Los graves incidentes que protagonizaron hinchas de Peñarol y de Central antes del partido del martes por la ida del Grupo G de la Copa Libertadores de América fueron provocados por una cadena de responsabilidades, que van desde graves yerros en la organización del dispositivo de seguridad por parte de las instituciones estatales como el ministerio provincial y la policía, así como de la Conmebol y de los clubes, sin deslindar la cuota que les cabe a los simpatizantes de ambos equipos que participaron de los mismos, según algunos expertos en la materia consultados por La Capital.
“El operativo fue organizado en forma amateur”, opinó uno de los especialistas consultados, en especial por haber otorgado casi media tribuna popular baja de Génova a los hinchas visitantes, quienes entraron mucho antes. Algunos de ellos comenzaron los incidentes cuando arrojaron al menos seis bombas de estruendo y numerosos piedrazos hacia la popular alta, ocupada por los hinchas canallas, quienes respondieron con el arrojo de dos vallas de metal, que afortunadamente no alcanzaron a ningún simpatizante uruguayo.
Los hinchas de Peñarol llegaron en colectivos encapsulados, es decir que fueron escoltados por la policía y protegidos por un cordón de vallas desde la zona de la avenida Centenario de Rosario Central (el viejo Paseo Ribereño), sin contacto con los hinchas canallas. Sin embargo, cuando el colectivo con el plantel profesional de Central llegó al Gigante de Arroyito se encontró con los hinchas del Manya, casi si custodia policial en ese lugar, aunque felizmente no se registraron incidentes.
En contraposición, los casi 45 mil hinchas canallas que llegaron al Gigante debieron dar una infinidad de vueltas por la cantidad de calles cortadas por el vallado policial y, además, hacer al menos una cuadra de cola. “Yo soy socio hace 45 años, tengo platea y me tuve que comer una cuadra de cola para entrar al Gigante. Una cosa de locos”, bramó el Vasco, un hincha canalla, ante este diario.
Por su parte, Julián, un socio canalla de 25 años con platea por Cordiviola, reportó que “eran las seis y media, no podíamos entrar y había dos cuadras de cola. La gente empezó a empujar hasta que un hombre les dijo a un policía: «Abrí porque se pudre todo». Y ahí abrieron y entramos todos sin mostrar nada”.
Los 2.800 hinchas uruguayos entraron a partir de las 17 y llenaron rápidamente el sector bajo de la popular de Génova contra la platea del río, a diferencia del resto del estadio, que estaba semivacío. Los incidentes comenzaron apenas llegaron y varios hinchas de Peñarol arrojaron al menos media docena de bombas de estruendo y un sinnúmero de piedrazos hacia la popular alta.
“Me cayó una bomba al lado, que hizo una onda expansiva tan fuerte que creí que me había lastimado la pierna”, confió Juan, un socio canalla de 20 años.
A apenas unos metros, un nene de cinco años fue herida en la cara por un piedrazo, y fue socorrida inmediatamente por su padre. Ante estas agresiones, varios hinchas canallas reaccionaron y arrojaron dos vallas metálicas hacia los parciales visitantes, luego de mantener un forcejeo con los empleados de seguridad privada, uno de los cuales casi cae al vacío al intentar que no las arrojaran.
Los incidentes amainaron durante el partido, luego de que la policía repusiera el vallado que habían tirado los hinchas visitantes hacia el lado del pulmón, y fueron contenidos por un pelotón de la Guardia de Infantería, con armas largas antitumulto.
Sin embargo, tras la victoria de Central, los jugadores visitantes fueron a saludar a sus hinchas y algunos de ellos discutieron y uno agredió a un personal de seguridad al arrojarle un golpe, primero, y tomarlo del cuello, después. En medio de los forcejeos, un plateísta local arrojó un proyectil liviano -a priori sería un encendedor- que pegó en la cara de un jugador uruguayo.
Finalmente, uno de los expertos consultados por este diario sostuvo que “lo único que hicieron bien los organizadores del operativo fue encapsular la llegada de los hinchas uruguayos hasta el estadio, pero después hicieron todo mal: no es admisible poner a una hinchada abajo y a otra arriba sino que deberían haberles dado la mitad del espacio en ambas tribunas, una alta y una baja, y separarlos por el pulmón a ambos costados”.