A las buenas ideas hay que mostrarlas una vez, a lo sumo dos, si es una versión superadora, pero exprimirla por tercera vez parece tener poco sentido. Antonio Skármeta escribió y dirigió “Ardiente paciencia” en 1983. Esta primera versión española, basada en la figura de Pablo Neruda, tuvo un gran momento, pero, claro, nunca logró quedar en el imaginario colectivo como la segunda llamada simplemente “El cartero” (Il Postino), que en su versión italiana fue un hito en el 94, gracias a la historia de amor bien contada, pero mucho más por el contrapunto que lograban Massimo Troisi (el aprendiz de poesía enamorado) con Philippe Noiret (en el rol del poeta chileno) sumado a la sensualidad de María Grazia Cucinotta y la banda sonora de Luis Bacalov, que trajo un Oscar para la Argentina. Después de todo ese historial, ver la versión chilena, la tercera sí (¡la tercera!), suena a demasiado. Ambientada en Isla Negra, en momentos en que Neruda ya era una celebridad en la literatura hispanoamericana, empieza a tejer un vínculo intelectual y amistoso con Mario, un pescador que decide cambiar de trabajo para convertirse en cartero. Corrían los últimos años 60 y en medio de la cantidad de correspondencia que le lleva a Neruda nace un ida y vuelta. Mario le cuenta que está enamorado perdidamente de una mujer que recién conoció y Pablo le confiesa que lo acaban de convocar a la presidencia de Chile. Los gritos de “el pueblo unido jamás será vencido” poco le importan a Mario. El solo quiere escribir como Neruda para conquistar el corazón de su amada Beatriz. Pero tiene una mala idea: entregarle un poema de Neruda como propio sin saber que Beatriz es una poetisa fanática del autor de “Cien sonetos de amor”. Aquí se produce el nudo dramático, porque ella se ofende con la mentira, se va a vivir a Valparaíso y esa distancia dará lugar a un vínculo epistolar que agigantará el misterio del amor. La madre de Beatriz se resiste a que su hija fracase igual que ella con su ex marido y los papás de Mario se oponen a que él deje el oficio de pescador. En esa tensión de sentimientos, crece el romance a la par que Neruda declina su candidatura a presidencia para darle lugar a Salvador Allende. La trama se vuelve muy rosa y no le llega ni a los talones de “Il Postino”.