La casa del crimen es antigua y se parece más a un petit
hotel que a una casa de familia. Hace quince años que está cerrada y en el medio de un trámite de
sucesión. Acumula deudas impositivas millonarias. La fachada de esta casona es exactamente igual a
la de la casa lindera. Pero la ironía supera a lo inmobiliario.
La casa del crimen está llena de pintadas: "Ricky ídolo",
"Asesino", "Aguante Barreda". La casa de al lado está reciclada, pintada de blanco y verde. En ese
lugar funciona un spa de belleza y cuidados para la mujer.
—¡Qué increíble!— comentó un día ante los
medios de comunicación la vecina de enfrente— ¡En una casa mataron a cuatro mujeres y en la
otra las cuidan y las ponen lindas!
Gran Hermano
Segundos después de sentarse en el banquillo de los
testigos Hugo Conzi empezó con un derrotero de denuncias, que abarcaban un complot para involucrar
a su hermano en el crimen del joven Schenone. En el medio de ese complot, había un policía de
apellido Calabresi. Según Conzi, el uniformado le había confesado que los investigadores habían
cambiado pruebas para perjudicar a Horacio.
Calabresi negó rotundamente los dichos de Conzi y el
tribunal dispuso que se haga un careo entre los dos hombres. El careo incluyó tramos desopilantes,
entre ellos, cuando Conzi comenzó a llamar "Cala" al policía Calabresi y más tarde aludió a él
diciéndole "Cala...", momento en que el comisario le dijo: "Conzi, Hugo Conzi". Y éste retrucó:
"Bond, James Bond".
Amigos son los amigos
El juicio que se siguió en los Tribunales de San Isidro por
el crimen de María Marta García Belsunce tuvo momentos de tensión, de lágrimas y de bronca. Fue una
especie de montaña rusa emocional (...), Pero sin lugar a dudas el testimonio que más expectativa
generó fue el del vecino Nicolás Pachelo, el sospechoso de la familia de María Marta.
Los allegados a Carrascosa coparon parte de la sala desde
temprano, pero además estudiantes de derecho, vecinos de San Isidro y hasta fiscales del fuero no
aguantaron la curiosidad de ver personalmente a este chico del que contaban tantas historias.
Pachelo no desilusionó. Llegó vestido con un traje
impecable para la ocasión y ostentó miradas con esos ojos verdes que llamaron la atención de las
mujeres que estaban en la sala.
El vecino, conocido por rebelde, no perdió oportunidad de
hacer gala de sus relaciones personales más exclusivas:
—Yo practico tiro al blanco en la tosquera de mi
familia. Lo hago con mis amigos, Antonio y Aíto de la Rúa. También era frecuente que vinieran los
hijos del Coti Nosiglia.
Cuando la TV se coló
El Tribunal Oral Nº 6 que juzgó a Carrascosa tenía en una
caja más de 30 casetes VHS con filmaciones de distintas medidas de prueba.
Los jueces sabiendo que el fiscal Molina Pico conocía de memoria el contenido de
cada tape no dudaron en preguntar:
—Doctor, ¿usted se acuerda en qué número de casete
está la grabación de la autopsia?
—Si no recuerdo mal, creo que está o en el número
siete o en el nueve— respondió Molina Pico.
Decidieron probar con el número siete. Lo metieron en el
video reproductor y la imagen los dejó helados. Tino y Gargamuza, los simpáticos dibujitos animados
de TVR, coparon el audio y video de la pantalla gigante de la sala.
—Tino, ¿sabés lo que es un pituto?— preguntaba con voz aflautada
Gargamuza.
Las carcajadas llegaron hasta el pasillo donde estaban los
periodistas.
El negocio de las fotos
El equipo de Canal 13 fue el primer medio nacional en
llegar a Río Cuarto. Sabía que la imagen de Norita era fundamental para la cobertura televisiva. En
una galería del centro de Río Cuarto dos casas de fotografía ofrecieron gentilmente fotos de Nora
Dalmasso en las que se las veía participando de distintos eventos sociales. Aparecía bella,
radiante y siempre con un sonrisa.
—Yo te doy las fotos. Espero que sirva para encontrar
al asesino— argumentaba el dueño de la casa de fotografía.
Dos días después, el caso Dalmasso era imparable. El
periodismo porteño había copado Río Cuarto y las fotos de Norita riendo y bailando se tornaron
valiosas. Negativos, videos y hasta fotos carné eran ofrecidas a los periodistas. Pero el "arreglo"
había cambiado. Se llegaron a pedir hasta mil pesos por una foto de Norita en el último cumpleaños
de Marcelo Macarrón, poco tiempo antes de su asesinato.
Pero la oferta más desopilante llegó de una voz
anónima:
—Tengo una foto de Norita disfrazada de Gatúbela y un
video de una fiesta donde el gobernador De la Sota baila haciendo "trencito" con Nora. Las dos
cosas te las dejo en 50 mil.
Ese material no salió a la luz. Nunca se sabrá si nadie lo
compró por el excesivo precio o si en realidad esas imágenes nunca existieron.
¡Grande Pa!
Los abogados penalistas, siempre trajeados y serios,
también tienen familia, esposas, hijos, como cualquier mortal. Pero ellos aseguran que por su
profesión, justamente, sus niños son muy avispados.
Ana es la hija del doctor Roberto Ribas (defensor de
Nicolás Pachelo). Cuando ella tenía 14 años fue invitada a esquiar al sur. Su papá letrado se
enteró de la cantidad de dinero que iba a costar el paseo y decidió darle a su hija una lección de
vida.
—Anita, gracias a que papá trabaja todo el día vas a
poder ir a esquiar— le dijo.
Y la nena sonriente y con un abrazo le contestó:
—¡Gracias papá! Y, ¡aguante la delincuencia!
Banda de cirujanos
"Todo lo robado tiene uso". Ese era el lema que aplicaba una banda de ladrones
que operaba en la zona de La Matanza, el distrito con más población del Gran Buenos Aires. A fines
de 2004, esos delincuentes asaltaron una sala de primeros auxilios de Ciudad Evita y se robaron
desde gasas hasta todo tipo de instrumental quirúrgico. La dejaron "pelada".
Para aprovechar al máximo lo recaudado como botín, los asaltantes decidieron
montar un "minihospital de campaña" para atender a los "chorros" que cayeron en desgracia.
Además, los barbijos y los guantes los utilizaron para concretar los asaltos y
no dejar evidencias en su contra.
Desde entonces los apodaron "La banda de los cirujanos". Los que los conocieron aseguraban que
no discriminaban a nadie y que hasta atendían a ladrones heridos de otras zonas.