La toma de decisiones es uno de los procesos más complejos en la mente humana. ¿Por qué a veces frenamos frente a la luz amarilla del semáforo, pero otras veces cruzamos? ¿Por qué vamos a un restaurante con la firme idea de comer un plato, pero al ver la carta, decidimos repentinamente cambiar nuestra elección? ¿Por qué la primera intuición, intuitiva sobre una persona, puede ser correcta?
Diego Maradona festeja el gol a Inglaterra, Mundial 1986
Diego Maradona festeja el gol a Inglaterra, Mundial 1986
En el fútbol, una decisión debe ser tomada muy rápidamente y con precisión. Fracciones de segundo en la toma de una decisión separan el fracaso del éxito. La velocidad de una pelota de fútbol pateada con fuerza puede llegar a 30 metros por segundo, algo así como 100 kilómetros por hora. O sea que un jugador ubicado a una distancia de 6 metros de quien acaba de patear fuertemente, verá pasar la pelota a su lado en 200 milisegundos, mucho menos del tiempo que transcurre entre dos latidos del corazón. Nuestro cerebro se entera de lo que nuestros ojos ven con 13 milisegundos de retraso. En otras palabras, percibimos eventos pasados y no presentes. Si consideramos que se necesitan 120 milisegundos más para tomar la decisión y ejecutarla, no hay forma de reaccionar a tiempo y con precisión a la vez. Frente a la ejecución de un penal, un arquero debe decidir qué hacer antes que el jugador le pegue a la pelota. Lo mismo sucede con jugadores que están de espaldas a la acción, que perciben lo que sucede y reaccionan con éxito. “Diego tiene ojos en la espalda”.
La mano de Dios
Diego hizo un gol con la mano frente a Inglaterra porque en ese momento era la única posibilidad de éxito. ¿Cuánto tiempo tuvo para darse cuenta de la oportunidad, tomar la decisión, hacerlo y hacerlo bien? ¿Es lo mismo decidir meter un gol con la mano, hacer un pase magistral, disparar un arma frente a un ataque inesperado, decidir la próxima jugada en una partida de ajedrez o hacer uso de la lógica matemática para sacar una conclusión? ¿Cómo hace el cerebro para ver dónde está la pelota y predecir dónde irá, en vez de ver dónde estaba?
El cerebro es capaz de compensar la demora de la transmisión de la imagen sensorial mediante la predicción. Estas predicciones dan lugar a representaciones de eventos visuales antes de que el estímulo sensorial real llegue al cerebro. Esta arquitectura de anticipación cerebral que permite predecir la posición de objetos en movimiento fue esencial para que el hombre primitivo pudiera escapar de la acción de animales depredadores.
La toma de decisiones es una lucha entre la razón y la emoción. Esto nos lleva a plantearnos: ¿cuáles son las mejores decisiones? ¿Las que tomamos en frío o en caliente? Como somos animales racionales, creemos que las mejores decisiones son las que se basan en la razón. Platón describía a la mente como una carroza tirada por dos caballos, uno blanco y otro negro que simbolizan la emoción y la razón. Esta oposición razón-sentimientos fue sostenida por Descartes, que consideraba al ser humano como la conjunción de un alma capaz de razonar y un cuerpo lleno de pasiones mecánicas. Podemos pensar que si elimináramos por completo la emoción, todas las decisiones estarían basadas en la razón, lo que nos llevaría a un mundo mejor.
Hace treinta años la ciencia cambió la respuesta a estas preguntas y (como suele suceder con los avances científicos) le agregó varias capas de complejidad al asunto. El neurólogo Antonio Damasio atendió a un paciente (que llamaremos Elliot) a quien le habían extraído un tumor de la corteza cerebral. A partir de la operación, Elliot se convirtió en otra persona. Alguien incapaz de tomar decisiones. Elliot dejó de ser un padre de familia y empresario ejemplar y perdió su trabajo y su familia. No era capaz de enfrentarse a mínimas decisiones cotidianas tales como elegir una estación de radio o el color de las medias a ponerse cada mañana, y tuvo que volver a vivir con sus padres. Lo sorprendente es que, después de la operación, el coeficiente intelectual de Elliot no se había alterado, y él era capaz de mantener conversaciones con razonamientos complejos. Esto le impidió obtener una pensión por invalidez, ya que no podía demostrar fehacientemente que su cerebro no funcionaba normalmente. Elliot había perdido toda emoción y sensibilidad y, a pesar de ser capaz de analizar racionalmente las ventajas y desventajas de distintas opciones, no podía decidir. Este hallazgo le permitió a Damasio revisar otros casos similares, concluyendo que las emociones son una parte esencial del proceso de toma de decisiones. Un cerebro que no puede sentir no puede tomar decisiones. Damasio identificó una región en el cerebro, la corteza orbito-frontal, ubicada detrás de los ojos. Si el conjunto de neuronas ubicada en esta región se ve dañado, el paciente comienza a mostrarse distante, frío, y después de un tiempo pierde su personalidad y su poder de decisión.
La importancia de las emociones en la toma de decisiones cuestiona las raíces del conocimiento filosófico occidental. Se creía que el desarrollo de la corteza frontal del cerebro durante la evolución nos permitió ser criaturas puramente racionales, capaces de dominar nuestros impulsos. La corteza orbito-frontal conecta las emociones generadas por el cerebro primitivo al pensamiento consciente. Cuando uno examina un menú con varias opciones, la mente dice qué elegir. Ya ha evaluado las alternativas (fuera de la parte consciente) y convierte esta evaluación en una emoción positiva. Cuando esta conexión neuronal está dañada, la corteza orbito-frontal no puede entender nuestras emociones y perdemos acceso a las “opiniones”.
maradona 14 dibujo Lacast en Maipu y 3 de Febrero.jpg
Las decisiones rápidas ejecutadas por jugadores de fútbol entran en el terreno de la emoción, algo que no le faltaba a Maradona. Estas son las llamadas funciones ejecutivas. Son decisiones inconscientes, especialmente en movimiento. En la cancha, Maradona sabía dónde encontrar a sus compañeros de equipo y a los rivales aunque no los viera, ya que tenía un alto grado de conciencia del espacio a su alrededor y atención dividida (es decir, la habilidad de prestar atención a varias cosas al mismo tiempo), excelente memoria de trabajo y la capacidad de interpretar y predecir el comportamiento de los otros.
Maradona es sin duda un caso excepcional, pero no único. Un estudio del Instituto Karolinska en Estocolmo demostró que los jugadores de fútbol profesionales tienen funciones ejecutivas más desarrolladas que el promedio de la población. Todavía no se sabe si estas funciones son totalmente innatas o si pueden desarrollarse mediante el entrenamiento, algo que la plasticidad neuronal permitiría.
En 1997 la computadora Deep Blue venció al campeón mundial Garry Kasparov en el ajedrez. ¿Sería posible armar una computadora que juegue como Maradona? Hoy no podemos ni sabemos hacerlo, porque esta forma de pensar es mucho más sofisticada que la lógica del ajedrez. El profesor Pieter Medendorp, en Holanda, describe al cerebro no como una computadora, sino como una máquina de apuestas que evalúa las posibilidades que se abren ante cada decisión. Estas posibilidades son analizadas en milisegundos en función de la experiencia previa del cerebro y contrastadas con la imagen construida por los sentidos, que siempre llega más tarde que el poder anticipatorio del cerebro.
maradona 7 puño en el corazon.jpg
La dopamina
Un protagonista clave en la toma de decisiones es la dopamina, pequeña molécula que actúa como neurotransmisor, o sea que facilita la comunicación entre neuronas. La dopamina se produce en varias áreas del cerebro, regula las emociones y cumple un papel central en el sistema de recompensa y el deseo. El proceso de toma de decisiones comienza precisamente con fluctuaciones en los niveles de dopamina.
Como tantas otras cosas, la dopamina se descubrió accidentalmente: en 1954, se encontró que el centro del cerebro de una rata (el núcleo accumbens) alojaba la zona donde se generan sensaciones de placer. Después de sobreestimular esta región, los investigadores notaron que las ratas perdieron interés en comer, beber, aparearse, y luego morían, generalmente de sed. Más tarde se descubrió que la rata había sufrido de un exceso de dopamina. En otras palabras, lo mismo que les generaba placer también podía ser destructivo. La dopamina genera placer y también adicciones, ya que es la protagonista de las recompensas que genera comer algo que nos gusta, el sexo y los videojuegos. No todo en la dopamina es adicción: escuchar música también estimula la liberación de dopamina.
El impacto de la dopamina en un deportista está relacionado con el placer que genera la expectativa por la recompensa. La toma de decisiones está influida por el placer que genera las consecuencias de la elección correcta, el proceso predictivo del cerebro y nuestra experiencia previa. Eso hace que la mano del arquero llegue a tiempo al lugar correcto, atajando el penal. Pero un arquero tiene un período previo de evaluación del oponente y un conocimiento de las tendencias del ejecutor del penal. Estas circunstancias no están presentes en el genial repentismo de la mano de Dios de Diego, ni en la otra “mano de Dios” del futbol argentino. En Rosario, 1978, Mario Kempes en un parpadear de ojos decidió saltar en el arco y rechazó la pelota con la mano, impidiendo el gol de Polonia. Milisegundos en cámara lenta en el cerebro evaluando posibles trayectorias, que disparan una decisión que define el fracaso o el éxito.
maradona 2 jugada c inglaterra 1986.jpg
La toma de decisiones rápida se basa en la experiencia previa, filtrada y analizada mediante las emociones. Maradona, dopamina, emociones se vuelven sinónimos. Maradona y sus decisiones. Maradona y sus frases ocurrentes, latigazos verbales, pegando donde quería pegar. “Pensé que venía Berlusconi y me encontré con el cartonero Báez”. “En la clínica hay uno que se cree Robinson Crusoe y a mí no me creen que soy Maradona”. “El otro día jugué un rato al fútbol y me di cuenta de que tengo menos piernas que una foto carnet”. “Si lo veo a Duhalde en el desierto, le tiro una anchoa”. “Un árabe me ofreció una casa con zoológico y le dije: Esperá maestro, ¿Quién le da de comer al león?”. Sin conocer de neurobiología ni conocer a Maradona, Cervantes escribió: “Los proverbios son frases cortas basadas en una experiencia larga”. Lo mismo se aplica a las tomas de decisiones.
"¿El primer gol a Inglaterra? Fue la mano de Dios. Les ofrezco mil disculpas a los ingleses, de verdad, pero volvería a hacerlo una y mil veces. Les robé la billetera sin que se dieran cuenta, sin que pestañearan".