Vivimos tiempos de transición. Sucesos imprevistos anticipan la muerte de lo viejo. El consciente colectivo de nuestra especie agiliza su madurez espiritual y exalta la razón. El hombre pensante emerge entre la arrogancia y la cerrada inteligencia, entre la muerte y el dolor. Surge entre la convicción de los que mienten y la actitud soberbia de quienes dicen poseer la verdad. Es la materia gris conectándose millones de veces para transmutar por hartazgo, pesimismo en esperanza. Camina por las calles de mi bendita patria, segura, sin apuros, haciendo historia, rompiendo los cepos que impone la moderna esclavitud de la opinión, especialmente aquella que suele garantizar bienestar por tener el garrote más grande. "El hombre de gris" que nos legara la asombrosa profecía de Solari Parravicini, no necesita de líderes políticos gurúes o guías espirituales. Se sustenta en la evolución de la masa crítica que implacable, rechaza ineptitud, agravio fácil, mensajes irritantes y una larvada división entre hermanos. No usa palabras para hablar, pues dispone de signos para comprender, entre otras cosas que salvar al pobre no es darle pan, sino ayudarlo a enfrentar su destino y superarse por sus propios esfuerzos, descubriendo que no puede nada si no sabe primero reconocer a sus semejantes. "El hombre de gris" ilumina y consuela a los que sufren sin darse cuenta que lo mejor de su persona, se debe a la superación de mil dificultades. Serán raíz de la nueva Nación. "Nuevo Sol, nueva luz. El árbol seco de la Argentina sabrá de una era de nueva lluvia. Llegará hacia su suelo la bendición luego de lucha seria, de encuentros y desencuentros, de soberbios en gritos y de gritos vencidos. Llegarán tres jefes y dirán. No serán, más después serán en fuerza y verdad. Ellos llamarán al hombre a ser y éste será. El será un hombre gris". (Profecía año 1938 de Solari Parravicini, Tomo II, recopilado, publicado y con derechos del autor: Ingeniero Sigürd von Wurmb).