"La reforma universitaria es una herencia y como toda herencia es incómoda. Hoy todos se dicen reformistas, por lo tanto hay que disputar ese significante", propone Diego Tatián, doctor en filosofía, investigador del Conicet y hasta hace poco decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Precisamente sobre la casa de altos estudios cordobesa advierte que se despliega una "contrarreforma" que la transformó "en un laboratorio del Ministerio de Educación macrista".
Tatián estuvo días atrás en Rosario, para inaugurar un ciclo de conferencias organizado por la Agrupación Docente Nicolás Casullo de la UNR, de cara al centenario de la Reforma de 1918. Rescata el espíritu emancipatorio y latinoamericano de la gesta de Córdoba y advierte que la principal amenaza a la autonomía universitaria hoy no radica en el poder religioso o político —como en otras épocas— sino en el avance del mercado. Y frente a ciertas políticas que desprecian o relativizan el valor de las ciencias sociales hace un llamado a rescatar el "derecho a la humanidades".
Para Tatián, la Reforma del 18 hoy representa una "herencia incómoda", al punto que "en la Argentina y en Córdoba no hay nadie que no se diga reformista, y como reformistas son todos... hay que disputar ese significante". La Reforma Universitaria y el Cordobazo son para el filósofo dos grandes mitos que tiene hoy la provincia mediterránea, pero que como tales "cumplen una función conservadora y de autocomplacencia" y que desde entonces "en Córdoba no ha pasado nada". Por eso sostiene como hipótesis cultural que "todo lo que social, política y culturalmente relevante sucedió en esa provincia en su historia fue contra Córdoba o pese a Córdoba".
El doctor en filosofía describe a la Reforma del 18 como un hecho esencialmente emancipatorio: "De nada vale la repetición vacía de consignas de hace cien años, como si en el mundo no hubiera pasado absolutamente nada. La mayor amenaza es hacer del centenario una conmemoración puramente protocolar y solemne, vacía de sentido emancipatorio". Ante ello, propone recuperar historiográficamente "cosas que han sido soslayadas o dejadas de lado, como el obrerismo de la Reforma", ya que varios de los principales referentes de la misma antes del 18 habían fundado instituciones de educación obrera. Recuerda que incluso durante la toma de la Universidad, los sindicatos obreros apoyaron la protesta estudiantil y hasta coordinaron una logística para pasarles comida.
Sin embargo, advierte que lo más interesante en este debate son los escritos de la década del '30, cuando los reformistas hacen una revisión de los acontecimientos que los tuvo como protagonistas: "Deodoro Roca —uno de los líderes de la Reforma— pensaba que todas las ciudades del futuro iban a ser ciudades universitarias. Pensaba a la universidad como sujeto de transformación social que iba a irradiar a todos los niveles. Bueno, todo eso se hace añicos en el '30, los reformistas aceptan la derrota y es cuando Deodoro Roca dice que no habrá reforma universitaria hasta tanto no haya una reforma social. La confianza que desde la universidad se podía transformar a la sociedad se destruye y la única posibilidad es una transformación social".
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Tatián junto a Agustín Prospitti, de la agrupación docente Nicolás Casullo.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
La contrarreforma
Pese al consenso político en reivindicar a la Reforma, Tatián alerta que en estos momentos la Universidad Nacional de Córdoba se transformó "en un laboratorio del Ministerio de Educación nacional macrista, para llevar adelante un conjunto de políticas de contrarreforma, como está sucediendo en la Argentina, enmascarada con el nombre de Reforma universitaria". En ese contexto juzga "fundamental recuperar el significante reformista". Entre esas políticas menciona la modificación del estatuto que habilitó la elección directa del rector y los decanos, pero con ponderación de facultades y de claustros, "con lo cual cuatro Facultades prácticamente son las ponen al rector y condenan a la irrelevancia política a las facultades humanistas, científicas y artísticas".
Cuenta que incluso los estudiantes irrumpieron en la primera asamblea universitaria para impedir ese cambio de estatuto y hubo quienes "en nombre de la Reforma se rasgaron las vestiduras, cuando no hace falta más que recordar que la Reforma del 18 fue la interrupción de una asamblea universitaria".
El avance del mercado
El ex decano de Filosofía y Humanidades de la UNC rescata como concepto base y fundamental el latinoamericanismo de la Reforma: "Estamos viviendo una hora americana", sostiene en el primer párrafo el texto del Manifiesto Liminar. "Eso fue más una expresión de deseo, porque si eso tuvo algún viso de existir fue casi cien años después, con un sentimiento de fraternidad continental", apunta el filósofo en referencia a los gobiernos de corte popular de América latina en los años recientes.
Retomando los conceptos del politólogo rosarino Eduardo Rinesi —quien abogó por "el derecho a la universidad"— Tatián convoca a un movimiento basado en el "derecho a las humanidades, en el mismo sentido que Jacques Derrida en los 80 lanzó el derecho a la filosofía, cuando hubo una amenaza concreta de sacar de las escuelas medias francesas la asignatura filosofía".
El rescate de las humanidades es para Tatián de vital importancia ante lo que advierte un avance del mercado, incluso con léxicos "trasladados del mundo empresario (como calidad o competencia) e incorporados a la universidad como si fueran la cosa mas neutral". Por eso aclara que "ser reformista hoy también es levantar una crítica a la lengua con esa banalidad".
A esos "ecos empresarios" el investigador de Córdoba también los advierte a la hora de entender el concepto de autonomía. Así, sostiene que "hoy la mayor amenaza a la autonomía universitaria no proviene tanto del poder religioso o político (como en otras épocas), sino de la vulneración del pensamiento crítico por parte del mercado". Y a modo de ejemplo cita el llamado Proceso de Bolonia realizado en Europa, que significó "la reducción de la formación a tres o cuatro años, y la complementación de los estudios de la mano de posgrados que en la mayoría de los países salen una fortuna, con lo cual hay una bancarización de la universidad y los chicos para terminar sus estudios contraen una deuda bancaria hasta que se mueren". El peso del mercado también lo advierte en la conformación de consejos consultivos de las universidades: "Son espacios interesantes si uno lo piensa que pueden estar sentados ahí sindicados, organizaciones sociales, etcétera. El problema es que en las universidades españolas los que están ahí son CEO's de Carrefour o Monsanto y que tienen intervención directa en la currícula académica. Hasta hay maestrías que se pueden hacer en esas empresas".
La trampa de formar "para la incertidumbre"
En la disputa por los significantes de las palabras, Tatián también reflexiona sobre la propuesta del ex ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, quien durante su gestión sostuvo en varias oportunidades la necesidad de formar a las nuevas generaciones para que "aprendan a vivir en la incertidumbre y disfrutarla".
—¿Qué implica como concepto pedagógico la idea de formar jóvenes para que aprendan a disfrutar de la incertidumbre?
—Es una gran frase filosófica la idea de vivir en la incertidumbre. Lástima que lo que está diciendo Bullrich es: "Te vamos a sacar el laburo". Eso es lo que está diciendo. Aprender a vivir en la incertidumbre es saber que vas a perder el trabajo, que no hay nadie que te proteja ¿Qué significa eso para los estudiantes? Bueno, les están diciendo que hay un mundo en el cual algunos van a tener oportunidades y algunos no las van a tener. Por más que te formés en la universidad o estudies, hay una alta probabilidad de que quedes en la calle en cualquier momento. Esto es lo que está diciendo Bullrich. ¿Qué significa internalizar eso? Yo creo que no va a ser tan fácil. En la Argentina hay una tradición que no es la de Chile. Y no es fácil que esto prospere sin resistencia.