¿Qué es lo que se recuerda y qué es lo que se olvida? ¿Quiénes son los protagonistas y cuáles los sucesos importantes de la historias? Las efemérides escolares dan las primeras respuestas grabándose a fuego en quienes transitan el sistema educativo. Una herramienta institucional que a simple vista ofrece un relato del pasado, pero que al mismo tiempo puede resultar un recurso inigualable a la hora de reescribir la historia y dar la batalla cultural necesaria. Así lo entendieron la docente Rosa García y la ilustradora Victoria Tolisso, autoras del libro Efemérides con perspectiva de género. Una memoria feminista a contrapelo de la historia oficial, publicado por la editorial de la Biblioteca Vigil.
Se trata de un libro y un calendario escolar que se animan a darle una vuelta de tuerca a las efemérides tradicionales y que fue pensado para docentes y estudiantes como un ida y vuelta lúdico y pedagógico. En él, tanto García como Tolisso volcaron los resultados de una larga búsqueda que las llevó a desenterrar y rescatar del olvido a otras protagonistas y otros acontecimientos, lo que en definitiva las condujo a contar otra historia. En esta dirección, la obra rescata el papel de Ramona en la fundación del Ejército Zapatista (enero de 1994), el Día de la Mujer en Paraguay (24 de febrero, en homenaje a las mujeres que en 1867 donaron sus joyas para la guerra contra la Triple Alianza), y fechas de cumpleaños como los de Julieta Lanteri, María Remedios del Valle y Macacha Güemes. En el mes de abril se recuerda el nacimiento de las escritoras Gabriela Mistral y Victoria Ocampo (7 de abril), Rosa Campuzano (combatiente de las guerras de la independencia) y Josefa Díaz y Clucellas (santafesina y primera pintora con firma del continente).
Efemérides con perspectiva de género expone una estética contemporánea donde las ilustraciones cobran tanta relevancia como los textos. Las imágenes fueron trabajadas con la técnica del collage digital lo que significó un desafío, porque no había imágenes de la mayoría de las mujeres de la primera etapa, que es la primera mitad del libro. En la totalidad de la obra cada imagen está muy trabajada al detalle: “Hay gestos y pequeños tesoritos en cada una de ellas que son reminiscencias de lo que hizo cada una de esas mujeres, o de lo que esa efeméride está tratando de representar”, dice Tolisso.
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El libro es de Editorial Biblioteca.
La hacedora de los textos es Rosa García, psicóloga social, docente de historia en el nivel superior, especialista en estudios de género por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y coordinadora del área educativa del Museo Etnológico de la ciudad de Santa Fe. En una charla con La Capital cuenta por qué se decidió a trabajar sobre las efemérides escolares, y sobre el carácter feminista y decolonial del libro que invita a revisar la historia oficial en las escuelas.
—¿Cómo nació esta obra?
—Nació porque a veces me encontraba con dificultad para trabajar con una agenda que tuviera en cuenta a las mujeres. Eso hizo que me forme y empiece a contar con bibliografía sobre el tema. Hice la primera muestra sobre historia de las mujeres en 2012 en el museo donde trabajo y a partir de allí empecé a profundizar. En el 2018 me fui a estudiar a Montevideo donde hice un estudio comparado entre historias de las mujeres en Uruguay y Argentina durante el siglo XIX. Cuando volví comencé a sistematizar todo ese material que ahora es el primer capítulo del libro, “Las efemérides tradicionales revisitadas”. Fue la necesidad de sistematizar lo que me decidió a pensar en darle forma de libro.
—La portada del libro dice “una memoria feminista a contrapelo de la historia oficial”. ¿Ya estás avisando que vas a contar otra historia?
—Claro, es así, porque una historia oficial hay. Me enseñaron que la teoría crítica es como un peine que te permite a contrapelo empezar a sacar cosas que están dentro de los procesos y que quedan como invisibilizadas, por eso la idea de “ir a contrapelo”. Pensar un camino alternativo a ese camino allanado que todo el mundo transita.
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Rosa García y Victoria Tolisso son las autoras de una obra pedagógica que, desde la perspectiva de género, invita a revisar la historia oficial en las escuelas.
—¿Partís de la concepción de que la historia debe reescribirse?
—Totalmente, la historia siempre se reescribe. No hay forma de hacer historia por fuera de las agendas de los problemas que el presente plantea. Desde el presente siempre vamos hacia la historia y es necesario reescribirla porque la que aprendimos ha sido una historia de los vencedores, del bronce, de los varones, y hay mucha historia que queda fuera de esa historia.
—¿Se contó una historia a la que le faltaban protagonistas?
—Totalmente, sobre todo las mujeres de las distintas clases sociales y etnias que hicieron la historia de este país. Mujeres de los pueblos originarios y afrodescendientes, todas ellas faltaban. El libro también apuesta a una historia mas plural, poblada y diversa.
—¿Y encontraste en las efemérides un recurso que te permitió darle voz a aquellas que no la tuvieron en la historia oficial?
—Sí, yo siempre odié las efemérides, me molestaba ese sentido conservador hasta que me di cuenta de la pregnancia que tienen en las rutinas escolares y lo difícil que es erradicarlas o cambiarlas. Cuando tomé nota de eso pensé que quizás de lo que se trata no es de terminar con las efemérides, sino de ofrecer una interpelación, que vayan desde otro lugar. Por eso la idea de hacer esta obra con perspectiva de género y con memoria feminista. Porque las efemérides son las memorias estatales o la agenda que la iglesia católica ha logrado imponer pese a que tenemos una educación secular.
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—¿Optaste por incorporarlas y aportarles lo que les estaba faltando?
—Si, dije les doy una vuelta. Las efemérides entran en una enorme batalla cultural e ideológica que es la batalla por ver qué se recuerda y qué se olvida. Entonces, esa idea de efeméride con perspectiva de género es entrar en ese debate, en esa disputa por el sentido con una agenda feminista que hoy atraviesa un montón de lugares, pero todavía no pregna las rutinas escolares.
—El término “ideología de género” está puesto en cuestión por un sector de la sociedad. Este libro se presenta como una obra con perspectiva de género y mirada decolonial. ¿Podés explicar estos conceptos?
—La perspectiva de género es un modo de pararse para mirar el mundo. Todos tenemos una perspectiva desde la cual miramos el mundo, pasa que las feministas la hacemos objetiva y decimos “nos paramos desde acá”. Todo el mundo se para desde algún lugar para decir algo, porque no hay forma de habitar la polis sin ser una sujeta o sujeto político. Para el feminismo la perspectiva de género tiene que ver con que este mundo que es diverso no debería ser desigual. Ahí está la clave, en la desigualdad estructural que constituye este mundo en el que las femineidades y diversidades vemos desventajas a la hora de acceder a nuestros derechos. Y es decolonial porque sostenemos que aún hay una mirada colonial del mundo, aun cuando ya hemos transitado los procesos de independencia. La vigencia de la colonialidad tiene que ver con los modos de sentir, pensar y hacer, que están muy arraigados en un montón de ideas que vienen de Europa como usina cultural a la que siempre se miró, que hizo que perdiéramos saberes, conocimientos y prácticas que estaban acá. Cuando decimos “mirada decolonial” estamos diciendo que no queremos una historia eurocéntrica, queremos una historia que sea situada, que valore lo propio, con una mirada latinoamericana. Que debata esta otra desigualdad que se instala junto a las cuestiones de género que es la de las racialidades. Más allá de la eliminación formal de la colonia, siguieron vigentes un montón de categorías que pensaron políticamente la condición de los sujetos en función de la raza, entonces allí tenemos el origen de los racismos y de un montón de prejuicios biologicistas acerca de los pueblos que habitan América. La propuesta de una mirada decolonial tiene que ver con apartarnos de esos modos de mirar para deconstruir ese relato que actualmente nos hace ver a las personas en función del color de la piel y asignarles mas o menos derechos.
—¿Pretende romper con la resistencia de algunos argentinos a reconocerse latinoamericanos?
—Sí, y con todo ese mito de que descendemos de los barcos. Una parte de este libro recupera todos los nombres de las etnias que habitaron este territorio reconocidas por la historiografía. Hay distintas investigaciones demográficas previas a la conquista y se calcula que mas o menos había una población de 30 millones de habitantes de distintas etnias en América, que fueron sometidas al proceso de genocidio y diezmadas, y que costó muchísimo para sus descendientes volver a pensarse sin sentir todo aquello que la comunidad blanca atribuyó a sus comunidades de pertenencia. Este libro es decolonial porque no queremos reproducir ninguna de esas miradas, por el contrario queremos pensar argumentos para dejar de mirar de esa manera.
—¿Este libro ofrece un rescate del olvido?
—Hay en el libro biografías de algunas mujeres mas conocidas y de otras menos conocidas. Pero es un puntapié inicial, no pretendíamos cerrar el debate. Lo que pensamos son argumentos para justificar que esto sí es posible en la escuela, luego hay una contextualización histórica que da cuenta de por qué esto no estaba antes y luego varias cuestiones que hacen a la agenda del feminismo. Trabajamos en cinco categorías que son efemérides tradicionales revisitadas (que son las patrias), efemérides de los derechos humanos (donde recuperamos todas las luchas de las mujeres por acceder a los derechos que ya contaban los varones), con perspectiva latinoamericana (las de los nuevos movimientos sociales), de la diversidad sexual y las nuevas efemérides, biografías específicas y fechas nunca antes consideradas en la agenda escolar, como el Día de las Trabajadoras Rurales o el Día del Trabajo Doméstico. Cada uno de esos núcleos que integran el libro tiene una contextualización histórica y un macrorrelato que da un contexto del sufrimiento.
—¿Qué figura o acontecimiento de la historia te gustó mas rescatar con este trabajo?
—Me gustó mucho el capítulo sobre los nuevos movimientos sociales, porque a partir de ellos se abre una agenda enorme de temas totalmente irresueltos donde hay mucho por hacer. Todos esos movimientos sociales nos ponen de cara a pensar un futuro que se presenta bastante complejo por las formas de consumo, de trabajo, por las problemáticas ambientales. Y en todos ellos es significativa y preponderante la participación de las mujeres. Eso me hace pensar que una nueva agenda política y social está siendo abierta por las mujeres en Latinoamérica y el mundo. En muchos lugares hay mujeres pensando que otro mundo es necesario y puede ser posible.