La noche del 22 de abril, Ramón Gregorio Britez agarró en sus manos una cuchilla de al menos cinco centímetros de ancho y le asestó 17 puñaladas a su esposa, Nora Laura Escobar, en la casa que ambos compartían en Liniers 1781 de la ciudad de Granadero Baigorria. De esos puntazos, cinco o seis fueron dados en la espalda de la mujer que no tuvo oportunidad alguna de defensa y cayó sin vida por las graves lesiones cardiopulmonares recibidas. Tras ello, el hombre cavó en el patio trasero de la propiedad un pozo donde arrojó el cadáver y luego “con el objeto de evitar cualquier filtración a la superficie, construyó una loza de unos 60 centímetros de ancho y dos metros de largo por encima del cadáver y otra de igual tamaño en forma vertical” a modo de cimiento. Trece días más tarde, Karen G., la hija de Nora, presentó una denuncia por averiguación de paradero al saber que su madre se había ausentado de forma intempestiva del lugar donde trabajaba y que desde aquel trágico 22 de abril su teléfono se había apagado. Tras conocer la presentación judicial de la joven, y después de una primera entrevista con los investigadores, Ramón se ausentó de la vivienda.
Así, en el marco de la pesquisa que se inició con un primer procedimiento en la casa que sólo arrojó datos superfluos y una falsa declaración de Britez, la fiscal de Homicidios Dolosos Marisol Fabbro ordenó un exhaustivo allanamiento de la propiedad donde residía la pareja y tras levantar la loza del patio y con la ayuda de perros rastreadores, hallaron el cadáver de Nora el pasado martes. Sin perder tiempo, la representante del Ministerio Público de la Acusación dictó la orden de captura nacional e internacional de Ramón. Lo atrapó Gendarmería Nacional el jueves cuando intentaba salir del país hacia Paraguay por el puente internacional que une las ciudades de Posadas y Encarnación. Ayer, en la audiencia imputativa, la achacaron al hombre los delitos de homicidio doblemente calificado por el vínculo y femicidio mediando contexto de violencia de género contra la mujer en carácter de autor, por lo que el juez Hernán Postma le dictó la prisión preventiva por el plazo de ley en el marco de un delito que contempla la pena de prisión perpetua.
Pero no solo Ramón Gregorio Britez quedó tras las rejas. Su amigo de toda la vida, Alberto Antonio L., también quedó detenido por el plazo de ley acusado del encubrimiento agravado del homicidio doblemente calificado. Es que este hombre facilitó al homicida su viejo Renault 6 “para retirar pertenencias con manchas de sangre” de la escena criminal y en repetidas ocasiones fue al domicilio de su amigo “para ayudarlo en la confección de la fosa y la limpieza de la vivienda” además de colaborar para “eludir las investigaciones mediante el aporte de dinero en efectivo a fin de que Britez emprenda la fuga hacia Paraguay en colectivo el 9 de mayo”.
La historia del macabro femicidio empezó a desandarse el 5 de mayo cuando Karen denunció que su mamá, de 43 años, y con la cual tenía escasa comunicación porque no eran muy cercanas aunque no tenían problemas, había desaparecido. Contó entonces que su abuela le comentó que los dueños de las tres casas en las que Nora trabajaba como doméstica le habían comunicado que hacía dos semanas no se presentaba a cumplir con sus tareas y que tampoco respondían a sus llamados telefónicos. Incluso le dijeron que la última vez que alguno de ellos la había visto fue el 21 de abril y que, al despedirse, lo hizo amablemente diciendo que volvería y que estaba entusiasmada porque el domingo 24 iba a disputar un maratón en la zona de Puerto Norte ya que era practicante de running. Incluso, el mismo viernes 22 Nora alcanzó a hablar con su entrenador para alistarse para esa competencia en lo que fue uno de sus últimos contactos con gente conocida.
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El cuerpo de Nora Escobar apareció tras 19 días enterrado en el fondo de la casa en la que vivía con Gregorio Britez.
Ante todos esos datos, Karen fue hasta la casa de su madre y habló con Britez, pero el hombre le dijo que “hacía tres meses que Nora no vivía con él, que se había llevado todas sus cosas y que se habían peleado porque él le encontró mensajes con otro hombre” y que no sabía donde estaba viviendo aunque le había dejado la perra, lo que extrañó mucho a la hija de Norma porque su madre amaba al animal y no se iría sin ella a ninguna parte. La joven también dejó asentada en su denuncia que tenía temor por lo que pudiera haber ocurrido ya que Britez “es un hombre violento que una vez le quebró una mano a su mamá y otra vez la nariz por lo que ella lo había denunciado aunque siempre volvían a estar juntos” a pesar de la orden de restricción perimetral que tenía la pareja desde mediados de 2021.
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El primer allanamiento a la casa de calle Liniers 1781 se realizó el 6 de mayo y los policías que llegaron al lugar dialogaron con Britez, quien les manifestó que su esposa, con la que estaba casado desde hacía cuatro años, se había ido de la casa y que están “separados de hecho desde octubre del año pasado” y que era “la novena vez que se separaban”. Incluso contó que Nora se había llevado varias pertenencias en un flete y que no la volvió a ver. Los pesquisas ingresaron a la casa, hicieron una inspección y dijeron obtener “resultados negativos”. Aunque admitieron que en el patio “hay una pileta de lona y lindero a esta un contrapiso de reciente data en forma de «L» que Britez dijo haber construido con sobrantes de material que reutiliza para completar todo el perímetro del patio”. En ese procedimiento participaron perros rastreadores de los Bomberos Zapadores que no hallaron vestigios del cuerpo ya que, como explicaron fuentes de la causa, su olfato no localiza lo oculto bajo una loza tan gruesa.
Una vez que el pedido de búsqueda de paradero de Nora se hizo público con el número de teléfono de su hija para aportar datos empezaron a llegar mensajes de vecinos de la casa de Granadero Baigorria que empezaron a dar nuevas pistas a la pesquisa. Uno de ellos sostenía: “Hola como éstas?, vos sos la hija de Nora? Nosotros somos vecinos de ella y Gregorio. Hasta hace dos semanas se escuchaban gritos, ruidos de vidrios y después supimos que se mudó Nora. Se que estuvieron edificando en su casa. Es raro, el perro de ella no está más tampoco.”
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A todo ello se sumó el trabajo hecho por la Subsecretaria de Genero y Diversidad de Granadero Baigorria que empezó a ayudar a Karen en la búsqueda de su madre y que impulsó una movilización pidiendo la celeridad en la investigación que se realizó el lunes 9 en las calles de la vecina ciudad. Y un dato que permitió abrir una ventana que llevaría al macabro hallazgo: Karen le aportó a los pesquisas de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) la clave de acceso al perfil de Facebook de su madre. El análisis sobre esa red social indicó que la mujer había estado en la casa de calle Liniers hasta el 22 de abril, exactamente el día de su crimen, y que desde ese día el teléfono celular se desactivó. Todo ello llevó a confirmar que Britez mentía y que era necesario un nuevo allanamiento a la casa donde residía con quien fue su esposa.
Ese último allanamiento fue ordenado por la jueza Silvia Castelli a pedido de la fiscal Marisol Fabbro el 10 de mayo. Los pesquisas que llegaron hasta la vivienda la encontraron cerrada, con una cadena con candado del lado de afuera. Una vez en el interior y con pruebas hechas con Luminol (producto químico que permite detectar sangre sobre distintas superficies aún limpiadas) se comprobó que había manchas hemáticas en todos los ambientes y al levantar toda la loza del patio dieron con el cadáver de la mujer.
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Al mismo tiempo en la casa del amigo de Britez, en el barrio La Cerámica, se hacía otro allanamiento. Allí Alberto Antonio L. sostuvo que había estado con el acusado el 1º de mayo en la vivienda de Baigorria comiendo un locro, que no había notado nada raro aunque Britez le contó que su esposa se había ido una vez más y que se había llevado varias pertenencias. Tras ello, los hombres se volvieron a ver el 9 de este mes en la casa de L., según su declaración, hasta donde llegó su amigo para decirle que “se iba a Paraguay, le pidió una valija para poner unas cosas y plata” por lo que le prestó 5 mil pesos. Además, dijo que al preguntarle por qué se iba, Britez le respondió que había estado hablando con un abogado, que le comento como era la historia y que le recomendó irse a Paraguay, lo que no se si hizo porque no tuve más contacto desde que se fue”.