Junto a Calamaro, el Indio Solari reeditó el mito ricotero en La Plata
Uno de los artistas más trascendentales del rock argentino, Carlos Solari, y su público, uno de
los más fieles y numerosos, tuvieron el sábado su celebración, conocida como Misa India, en la que
60 mil personas rebasaron la capacidad del Estadio Unico de la Plata. En el particular cierre de
2008 el Indio presentó a Andrés Calamaro en rodeo ajeno, quien cantó en tres oportunidades.
Anoche tocaban nuevamente.
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Video: "El salmón" en
vivo
22 de diciembre 2008 · 01:00hs
Uno de los artistas más trascendentales del rock argentino, Carlos Solari, y su
público, uno de los más fieles y numerosos, tuvieron el sábado su celebración, conocida como Misa
India, en la que 60 mil personas rebasaron la capacidad del Estadio Unico de la Plata. Como cierre
de un 2008 que lo tuvo abandonando su ostracismo, el Indio Solari se presentó en La Plata también
ayer para mostrar su disco "Porco Rex", repasar temas de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y
presentar a Andrés Calamaro en rodeo ajeno, quien cantó en tres oportunidades.
En un concierto que duró más de dos horas, Los Fundamentalistas del Aire
Acondicionado de Solari demostraron ser una de las más talentosas bandas de la escena local.
La dupla que integran Baltasar Comotto y Gaspar Benegas en guitarras conducen la
banda con un estilo y sonido arrasadores, apoyados en la base formada por Marcelo Torres en bajo y
Hernán Aramberri en batería, a los que se suman Alejo Von Der Pahlen en saxo y Ervin Stutz en
trompeta, más Débora Dixon y Luciana Palacios en coros.
A saltar un poco. El concierto comenzó a las 22.15 cuando toda la gente estuvo
dentro del estadio. El Indio eligió tres canciones de "Porco Rex" para abrir la serie —el
homónimo, "Pedía siempre temas en la radio" y "Ramas desnudas"—, a través de las cuales el
público demostró que se ha adaptado al nuevo material.
Aunque el estallido se produjo cuando el Indio dijo: "Sé que hace calor pero nos
va a hacer bien saltar un poco". Ante esa mención la banda arrancó con los clásicos ricoteros "Me
matan, Limón", "Rock para el Negro Atila" y "Divina TV Führer" que sonaron impecables y sacudieron
hasta la emotividad a la gente, sobre todo cuando el cantante repitió su histórico baile parecido
al de un chamán indio.
Luego sonaron "Pabellón Séptimo" de "Bingo Fuel" y "Bebamos de las copas lindas"
de "Porco Rex" tranquilizando a una multitud.
Sube el salmón. Pero la velocidad y la necesidad de pogo llamaron y el Indio y
sus muchachos respondieron con ardientes versiones de "Ella debe estar tan linda", "Nadie es
perfecto" y "Ñam fri fru fi", tres inoxidables himnos ricoteros.
En ese tramo subió a escena el primer invitado, el baterista Martín Carrizo, ex
de Gustavo Cerati en la etapa "Bocanada" y de Walter Giardino en "Temple". Demostrando que es uno
de los mejores del medio local, Carrizo le dio color a "Por qué será que no me quiere Dios".
A continuación llegó uno de los momentos más esperados. Apareció Calamaro y
todos juntos se despacharon con "Veneno paciente", que los dos cantaron en "Porco Rex". Luego
entregaron una versión antológica de "Esa estrella era mi lujo", un clásico de los Redondos. El
final de la participación de Calamaro fue con "El salmón", que el Indio había versionado en un
disco homenaje y que sólo debió coronar con un "los artistas populares no son nuestros enemigos" a
manera de reto a la ortodoxia ricotera que silbó tibiamente a Calamaro.
El pogo mayor. Dicho esto, Solari cantó "Mariposa Pontiac", la bellísima "Un
ángel para tu soledad" y guardó un lugar para "Juguetes perdidos".
A los bises, Solari se despachó con la hermosa "Flight 956", que suena muy Tom
Petty, uno de los artistas preferidos del cantante. El final era inevitable y llegó como siempre de
la mano de "Ji Ji Ji", momento en el que Solari y la gente revalidaron aquello del "pogo más grande
del mundo". Y es innecesario decir que el estadio, de los mejores del país, tembló cuando la gente
bailó feliz.
La música se apagó y mientras para algunos fue la hora de decir adiós, otros
intentaban anoche repetir la ceremonia, cuando, al cierre de esta edición, otro ejército de almas
se daba cita en La Plata.