“Que esta imagen no se borre de sus mentes”. Una frase inquisidora, que recuerda reclamos y cuentas pendientes. Alrededor, siluetas pintadas en la calle y nombres propios que exigen no ser olvidados. Y manchas de sangre y zapatillas tiradas, como desgarradores símbolos de ausencia y dolor. La calle como escena de crímenes que se repiten e interpelan. De esa manera, reforzando trazos y exponiendo artísticamente su angustia, la cooperativa Pariendo Justicia acompañó con esa intervención a los familiares de víctimas de violencia institucional, inseguridad y jóvenes victimas de narcotráfico, frente a la sede local de Gobernación.
El primer reclamo de este colectivo, integrado por mujeres que son parientes de víctimas de la ciudad y la región, apunta a la necesidad de visibilizar esta problemática que azota a diario a los rosarinos. Ese es su principal desafío, que estas puestas en este tipo de manifestaciones públicas ayuden a conocer la naturaleza de su lucha.
Desde ese anclaje y esa autoridad, transformando el dolor en mensajes de resistencia, apuntalan sus acciones. Así lo contó Gabriela Vega, integrante de la cooperativa. “Nuestra lucha es que se sepa lo que pasa todos los días en esta ciudad. Sobre todo en los barrios, porque en el centro no se vive de la misma manera”, advirtió Vega.
“Esto se profundiza en los barrios. Si bien el dolor está en todas las pérdidas, no es lo mismo afrontarlo cuando tenés recursos económicos, acceso a la salud y a otras herramientas de abordaje. Por eso, nos reinventamos desde el funcionamiento de una cooperativa”, contó.
En su recorrido de búsqueda a un umbral de Justicia que nunca termina de llegar, este grupo de mujeres corajudas suele vincularse y tejer lazos con otros colectivos con objetivos similares. Siempre con la intención de no sumar más dolor a tanta aflicción. Y estas pintadas surgen como respuesta a ese mecanismo propositivo que enaltece y multiplica su alcance.
Más allá de algunos cuestionamientos, ellas se muestran orgullosas de caminar ese sendero, de tomar fuerzas de sus más asfixiantes flaquezas, de reinventar su lucha exigiendo Justicia, haciendo oir sus reclamos a través del arte.
“Hasta ahora no hemos tenido la repercusión que anhelamos en los medios de comunicación, pero nuestro pedido es que esto se corte de una vez por todas, pero no vemos decisión política. Por eso, en cada marcha, en cada manifestación, en cada intervención queda claro que continuaremos nuestra lucha”, destacó Vega.
“Y, desde ahí, siempre acompañamos a grupos de personas que persiguen metas y necesidades similares a las nuestras”.
El nombre “Pariendo Justicia” logra graficar con claridad las complicaciones que tienen para que sus exigencias lleguen a quienes toman las decisiones en materia de seguridad. “Somos un grupo de mujeres que nos encontramos en la lucha, atravesadas por lo mismo. Por eso, decidimos juntarnos y armar una cooperativa. Queda claro que es dolor el que nos unió”, confió Vega.
Y comentó que “a pesar de las dificultades que encontramos, nunca apuntamos a una mirada punitivista”. Y explicó la visión de este colectivo: “Venimos de los barrios, de zonas de derechos absolutamente vulnerados. Más allá de que nos mataron a todas algún familiar, no queremos venganza. Eso no conduce a nada. Creemos en los procesos en las cárceles para los culpables. Siempre desde una mirada de amor y contemplativa. Por eso hacemos talleres en las cárceles”.
Talleres
Estas valientes mujeres realizan actividades en el Centro Cultural La Toma (Tucumán 1349). Allí, suelen reunirse, cada 15 días, a disfrutar de tareas de bordado y tejido, entre otras. La intención de este grupo es mantener este espacio de encuentro, reunión, y de convocatoria para quienes atraviesan instancias parecidas. Y también les sirve para idear las próximas intervenciones del colectivo.
Además, la cooperativa Pariendo Justicia suele acudir a las cárceles para llevar adelante talleres y actividades de apoyo social. Con ese mismo espíritu, de visibilizar la inseguridad y la violencia, están armando un seminario que se dictará en el mes de septiembre en el Normal Nº 3.