El hilo aguamarina que sujeta las hojas de Costura invisible anuncia la delicadeza con que Rosana Guardalá ha tejido las hebras de los poemas que lo componen. La plaza cortada en dos soles por Artigas; los turistas de una ciudad lejana, extranjera; un último silencio compartido; una feria de domingo donde del amor solo quedan sus restos forman Hilachas, primera parte de Costura…
Las acciones de tejer un nido, precario y tibio, en una casa ajena, espacio cálido pero transitorio, condensan el sentido de esta primera parte. Sin embargo, las hilachas no son aquí restos. Más bien son hilos que serán reconducidos, mediante gestos amorosos, a nuevas formas de decir. Nuevos modos que, para tomar impulso, necesitarán remontarse y detenerse en celebrar genealogías y filiaciones. Así abre Hilvanes, donde las cejas rubias y anchas de su abuela persisten en ese yo que escribe. Y es el mismo que da lugar, en el siguiente poema, a las manos de la hermana, quien en un gesto mecánico repite la labor de "cortar, sujetar, coser la tela".
El cuerpo es también un espacio donde la poesía de Guardalá se hilvana.
"Hay/ tiempos pálidos/ en los que me estiro el pescuezo/ queriendo deshilachar/ el ruido/ espasmódico/ que actualiza en mi cuerpo/ la sensación de miedo/ que aprendí" escribe en el cuarto poema que integra Hilvanes. El carraspeo como destino en esa abuela y en esa nieta ante el miedo que acecha; cuerpos y nombres que en lugar de borrarse por la ausencia o a fuerza de tanto repetirlos, actualizan sentidos y sentires. En el poema siguiente escribe las advertencias de una madre ante las reiteradas llamadas de su hija, de esa palabra que, todas sabemos, sea quizás la única que no se borre ni siquiera cuando perdamos la conciencia.
"El sonido temprano/ de una sílaba doble/ dispara la instantánea/ de mi infancia:/ me vas a borrar el nombre/ de tanto decirlo,/ Mamá nos advertía/ mientras tendía la ropa".
En una entrevista con la periodista Pau Turina, Rosana Guardalá explica: "Si bien creo que hay un único hilo que atraviesa todo, entre una parte y otra (Hilachas e Hilvanes) se dan diferentes modos de encontrarse y también de desencontrarse. Me interesa eso, creo fervientemente que encontrarse con otres puede ser poético".
Y más adelante, en relación con la observación de la vida desde el detalle y la sensibilidad, afirma: "Siento que esa mirada es la que despabila a mi vista y mi tacto. Me interesan el detalle y las personas que se demoran en él. Creo que la vida sin ese retazo de demora, se hace insoportable e infeliz. Me gusta pensar que el detalle es el que nos permite hacer tangible el mundo, las sensaciones, los afectos."
Y es que Costura invisible es un libro escrito en y desde el afecto. "Estoy acá, al lado tuyo" escribe Rosana y en esa escritura nos invita a habitar un tiempo "en que el viento/ calla/ los gritos/ los dolores".