A sus 54 años, Iván Noble no intenta aggionarse ni probar otros géneros musicales. Sigue buceando dentro de ese gran tema que es el amor, fiel a la impronta que supo mantener y hacer madurar a lo largo de treinta años con sus baladas rockeras. El puntapié inicial fueron Los Caballeros de la Quema, allá por los años noventa , y con quienes está volviendo -en alguna ocasión especial- a los escenarios. Hoy, el cantautor regresa a la ciudad para presentar “El arte de comer sin ser comido”, su noveno álbum como solista nacido en pandemia. La cita es esta noche, desde las 20, en Vorterix (Salta 3519). Las entradas pueden adquirirse a través de Eyticket.com.
¿Cómo será el show y presentación del nuevo disco?
Lo primero que hay es una gran alegría de poder volver a tocar con la banda entera. Hace bastante que no voy a Rosario con la banda, los últimos años fui en pandemia, en formato muy chico, un formato reducido y con aforos. Pero el de Vorterix va a ser la vuelta a los shows que más se disfrutan, con todos los músicos y sin aforo, para mi eso ya es una gran alegría. Presentar el disco también, aunque a esta altura presentar un disco es relativo, porque uno va y toca canciones de ese disco, pero obviamente que sigo tocando canciones viejas, que supongo que la gente tiene ganas de escuchar. Va a ser el bautismo del disco y el repaso por las canciones de siempre.
Después de treinta años de canciones, tuyas y de Los Caballeros de la Quema, ¿Se complica armar la lista para un show?
A medida que vas haciendo discos se complica más, porque te cuesta dejar canciones afuera y el catálogo se hace más grande. Para mi, los shows deberían ser largos, pero tampoco de tres horas. Además, uno va eligiendo las canciones para un show dependiendo de los estados de ánimo.
¿Las canciones del disco nuevo surgieron en la pandemia? ¿De qué va este disco?
Es un disco absolutamente escrito y grabado en cuarentena, por lo cual me parece que tiene ese clima. Es un disco intimista, basado mucho en el piano, porque varias de las canciones están compuestas con Rubén Casco, quien toca el piano conmigo en la banda. Componíamos vía satélite, él estaba en Corrientes, de donde es oriundo, y yo en mi casa en Buenos Aires. Nos íbamos pasando fragmentos e ideas y después le dimos eso al productor del disco. Así que fue todo vía satélite, como se hizo en los momentos de cuarentena más estricta. Creo que por eso el disco tiene ese clima de cosa íntima, de puertas para adentro. Tal vez un poco melancólico. Ese es el espíritu de “El arte de comer sin ser comido”. Además, hacía varios años que no sacaba un disco, el último que salió fue el de versiones de canciones de mujeres, “Mujer y Ego’’. Pasaron como cinco años que no hacía un disco propio, y no lo hacía porque no me gustaban las canciones que me salían. Cuando volví a reunir un puñado de canciones que me gustan armé un disco... Y bueno, uno saca discos porque es lo único que sabe hacer, pero es verdad que no hay tanto apuro como antes, porque a esta altura son muchas las canciones que escribí y no se si hay tanto más para agregar. Tampoco tengo ese apuro de construir una carrera y sacar un disco por año. Escribo canciones y las termino cuando me gustan.
En el disco hay temas con Chango Spasiuk, Rosario Ortega y León Gieco, ¿Cómo se dieron esas colaboraciones?
Cuando estás grabando un disco y cuando hacés los demos, o sea, las maquetas previas, las canciones van tomando un carácter, cierta personalidad. A veces te parece que para completar esa personalidad hace falta un invitado y, en mi caso, cuando las canciones me pidieron tener un invitado, logré que estén para embellecer el asunto. Lo de Chango, lo de León y Rosario fue eso. Más que colaboraciones son partes importantes de la canción. Siempre el convite es en esos términos, que uno se imagina a los invitados embelleciendo lo que ya está hecho. Las canciones hubiesen sido bastante peores sin ellos. Y son artistas que admiro mucho por distintos motivos y desde distintos lugares, pero los admiro muchísimo. En el caso del Chango era una canción que no tenía acordeón, pero yo me la imaginaba todo el tiempo con acordeón. Y antes que nadie pensé en el Chango. En el tema con León pensé que podía ser una canción cantada a dueto. Son tres historias dentro de la misma canción, y recordé una canción de León que es de esa manera. Aparte es un tipo que quiero y admiro mucho. En el caso de Rosario tenía que ser un dueto con una mujer, me gusta muchísimo su timbre de voz, cómo interpreta y además tengo un afecto muy personal porque es la tía de mi hijo.
En tus canciones sobrevuela el amor, la melancolía, el tiempo que duran las relaciones, ¿Lo ves así?
Y...creo que es la especialidad de la casa. En realidad tampoco soy muy original, porque la historia de la música popular está llena de canciones de amor que terminan mal, canciones de destiempos o desencuentros. A mi son las que más me gusta escuchar, y creo que son las que he hecho. Me gusta mucho el tango, mi viejo me enseñó a gustar del tango, y para el tango el amor es su materia prima básica. Después no hay tantas cosas sobre las que escribir. Cuando uno pasa los cuarenta, los cincuenta años, las preguntas que uno se hace son esas: por qué no dura lo que a uno le hace bien, por qué uno rompe las cosas que quiere... . Al fin y al cabo, cualquier canción de la música popular tiene que ver con eso.
Pero también hace poco hiciste un tema con Rusherking, explorando géneros urbanos, ¿Cómo se dio este cruce generacional?
Fue una idea que tuvo una señal de televisión que hace documentales de música. Me propusieron hacer un cruce generacional, y me dio ganas desde el principio. Siempre hay que conservar la curiosidad, porque es una manera de mantenerse alerta sobre lo que está pasando. Los que pasamos los cincuenta a veces no tenemos tanto contacto con lo nuevo. No es que tenga que disfrutar todo lo nuevo, pero sí hay cosas que me dan curiosidad, que me gustan, y lo que pasó con Rusher fue eso, nos encontramos, nos caímos bien. Elegimos dos canciones, yo una de él y él una canción mía, que nos pareció que se podían llevar bien. El resultado quedó buenísimo.
¿Y qué te parece en la actualidad el rock nacional?
No estoy tan enterado, y no me siento con autoridad para hablar. No sé bien qué pasa en el rock nuevo, hace tiempo que dejé de ver bandas en vivo, por una cuestión de edad y de que cuando salgo es para hacer mis shows. El rock siempre gozó de buena salud. Hoy son otros los géneros más masivos, la música urbana, el trap, que tienen mucha masividad. El rock tiene que acomodarse a los tiempos, y el único secreto es tratar de hacer canciones lindas cada vez que a uno le toque hacer una canción.