuando unos narcos nos usurparon la casa. Y ahora pasa esto. ¿Qué le voy a decir al hermanito de Maxi? ¿Que a su hermano lo mataron como a tantos en el barrio?”, se preguntó la mujer.
Secuencia
Los vecinos inscriben el doble homicidio en una saga con otros dos crímenes y un tiroteo. El primero fue sobre las 3 del miércoles cuando Jeremías Natanael López, de 15 años, estaba con amigos en la vereda de Siripo al 1400 y fue baleado desde un auto. Allegados al chico lo desvincularon de algún conflicto puntual, mientras vecinos ponían el foco en un punto de venta de drogas frente a la escena del crimen.
Varias horas después, el mismo miércoles sobre las 22, tuvo lugar en Siripo y Anchoris —a una cuadra de donde mataron López— un tiroteo entre un policía y tres hombres que terminaron detenidos. Según la versión preliminar, tres personas pasaron en moto y dispararon contra una casa donde habían un policía que respondió el ataque con su arma. La posterior intervención del Comando Radioeléctrico derivó —tras una breve persecución— en la detención de los sindicados como tiratiros: Diego Jesús S., de 29 años, Brian M., de 28, y Uriel R., de 18. Tenían en su poder dos pistolas calibre 9 milímetros.
La saga continuó la noche del jueves en Unión al 2800. Allí tres hombres tomaban cerveza en un banco sobre la vereda cuando pasó un auto desde el que comenzaron a disparar. Luis Alberto Gómez, de 36 años, cayó herido y fue trasladado en un auto al Hospital Alberdi, donde falleció pocos minutos después con balazos en el pecho y las piernas.
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También en este caso los vecinos indicaron que tanto Gómez —trabajaba en una chatarrería frente a donde lo mataron— como sus acompañantes eran ajenos a la agresión. Una versión indicaba que el hombre había vivido en esa cuadra pero también tenía domicilio en Larrechea al 1900, donde vivía una hermana. “Se equivocaron. Era para otra persona”, confió un conocido de la víctima.
Sanguinarios
“Les robaron droga a unos narcos y están matando a cualquiera hasta que aparezcan los tres que les robaron”. “Yo los conozco y son re sanguinarios, no les importa nada a la hora de matar”. “Van a matar a cualquiera de noche. Al que esté en la calle lo van a matar”. Mensajes como esos llegaron ayer a la redacción de este diario y su contenido fue en cierto modo corroborado en las calles de La Cerámica.
De la consulta con vecinos pudo reconstruirse la versión que explica los cuatro crímenes que al cierre de esta edición se contaban en menos de cuatro días en ese sector del barrio. Los datos coincidían en que hace unos meses una familia alquiló una casa por Coliqueo, pero “nunca estaban y no se veía movimiento”. Algunos señalaron a esa gente como narcos que trabajaban para Los Monos y a quienes una noche les robaron como 20 kilos de cocaína.
Por ese motivo, señalaron, se encargaron de hacer saber al barrio que hasta que no aparezca la droga o hasta que el vecindario les diga quién la robó “van a matar a cualquiera que esté en la calle”.
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En La Cerámica el aire es irrespirable, cada vecino habla del tema en las esquinas y algunos van más allá. "¿Cómo podemos vivir así? No hay nadie en la calle y ahora encima amenazaron a los dueños de un minimercado para que cierren porque si no los van a matar. Los que robaron la droga ya no están en el barrio. Yo tengo una hija chica y mire cómo tengo que andar”, dijo un vecino mientras mostraba un revólver calibre 22. “O me defiendo yo o no me defiende nadie”, justificó.