Casilda.— Cuenta que a los 5 años ya incursionaba por los escenarios junto a los más grandes del oficio. Asegura que no fue ella quien eligió al arte, sino que fue elegida. Y que no pudo decir que no. Hoy, a los 10 años, Nahir Mercado es la payadora más joven del país. Es de Casilda, y tiene la pasión y los sueños instalados a flor de piel.
La puerta de la vieja casa del barrio Alberdi se abre y una niña ataviada con boina, camisa blanca, pantalón gris azulado y botas saluda afectuosamente a LaCapital. Silvio, su papá, invita gentilmente con mate. La nena se acomoda y empieza a hablar, a decir, a contar...
"Yo al arte no lo elegí, en realidad él me eligió a mí. Yo acepté, le dije que sí y así estamos, andando por los caminos, conociendo lugares. Esto creo que pasó desde el día en que nací", dice desprejuiciada Nahir y asegura que la primera vez que subió a un escenario fue a los 4 años en el Festival de la Guitarra, aquí en Casilda.
Una larga tradición. La historia de los payadores en la Argentina tiene una larga tradición. Y quizás Gabino Ezeiza sea el más alto exponente de este arte repentista, de absoluta improvisación y con alto arraigo campero. Tras sus huellas va la pequeña Nahir, tratando de mantener su inocencia en ese mundo reservado a los adultos.
"Payar y tocar la guitarra fue algo entreverado. Me interesé mucho más por este arte la vez que conocí a los payadores en el Festival de la Tradición también acá en Casilda, que se hizo en la plaza Alberdi. Eso fue en 2005 y estaba Nicolás Membriani (de Rojas, provincia de Buenos Aires). En ese momento me invitaron a subir al escenario e hicimos un contrapunto".
La escucharon, llamó la atención su espontaneidad y las invitaciones fueron apareciendo. Es muy gestual al hablar y desde ese lugar da su punto de vista cuando se le pregunta qué significa ser payador: "Es un poeta repentista, un artesano de la copla que improvisa dándole forma a su idea. En muchos casos los temas que se abordan son pedidos a la gente en los encuentros o festivales. Se puede payar sobre un árbol o sobre un jinete, sobre cualquier tema", dice. Y casi como una obligación de seguir ampliando su idea, afirma que "el payador es como el boxeador. Cuando suena la campana, el hombre se queda solo. Con el payador pasa lo mismo cuando empieza a sonar la guitarra. Y al momento de parar la guitarra es como una estrella que alumbra y se apaga. Y se vuelve a encender cuando el deber lo reclama".
Nahir se toma su tiempo cuando le explica al cronista las distintas formas de armar una payada y aclara: "Cuando el payador está solo, eso es una improvisación. Pero mayormente la gente pide contrapuntos, que es cuando se toca un tema entre dos o más personas. Lo importante es mantener la coherencia y siempre respetar la métrica de los versos".
Cuando se le plantea la dificultad que significa en un contrapunto tocar la guitarra, estar atento a los dichos del otro payador y, sobre la marcha, ir pensando la respuesta al tema propuesto, la niña casildense asegura que "para muchas personas no es normal que se pueda hacer esto. Para mí es algo que llevo adentro, no sé si un don. Pero nací y moriré payadora. El payador no se hace, se lleva adentro. Sé que hay que enriquecer mucho el vocabulario y tal vez algunos piensen que hay que leer mucho. Pero se va juntando experiencia estando al lado de grandes personajes de este arte. Y además, es la vida misma la que te da el vocabulario. Tengo un montón de libros sobre la historia del arte del payador, pero no soy de leer mucho. Y a veces uso el diccionario cuando hay palabras que no entiendo".
Por todas partes. En su peregrinaje con la guitarra llegó a conocer muchos lugares de Argentina y también de Uruguay, otro país cuna de notables payadores. "Precisamente en Paysandú fue mi primera actuación grande. Después anduve por Barra del Chuy, Montevideo, Rocha, Maldonado, Punta del Este, Pando, Colonia, San Carlos. Y a mi país lo recorrí casi todo" aunque aclara que la mayor concentración de payadores se da en las provincias de Buenos Aires y La Pampa.
Un día de Nahir. La infancia transcurre entre la escuela, compartir momentos junto a su hermanita Natalia y las payadas: "Estoy terminando el 4º grado en la escuela Capital Federal, aquí en Casilda. Cuando me voy a alguna actuación llegamos a un acuerdo con las maestras. Me pusieron como condición para poder faltar que me tenía que ir muy bien en la escuela. A la tarde hago las tareas, duermo un rato la siesta, voy a buscar a mi hermanita al colegio, hacemos juntas su tarea, jugamos un rato y ya está. Los martes tomo clases de guitarra y todos los días practico un rato improvisaciones. Miro televisión pero no tengo programas favoritos ni tampoco soy de usar mucho la compu", resume.
Inocencia. Bromea mucho durante la nota. Es imposible esconder su inocencia. Sin embargo, cuando habla desde el lugar de la infancia sobre las mujeres payadoras en el país lo toma con seriedad: "No son muchas, pero son muy buenas. Están Argentina Salles, Verónica Remeikes, Liliana Salvat, Susana Repetto, Marta Suint y después vengo yo, la más chica". Precisamente junto a Argentina Salles, una payadora mapuche, Nahir llevará su canto por la Patagonia argentina en los próximos meses.
Y a modo de despedida, la pícara sonrisa de Nahir vuelve a transformarse en seriedad y sin mediar pregunta ni pedido asegura: "El payador sigue siendo la voz del pueblo. Algunos lo consideran el primer periodista oral. No es un decidor, ni un recitador, el payador es otra cosa".
Un regalo para La Capital
Como aquí han venido/ a hacerme una nota hoy/
y aquí lo digo yo/ que muy bien los he recibido/
Una hora hemos compartido/ yo lo diré desde acá/
aclarándolo además/ hoy con mis cinco sentidos/
que hasta mi casa ha venido/ el diario LaCapital/
Pero no era el diario en cuadro/ son la gente que lo publica/
y que estas cosas practica/ para irnos informando/
por eso les voy cantando/ este verso improvisado/
porque los tengo a mi lado/ y les diré sin demoras:/
los quiere la payadora/ llamada Nahir Mercado/