Si de algo saben los rosarinos es de ingeniárselas frente a las crisis. Mientras la inflación sigue golpeando el bolsillo, las familias se agrupan para hacer compras comunitarias y abaratar los costos de los alimentos. Aunque el fenómeno no es reciente, se acentuó pospandemia y cada vez son más las personas que eligen comprar en distribuidoras mayoristas y en el Mercado de Productores.
Según la última medición del Indec, el índice de precios al consumidor registró un alza mensual de 5,1% en diciembre de 2022 y acumuló un incremento de 94,8% en los doce meses de 2022. Los salarios no acompañaron el aumento desmedido de precios y la gente busca alternativas para ahorrarse unos pesos y garantizar las cuatro comidas diarias para sus familias.
Si bien las compras comunitarias no mueven la aguja en las ventas del Mercado de Productores Rosario, ubicado en 27 de febrero al 3600, cada vez son más los grupos familiares que se organizan para conseguir frutas y verduras a precios accesibles. Generalmente se juntan entre tres o cuatro y se abastecen para todo el mes.
En diálogo con La Capital, Gustavo Suleta, referente del mercado, destacó que no sólo es rentable desde el punto de vista económico sino que también muchos eligen esta opción por la calidad y la frescura de los productos.
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Las compras se hacen “a bulto cerrado”, por lo que es importante garantizar que sean varios los que vayan a consumir los alimentos para evitar que se pudran y no sólo desperdiciarlos, sino también gastar incluso más de lo que se ahorra. Tomates, manzanas, peras y bananas se venden en cajas que contienen 20 kilos. Berenjenas, zucchini, zapallitos y la lechuga en cajones de 10 kilos. En tanto, espinaca, acelga y rúcula se venden por paquetes de mínimo media docena.
El Programa Precios Justos, que fija topes por 120 días para un conjunto de productos con el objetivo de frenar la inflación, no incluye a frutas y verduras, lo cual genera disparadas como la que experimentó la semana pasada la manzana, que trepó a un promedio de mil pesos el kilo en verdulerías y supermercados.
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Hace justo un año, en enero de 2022, fue el tomate el que cotizó a valor “bolsa de comercio”. En una semana se fue de 150 pesos a 450 pesos el kilo. En ese momento se atribuyó la suba a la sequía. Ahora es la manzana, que también parece sufrir las consecuencias del clima.
Ante este escenario, hacer las compras en el Mercado de Productores Rosario es una opción más que tentadora. “Invitamos a todas las familias a que vengan a conocer y hagan sus compras en el mercado”, resaltó Suleta.
En distribuidoras
Las distribuidoras especializadas en la venta de alimentos y artículos al por mayor también notan el crecimiento, no solo de las compras comunitarias sino también de las compras mayoristas. Santiago Di Mauro, dueño de La Distribuidora, ubicada en Echesortu, contó a este medio que la gente se inclina cada vez más por comprar packs cerrados y persiguen las ofertas, fundamentalmente en los productos de consumo diario.
Según precisó, buscan brindar una amplia variedad en calidad y precios de la mercadería pensando en todos los bolsillos. Además, hacen promociones semanales en base a la demanda de los clientes. "Estamos abiertos a escuchar sus propuestas y organizar nuestro plan de ventas y ofertas", aseguró.
Los primeros días del mes, Billetera Santa Fe es el medio de pago más elegido. Cuanto más se acerca fin de mes aparecen las tarjetas de crédito o débito y Mercado Pago.
Las compras comunitarias y por mayor son algunos de los trucos que encontró la gente para amortiguar el incremento de precios en los alimentos. El rubro de alimento y bebidas no alcohólicas fue el que más aumentó el año pasado y acumuló un incremento del 95% en los últimos doce meses. En el acumulado de 2022, los incrementos de las líneas de pobreza e indigencia fueron del 100,3% y el 103,8%.
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Los consumidores también optan por otras opciones a la hora de elegir ropa y calzado. La feria americana El Roperito, emblemática en la región y hoy en pleno auge, es visitada cada vez más por habitantes de Rosario y la zona. La mayoría se vuelca a la ropa de segunda mano en búsqueda de mejores precios, principalmente por el contexto inflacionario y la pérdida del poder adquisitivo.
La lógica de la feria, entonces, se replica en garajes o patios techados de domicilios particulares de la zona metropolitana, donde se ofrecen productos de indumentaria de segunda mano, usados o de segunda oportunidad. En tiempos de vacas flacas, los rosarinos siempre tienen un as bajo la manga.