La fotografía que sirvió para que los matadores de Abel Beroiz lo identificaran
como su blanco, hallada en el lugar donde lo hirieron, fue tomada en un acto en la sede de los
camioneros de Rafaela en diciembre de 2005. Es una foto particular, que no circuló en medios de
prensa, sacada por uno de los participantes del evento. Por esa razón los investigadores estiman
razonablemente factible que alguno de los asistentes del acto se las haya facilitado a los
criminales, que mataron a balazos y puñaladas al sindicalista el 27 de noviembre en la cochera del
ACA.
La figura del dirigente asesinado fue extraída de una imagen copiada en papel
fotográfico en la que posaron más personas. Tres elementos que se ven en el exiguo espacio que
ocupa el cuerpo recortado de Beroiz, detectados con lupa, sirvieron para reconstruir el lugar y la
fecha en que fue tomada. También el cerrado círculo de individuos que estaban allí.
Según el entorno de Beroiz solamente dos personas sacaron fotos ese día. Una de
ellas es un empleado del Sindicato de Camioneros de Santa Fe que fue despedido la semana pasada. Le
atribuyen ser el custodio de Raúl Alfredo Luna, el número dos de Beroiz, actualmente con licencia
en la comisión directiva del gremio provincial.
Bajo la lupa. Los elementos por los que se descubrió la ocasión de la foto son
tres: la camisa amarilla que vestía Beroiz, que usó muy poco tiempo; el reloj de plástico negro que
lucía y el fragmento de un cartel que deja ver parte de una incripción, la sílaba inicial de la
palabra "bienvenido".
El reloj fue la pieza más reveladora. Pertenecía a la "Ñata", esposa del
dirigente ultimado, quien lo usó apenas dos veces por un motivo fortuito: la semana anterior a
Beroiz le habían arrancado el suyo a la salida de la cancha de Boca Juniors. Eso posibilitó arrimar
la fecha.
Además, el cartel visible detrás de Beroiz tenía fondo amarillo, color distinto
al que usan en sus inscripciones en la sede de Pasco 1043, de Rosario.
Con todos esos ingredientes, en el entorno de Beroiz recordaron las
circunstancias en que se tomó la foto. Fue en un acto en Rafaela, donde dirigentes locales y de la
ciudad de Esperanza hicieron un reconocimiento al líder camionero por su trayectoria y le
entregaron un presente.
Lo significativo para la pesquisa es que a ese acto acudió un grupo de
dirigentes que poco tiempo después, según fuentes inobjetables, terminaron por allegarse a la Lista
Verde. Ese nucleamiento, que no llegó a oficializarse ni competir internamente, surgió con la
intención de desplazar a la lista Azul y Blanca, la de Beroiz.
El viaje. Aquella jornada de diciembre de 2005 Beroiz viajó a inaugurar la
temporada de pileta en Reconquista. Al regresar, al anochecer, se celebró el acto de Rafaela.
Antonio Tolosa, responsable del gremio de camioneros de esa regional, recordó ayer que en ese
evento hubo unas cien personas.
Los adversarios. Otros informantes agregaron que de Rosario habían viajado un
grupo de dirigentes señalados como adherentes o cercanos a la incipiente Lista Verde. Entre ellas
el secretario adjunto, Raúl Alfredo Luna, también número dos de la Federación de Camioneros que
conduce Hugo Moyano. Fueron además Juan Dell’Arciprete, un militante de Rosario, que trabaja
en Expreso El Impala, quien comandó el sindicato en Casilda y resultó removido por irregularidades
en su gestión, tales como rendición excesiva de viáticos. Este es el gremialista al que le
atribuyen haberse contactado por teléfono con Raúl Flores, el confeso autor material del crimen, un
día después del hecho (ver página 34).
Asistió además Mario L., un empleado al que en el gremio le atribuyen ser
custodio de Raúl Luna, quien se movilizaba armado en un Fiat Palio y que la semana pasada fue
despedido del sindicato rosarino. También acudió Alejandro L., militante de la seccional San
Lorenzo. Beroiz y su hijo, que se llama Abel igual que él, pernoctaron esa noche en el Hotel Parra,
en el centro rafaelino.
El círculo. Los dirigentes recordaron que ese homenaje fue íntimo, que no acudió
la prensa y que apenas dos personas tomaron fotos con sus cámaras personales. Uno de ellos,
aseguran, fue Mario L., el custodio de Luna. La otra fue la esposa de uno de los dirigentes que
viajó desde Rosario.
Los investigadores creen, entonces, tener allí una llave adicional para
desentrañar quién urdió la planificación intelectual del asesinato del líder de los camioneros
santafesinos. Conciben que la fotografía llegó a los matadores desde un círculo restringido que
conforman personas fácilmente identificables. Y que algunos de ellos son los que se reunían en una
estación de servicio de Oroño y Lamadrid en 2007 para organizar la oposición a Beroiz.
La hipótesis que señala que el crimen de Beroiz fue tramado por opositores es la única barajada
en la causa policial y judicial. El líder asesinado llevaba ocho años en su cargo y, a los 71, no
sólo no daba muestras de intentar retirarse: el que lo requería en la conducción provincial y como
tesorero de la federación era el propio Hugo Moyano. Ante esa perspectiva las chances de otros para
conducir los beneficios generados por los 13 mil camioneros provinciales por la vía electoral
parecían desdibujadas. Los investigadores tienen cada vez más elementos de convicción de que, por
ello, concibieron otro camino. l