“Estoy muy arrepentido de lo que pasó y quiero que esto llegue a la familia del muchacho. Fue un acto impulsivo, no lo pensé”. Así se expresó Franco Z., uno de los acusados por golpear al hijo de la modelo Valeria Mazza a la salida de un boliche de Pichincha. Lo hizo al pedir disculpas en una extensa audiencia judicial en la que fue imputado por lesiones graves junto a Jesuán M., a quien los nervios apenas le permitieron murmurar “nunca me imaginé que se iba llegar a esto”. Quince minutos después escucharon la decisión del juez Hernán Postma de dejarlos en prisión preventiva, tal como pidieron la fiscalía y los abogados querellantes de Tiziano Gravier, el joven de 20 años que se recupera de una cirugía por una fractura en la mandíbula. Los dos muchachos rompieron en llanto al conocer el veredicto, se agarraron la cara entre las manos y abrazaron a sus novias y familiares de cara a 90 días de encierro.
Con los ojos del país en la nuca, los dos jóvenes de 27 y 26 años fueron imputados por un delito que prevé de 1 a 6 años de prisión. Para el fiscal Rodrigo Santana, le pegaron a Tiziano tras llamarlo “Tincho” en una alusión despectiva hacia jóvenes de clase alta, y por lo tanto se trató de un caso de “discriminación inversa”. Un concepto que para el equipo de defensores de los acusados “está mal usado”. En medio de ese debate, el juez hizo lugar al pedido de las partes acusatorias para que el caso sea remitido al Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi).
Así, una audiencia por un delito que se comete en forma casi recurrente en las noches rosarinas, y que en promedio no insume más de 30 minutos, se extendió por casi cuatro horas en una sala del Centro de Justicia Penal repleta de público. La misma sala en la que se juzgó a Esteban Alvarado por violentas tramas criminales de la última década, esta vez se colmó de definiciones sobre el “odio racial”, la “discriminación” y la “posición económica”, además de nociones sociológicas y filosóficas para explicar el incidente de la madrugada del domingo pasado que tuvo como víctima a un deportista de élite.
Los dos acusados se presentaron el miércoles en la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y este viernes a la tarde fueron imputados por la agresión a Gravier, quien fue operado en el Hospital Austral de Buenos Aires. Obtuvo el alta hospitalaria ayer, aunque según sus abogados “le espera una larga recuperación” y “el incidente frustró su participación en una competencia internacional de esquí en Francia para la cual ya había comprado los pasajes”.
De acuerdo con la reconstrucción del fiscal, todo ocurrió a las 5.09 de la mañana del domingo frente al complejo Forest, de Brown y Vera Mujica. Tiziano y su hermano Benicio estaban en la puerta del boliche “Pacheco” hablando con dos amigas y, sin que supuestamente mediara un incidente, los imputados “lo provocaron llamándolo por el nombre Tincho y lo golpearon en forma artera, sorpresiva y violenta”. Primero Jesuán Z. y luego Franco M., según dijo, propinaron “sendos golpes de puño sobre el rostro de Tiziano y le ocasionaron lesiones graves”.
Para el fiscal, el delito fue cometido mediante un “acto discriminatorio fundado en la posición económica” de la víctima, tal como consta en el primer artículo de la ley 23.595 contra la discriminación. El golpe, dijo, le causó a Tiziano asimetría facial, desprendimiento de parte de la mucosa de la mandíbula, fractura del maxilar inferior izquierdo y edemas.
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Cuando pudo recuperarse de la sedación, según refirió, Tiziano contó que iba cruzando la calle cuando sintió que alguien le gritaba “Tincho”. Luego le pegaron un puñetazo en la mandíbula y trastabilló sin caerse. También su hermano relató que a él le gritaron “Tincho de mierda vení para acá” e intentaron pegarle, pero pudo esquivar la piña. Los hermanos corrieron dos cuadras por Brown hacia el este hasta que se dieron cuenta de que Tiziano perdía abundante sangre. Entonces pidieron hielo en un bar y llamaron a sus padres. El joven recibió la primera atención médica en el Sanatorio Británico.
El fiscal pasó lista de las evidencias: las filmaciones de cámaras de vigilancia que aparecieron rápidamente a diferencia de otras ocasiones similares en boliches de la ciudad, las declaraciones de las amigas del joven atacado que admitieron no poder reconocer a los agresores, la referencia de un anónimo que llegó a los investigadores con los nombres de los atacantes y los allanamientos a las viviendas de ambos. En la casa de Franco Z., en Roldán, secuestraron la camisa marca This Week y el pantalón de gabardina negro que vestía aquella noche. En el domicilio de un hermano de Jesuán M., en Funes, incautaron un buzo de algodón con capucha. El fiscal también citó un diccionario de la Universidad Nacional de 3 de Febrero que define a “Tincho” como un término que alude a un “joven de clase media alta que suele tener actitudes egocéntricas”.
El equipo de querellantes integrado por Germán Pugnaloni y Facundo Rui López luego puso el foco en el daño material, psicológico y emocional _con una perspectiva de recuperación mayor a 90 días_ causado a un joven de 20 años con una carrera como modelo, deportista de élite, abanderado de los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud y ranqueado como uno de los diez mejores del mundo en la disciplina de esquí alpino.
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“Llego a esta sala por una pelea y me encuentro con una catarata de suposiciones. Si estos chicos hicieron algo mal, acá están dando la cara. ¿Los vamos a dejar detenidos?”, replicó a su turno Jorge Bedouret, defensor de los acusados junto a Bárbara Reynoso y Pablo Bedouret. “¿Sabe el fiscal lo que es para estos chicos que rondan los 25 años, sin antecedentes, con trabajo en blanco y familias formadas, quedar presos? Nunca tuvieron un antecedente, ni una multa de tránsito, ¿por qué deberían profugarse si admiten su error?”, amplió.
No sólo dijo que la investigación avanzó gracias a que él acompañó a los jóvenes a presentarse _sostuvo que por su aporte de los domicilios los allanaron_ sino que negó el uso de la expresión ”Tincho” o que haya existido un acto discriminatorio. Remarcó que así como se entregaron y tienen arraigo, no van a eludir la Justicia. “Me encantaría que manden el tema al Inadi. Ellos van a saber lo que es discriminación inversa. Este pedido de prisión preventiva me parece un despropósito. Hubo un puño, una discusión. ¿Los vamos a dejar presos? ¿Se tiene conocimiento en esta República de lo que es estar preso? Presos van a perder el laburo. Hay que ser piadosos”, abundó.
El planteo defensivo aludió a “desigualdad ante la ley” en el uso de la prisión preventiva, que no es un anticipo de condena sino para resguardar el proceso. Se produjo el mismo día que la Cámara de Diputados de la provincia analizó los alarmantes números de la superpoblación carcelaria y la misma semana en que el presidente de la multinacional Vicentín, Omar Scarel, acusado de una estafa millonaria, obtuvo la libertad bajo caución de 500 mil dólares.
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Los dos acusados declararon. Franco Z. contó que su amigo tuvo una discusión adentro de un local con “la persona lesionada”. “Cuando salimos fue un acto impulsivo. Está mal lo que hicimos. No lo pensé. A él lo agredieron y pasó lo que pasó. Quiero pedir disculpas”, dijo el joven que trabaja en una fábrica de aberturas y herrería de Roldán, donde alquila una casa en la que vive en pareja desde hace ocho años. “Nunca imaginé que iba a llegar a esto. Estoy muy nervioso. Muy arrepentido de lo que pasó”, apuntó Jesuán M.
Luego de un breve receso y de ofrecer la palabra a la familia de la víctima, que seguía la audiencia on line, el juez Postma repasó uno por uno los tres supuestos para dejar a una persona en prisión preventiva y consideró que en este caso se cumplen. Se trata de una detención para garantizar que la investigación avance. El juez dijo que hay indicios contra los dos muchachos por un delito que ellos no niegan y que lo que pasó “no es grave, sino gravísimo”. Dijo que la escala penal de 1 a 6 años permite imponer una condena a prisión efectiva, algo que vaticinó como probable ante “el daño material que requirió cirugía, inhabilitó a la víctima para su vida social y deportiva”, además del “daño moral que tuvo que soportar la familia”.
“¿Quién va a reponer la angustia y el dolor de la familia?”, se preguntó el juez, quien no descartó que los acusados intenten escaparse. Por eso rechazó el pedido de la defensa, que había solicitado la libertad y que iniciaran un curso de gestión de la agresividad además de tratamiento psicológico, y dictó los tres meses de encierro pedidos por el fiscal y los querellantes. Afuera de la sala comenzaba a atardecer. Adentro, los familiares de los imputados rompían en llanto y los abrazaban como en una despedida.