Cuando me enteré que estrenaban "Aquaman" no pude evitar que me corriera un escalofrío por el cuerpo. Dicen que cuando se te pone la piel de gallina, pero de verdad, es por un recuerdo que te sacude en algún punto sensible. Algunos lo llaman la inteligencia emocional, otros la memoria emotiva, lo cierto es que cuando escuchás "Rapsodia Bohemia" por Spotify el random emotivo te lleva al pibe que fuiste en el 75, y cuando alguien grita un gol o festeja un campeonato, aunque no precisamente tenga que ver con el equipo de tus amores, te evoca la pasión que sentiste cuando gritaste un gol en la canchita de atrás de los Monoblocks de Pellegrini e Iriondo o cuando te fuiste al Monumento a festejar porque Muñoz se desgañitaba en la radio gritando "¡campeón!". Bien, entonces cuando aparece este Aquaman, todo producido, con pelo largo, tatuado, musculoso y con facha de galán de cine (tenía que ser), uno no puede dejar de mirar con cierta nostalgia a aquel Aquaman, al primero, al de verdad. A ese rubiecito con remera naranja con escamas y un shortcito verde con la A pintada de amarillo. Todavía escucho la voz de Antonio, el diariero de barrio Bella Vista, cuando me decía con su voz disfónica: "La de Superman no la tengo, la de Batman tampoco, ¿querés Aquaman?". Y cómo no comprarla. Era la tercera opción sí, pero era Aquaman. Parece paradójico que justo en la flojísima película "Batman vs. Superman" se presentó a este Aquaman 2.0. De la misma manera en que Antonio me lo presentaba entre las opciones disponibles, ahora los popes de la industria te están diciendo "ya hicimos Batman, también Superman, y hasta Batman vs. Superman, recién ahora te vamos a ofrecer a Aquaman". Y es una injusticia para este personaje, pese a que, otra paradoja, Aquaman es uno de los fundadores de la Liga de la Justicia. Ahora bien, ¿qué tenía Aquaman que nos maravillaba de pibes? No lucía poderes estrambóticos, ni era el más poderoso de todos, ni volaba como El Hombre de Acero o era súper hábil como El Hombre Murciélago. Pero Aquaman tenía un plus único: respirar bajo el agua y comunicarse telepáticamente con todo el universo marino. En esta súper producción ya se habla de la batalla del mar contra la superficie y de esa cualidad de distinto que tiene Aquaman, en un momento en que la industria sabe que garpa realzar al diferente. Eso es marketing, dólares y prensa para las películas o series que se estrenarán de acá al 2022. Eso sí, nadie podrá quitarnos a aquel Aquaman de las revistas de historietas de los años 70 que después llamaron comic. Ese personaje inocente que luchaba contra todos y que respiraba donde nadie podía respirar. Soñábamos con ser Aquaman. Hoy, ya grandes y canosos, todavía soñamos con respirar cuando el agua te tapa. Y sentir que, por un ratito, todavía se puede dar batalla en esta falsa Liga de la Justicia.