"Es un género que no envejece" afirmó Gustavo Postiglione sobre el policial. Y en "Brisas heladas", su segunda obra teatral, vuelve a hurgar en crímenes y pecados, esta vez entre dos hermanos. La pieza es su segunda incursión en teatro luego de "Algo sobre el amor" en la que tiene el control total del producto, a diferencia de lo que ocurrió en dos experiencias anteriores como "Cuatro cuartetos" y "El asadito". Postiglione, también director de las películas "El cumple" y "La peli", su trilogía rosarina, dijo que está unido al policial por la literatura y el cine, con autores como Dashiel Hammett o Reymond Chandler, y filmes como "Sin aliento", de Jean-Luc Godard, pero también por ser "un gran consumidor de cómics". "Creo que es el género popular que más me gusta porque es como que traviesa todo: el entretenimiento, lo social, lo político", afirmó el director. "Brisas heladas", interpretada por María Celia Ferrero, Juan Nemirovsky, Adriana Frodella y María Eugenia Solana, se estrena hoy, a las 21.30 en Arteón (Sarmiento 778).
—¿Cómo definís esta segunda incursión en teatro?
—Esta obra tiene la estructura de un policial. Si uno busca un referente, está mas cerca, tal vez, de la literatura o el cine. La estructura del policial trabaja sobre la sorpresa, el descubrimiento de algo que estaba oculto. Y con un componente del realismo duro que en eso se emparenta con "Algo sobre el amor" en cuanto a ese realismo duro más seco, no tan romántico. Pero la obra tiene una dosis de humor, por momentos de comedia que la atraviesa al principio, y que para mí la hace bastante más amena. Incorporamos disparos, efectos y cosas divertidas de hacer y bastante contundentes.
—"Algo sobre el amor" también tenía un trasfondo policial...
—Sí, empezaba como una cosa más de relaciones, de historias casi costumbristas y se iba transformando en una historia policial. En "Algo sobre el amor" se revela un crimen. En "Brisas heladas" el crimen está frente al espectador. Quizás la diferencia es que de entrada el género se te propone cuando empieza.
—¿Qué influencias tenés de la literatura?
—La trama tiene un entrecruzamiento. "Algo sobre el amor" lo empecé a trabajar a partir de un relato de Raymond Carver y algo de Chejov. A diferencia de las películas, las obras me surgen a partir de pensar en otra obra previa. Acá parte de una idea que me gustaba de dos hermanos, como en "Torrentes de amor", de John Cassavetes, y se entrecruza con algo parecido a "Perros de la calle". Está entre (Quentin) Tarantino y Cassavetes.
—¿Cómo son los personajes?
—Es la historia de una hermana que llega a la casa del hermano, Mabel ella, Bruno él, en una noche muy particular donde el hermano lo que menos quiere es que llegue su hermana a visitarlo. Lo que sucede a partir de ahí es ver cómo esa bomba que está por estallar durante esa larga noche en donde Bruno está esperando resolver un tema a partir de un delito, un crimen que cometió. Su socio en este crimen es la mujer de su jefe, que también está presente en la obra. Mientras la obra transcurre tenemos un presente narrativo que va en forma paralela. Es un interrogatorio en el que nos enteramos de los elementos que nos sirven para articular la trama. Se ve un tiempo presente que es el interrogatorio policial, y el pasado inmediato que es lo que sucedió esa noche entre esos dos hermanos y la mujer del mafioso. Estos dos relatos se van intercalando a medida que avanza la trama.
—¿De dónde surge tu interés específicamente por este género?
—Por el cine, por la literatura y por la historieta. Yo soy un gran consumidor de cómics también y el cómic trabaja mucho sobre el policial, y (la obra) visualmente tiene una estética de cómic en términos de personajes. Creo que es el género popular que más me gusta porque es como que traviesa todo: el entretenimiento, lo social, lo político. Es como una excusa para contar un montón de cosas. Pensá que desde Sam Spade, el personaje de (Dashiel) Hammett o las novelas de (Reymond) Chandler que de alguna forma eran novelas negras, pero que tocaban el entorno, el contexto. Y pasamos después a la historieta argentina que tomó eso. Y en el cine hay casos para tirar para arriba. La primera película de la Nouvelle Vague de (Jean-Luc) Godard es un policial, "Sin aliento". Por otro lado, en términos de teatro, quizás también traté de escribir una obra que me gustaría ver. Es un género que no envejece.
—Mencionaste lo popular y el teatro. ¿El teatro es una actividad popular comparable al cine?
—Hay diferencias , obviamente. Pensando en esto justamente la comparación que me surgía era que hacer una película es como grabar un disco y hacer una obra de teatro es como tocar en vivo. El teatro es popular, pero es mucho más reducido en público. Pero uno apuesta a lo popular. A mi me encantaría que a la obra la vaya a ver un montón de gente. De hecho con "Algo sobre el amor" tuvimos suerte porque estuvimos dos años haciendo funciones con sala llena casi siempre. Eso es bastante gratificante.
—Más allá de lo gratificante, ¿cuál es el formato más efectivo para comunicar ideas?
—Creo que depende mucho de la efectividad de lo que uno cuente. Creo que si está bueno lo que uno hace es efectivo en todos lados. Hay una diferencia a favor del teatro donde tenés el actor en vivo a metros tuyo. Si está bueno, el impacto, la efectividad del relato o del discurso puede ser tan efectiva en uno como en otro.
—Tu película "Camino a Santa Fe" también era un policial...
—Era un policial mezclado con road movie. Había una mujer que había matado a un tipo y que se escapaba en un taxi.
—El cine argentino abordó bastante en los últimos años la idea del viaje. ¿Se abusa de algunas ideas?
—Demasiado inclusive. No sé si demasiado... el problema es cuando las empezás a ver repetidas. No es que las ves repetidas solamente, sino que ves los mismo planos. Cuando decís el tema del viaje, el mar, el sur, la costa uruguaya, y de golpe te empezás a encontrar con que los personajes se parecen, con que las imágenes se parecen. Ves que ahí empieza a dejar de haber un relato, una historia, para ver una forma que se repite. O una historia empieza a ser parecida a la otra. Quizás porque también empieza a haber preocupaciones similares o algo que la gente quiere contar.
—¿Se pierde la idea de relato a favor de la introspección?
—Eso ha pasado en mucho cine argentino reciente en exceso, es la especie de introspección existencialista quizás. Yo en eso a veces pongo el ejemplo de que cuando aparecen algunas de estas películas, no por cuestionarlas ni por criticarlas, pero el existencialismo en el cine, si uno se pone a pensar, uno debería remontarse a Antonioni, con "La aventura" o "Eclipse", esas películas más de la nada, de que no pasaba nada, pero también tenía que ver con una cuestión cultural y propia de la posguerra de Europa, de la crisis de la juventud en ese momento. Creo que ahora a veces lo que hay es más crisis de ideas que de cuestiones emocionales o ideológicas. Me parece que en esas películas no es que estén vacíos los personajes, sino que están vacías de ideas.
—¿Se pueden llegar a convertir en películas "Algo sobre el amor" y "Brisas heladas"?
—Mirá, "Brisas heladas" ya tiene un guión. Justamente porque la estructura del policial es adaptable a soportes distintos. No la misma obra, pero sí la misma idea. Esa misma idea es un proyecto que, si todo funciona como creería que puede llegar a funcionar, quizás a fin de año podría estar filmando la misma película que estoy planteando como obra de teatro.