Las diferentes posturas irreductibles (“grietas”) entre las agrupaciones políticas se acrecientan exponencialmente a medida que se aproximan los tiempos electorales, reflejándose en el ejercicio de las funciones que competen al Poder Legislativo.
Foto: Archivo / La Capital.
En el Congreso se acordó la actualización de las dietas de sus miembros.
Las diferentes posturas irreductibles (“grietas”) entre las agrupaciones políticas se acrecientan exponencialmente a medida que se aproximan los tiempos electorales, reflejándose en el ejercicio de las funciones que competen al Poder Legislativo.
El maniqueísmo, una cualidad deplorable inherente al “ser nacional”, se expone con desenfado en declaraciones y actos altisonantes en cuyos contenidos prepondera la descalificación, la chicana y el insulto al adversario. Esas cloacas verborrágicas relegan o ignoran propuestas superadoras encaminadas a la solución de los graves problemas que aquejan a nuestro país.
Pero, recordando una expresión de Ricardo Balbín, existe una “coincidencia básica” que asocia, sin exclusiones, a todos los integrantes de los cuerpos legislativos: la actualización de las dietas de sus miembros, expresión que no se refiere a los cuidados alimentario.
Un anhelo de quienes habitamos estas comarcas refiere a que esa coincidencia, fundada en legítimos intereses personales, se traduzca por parte de nuestros representantes constitucionales en actos que lleven a la práctica el objeto sintetizado por el preámbulo de nuestra Carta Magna: “Constituir la unión nacional, consolidar la paz interior, promover el bienestar general…”, con total respeto al derecho de disenso.
Para ello es preciso el despliegue de la cualidad proclamada por Montesquieu, de la esencia del sistema republicano: la virtud.
Enrique Jorge Arévalo