El canciller Santiago Cafiero sostuvo que la exportación es “la única salida” para la economía argentina, ante la “nula capacidad” de endeudarse. Y convocó a la industria, en particular la automotriz, a sumarse a los nuevos vectores del salto en las ventas al exterior. El ministro disertó, junto al secretario de Desarrollo Productivo de la Nación, José Ignacio De Mendiguren, en la apertura del Capítulo Automotor del décimo Foro Empresarial del Mercosur.
“Ante la nula capacidad de endeudarnos, producto del brutal endeudamiento que tuvimos, la salida exportadora es la única salida, la más virtuosa”, afirmó.
La fragilidad de reservas en el Banco Central cuesta caro. El precio es la inestabilidad macroeconómica. En situaciones acuciantes, las naciones del globo recurren al crédito externo pero Argentina agotó esa posibilidad.
Y exportar, como dijo Cafiero, es una salida virtuosa. Su virtuosismo consiste en articular producción local para el mercado internacional con generación de trabajo argentino. Es decir, una salida exportadora inclusiva y, hasta ahora, el único sector que puede lograrlo es el industrial.
En el acelerado proceso de descomposición de la globalización la industria regionalizada parece ser el norte del desarrollo.
La integración regional de mayor complejidad industrial en la que participa Argentina es automotriz. Las exportaciones del complejo automotor crecieron un 13% interanual en el período enero-mayo apalancados sobre la mayor producción de autos de los últimos 7 años. De acuerdo a los datos del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), en el periodo se manufacturaron 242.255 unidades, un 19% por encima de los niveles de 2018.
El quinto mes del año, experimentó un incremento productivo del 15% con respecto al quinto mes de 2022. Desde Cepa aseguran que ello fue impulsado por el desplazamiento del dólar en el intercambio comercial con China. La mitad de las exportaciones provenientes del país asiático ya se realizan en yuanes y el sector automotriz es uno de los principales usuarios.
No son pocos los funcionarios que desearían que los números del sector se contagien por el resto de la economía nacional. Pero ello requiere de una estrategia productiva regional de largo plazo. Aún así, es entendible que en la desesperada situación coyuntural, la minería y la explotación hidrocarburífera, que se suman a la provisión de divisas de la potencia agrícola, produzcan suspiros y ansiedad en el gobierno. Exportar todo y a toda hora parece ser el objetivo.
El secretario de Desarrollo Productivo parece percibir la encrucijada. Abogó por una Argentina que pueda “participar con el desarrollo de tecnologías propias”, al tiempo que resaltó la decisión del gobierno de acompañar al sector automotor “en una rápida integración”, en el marco de “una verdadera revolución” en la transición hacia la movilidad sustentable, con vehículos híbridos o 100% eléctricos.
“La Argentina no quiere limitarse a ser un inquilino de los recursos naturales que tiene, le encantaría ser propietario: no sólo quiere incorporar tecnologías y productos terminados, quiere participar con el desarrollo de tecnologías propias, que el activo que significa tener estos minerales nos de la alternativa de tener desarrollo tecnológico propio”, enfatizó.
El desafío del país que viene consiste en vincular sus nuevas capacidades de recursos naturales, el inevitable proceso de regionalización, y el fortalecimiento industrial que permita alcanzar un salto cualitativo en la agregación de valor con inclusión.