En la sección Opinión de La Capital del día 8 de agosto leí de Juan Arias del diario El País de Madrid: “¿Vale la pena leer diarios?", escrito que en sentido psicológico, a mi modesto entender, cabría una reflexión o una especie de inversión sobre el punto, “intoxicación por lectura de diarios”. Concepto que estimo como una lógica empírica o de una inducción que supone resultados generales sobre una abstracción metodológica del conocimiento rutinario y no netamente filosófico. “Algo así como poseer totalidad del saber sin tener conciencia de cada objeto en particular” (Aristóteles). El periodismo, junto con la pedagogía y la filosofía, son ciencias de contenido social y éticos. "¿Vale la pena leer diarios?". ¡Sí y mucho!, porque es el mejor medio educativo y filosófico. Incluye cotidianamente una multitud de conocimientos dentro de un congestionado universo de esferas que, inexorablemente en cada una de ellas topamos con una reflexión que grande o pequeña mueve a diversas operaciones dentro de nuestra psiquis. El periodismo, como inteligente discípulo, una vez que aprendió las reglas de la pedagogía y de la filosofía se separó de ellas y, reclamando sus derechos en una fecunda oposición contra los demás medios, ejerce una vigorosa competencia ya que su palabra impresa es fuente nutriente de la historia universal. El periodismo escrito es de convencimiento prioritario: reflexión, formación ética y moral, tanto para la educación social y escolar-trámite que La Capital lleva a la práctica-, como así también, en facultades y universidades. El diario no se puede dejar de leer un solo día ya. Sus principios ponen ante nuestro ojos temas correspondientes a valores del vivir y del actuar. Y así, la ética periodística regida con dignidad y moral, ejerce presión externa en pos de una axiología que dignifica la calidad del medio.