Un empresario, un abogado y un corredor inmobiliario y martillero público reconocido por su pasado como rugbier en un tradicional club de la ciudad. Tres hombres de alrededor de los 40 años, integrantes de familias de buen pasar económico y unidos por sus vínculos a una “clase” acomodada de la ciudad y buenas amistades. Tres hombres que dieron forma a un grupo empresarial en pos de sus ambiciones económicas y que, en pocos años, utilizaron para aprovecharse de la confianza de quienes los conocían para llevar adelante una megaestafa con la compra de vehículos de alta gama y la captación de dinero a manera de préstamos por los que ofrecían altos intereses que nunca pagaron.
Por esos delitos de “guante blanco”, en los primeros días de este mes los tres fueron condenados en el marco de un proceso abreviado: el empresario Bruno Poletti, de 39 años, recibió una pena de 3 años de prisión efectiva por 28 hechos de estafas por abuso de confianza y cuatro casos de administración fraudulenta; el abogado Jorge Daniel Fonaroff, de 43 años, una condena a 3 años de ejecución condicional por su participación en nueve hechos de estafas por abuso de confianza, cuatro hechos de administración fraudulenta y la tenencia ilegal de arma de fuego que le fue secuestrada el 4 de febrero pasado en su casa durante un allanamiento en el marco de la investigación; y el ex rugbier de Duendes Leandro Damián “Tanque” González, de 40 años, una pena similar por 22 hechos de estafas y 4 hechos de administración fraudulenta.
El acuerdo fue presentado ante el juez de primera instancia González López Quintana por los defensores de los implicados y la fiscal Valeria Haurigot, quien llevó adelante una investigación que no dejó de sorprenderla por las ambiciones desmedidas de los implicados y el descuido y codicia de las víctimas que los conocían. El magistrado admitió el proceso y tras el consentimiento de los acusados dictó las condenas.
Empresas y maniobras
Los tres hombres fueron condenados por la administración fraudulenta de cuatro sociedades: el denominado Grupo Praga SRL, con oficinas en Sarmiento al 400 de pleno microcentro de la ciudad y que, según la pesquisa, tenía como socios gerentes a Poletti y González mientras Fonaroff actuaba como un socio oculto y actúo como adminstrador de hecho. Esa firma tenía como misión llevar adelante actividades inmobiliarias y de compraventa, consignación y mandatos de autos nuevos y usados. Otra firma era Integral Motors, con sede en Juan José Paso al 5000 del barrio Empalme Graneros, dedicada a la compraventa de motosy de la cual Poletti y Fonaroff eran socios gerentes mientras González actuaba como el socio oculto. Una tercera empresa era Integral Automotores, ubicada en Eva Perón al 5100, dedicada a la compraventa de autos de alta gama y que tenía a los tres hombres como administradores y socios. Y finalmente Ortopedia Técnica SRL, dedicada a la fabricación y comercialización de elementos de ortopedia, negocio que le compraron a sus antiguos dueños sin pagar la totalidad de lo acordado y de la cual se convirtieron en administradores de hecho y socios ocultos.
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Según la acusación, los ambiciosos empresarios “administraban irregularmente todas las sociedades confundiendo sus recursos materiales, patrimoniales, financieros y económicos al amparo de un único interés societario y con relevancia criminal”. En ese marco, “abusando de la confianza de las víctimas, aprovechando el perfil que les daba la pertenencia a círculos sociales de alto poder adquisitivo, aparentando solvencia mayor a la que tenían y a sabiendas de la imposibilidad de cumplimiento de las obligaciones que de buena fe simularon asumir”, desplegaron como ardid la compra de vehículos logrando que las víctimas dispusieran de un monto dinerario en su favor con el objeto de obtener un beneficio económico resultante de la percepción una parte del precio pactado por un nuevo vehículo 0 kilómetro que nunca les entregaban.
El 0 no apareció
Uno de los casos atribuidos al grupo data del 23 de octubre de 2019. Aquel día Poletti, en nombre de Integral Motors firmó un boleto de compraventa con Gonzalo A. mediante el cual se obligaba a entregarle en 20 días una camioneta Toyota Hilux SW4 2.8 cero kilómetro. En contraprestación, la víctima pagó 1.250.000 pesos en efectivo correspondiente al 50% del precio en tanto el saldo lo pagaría al recibir el vehículo. Pero vencido el tiempo pactado ninguno de los implicados ni las sociedades que conformaban cumplieron con lo pactado ni restituyeron a la víctima el importe abonado. Así obtuvieron un lucro indebido resultante de la percepción parcial del precio y la no entrega del vehículo acordado provocando un menoscabo patrimonial equivalente a 20.325 dólares.
Según la denuncia de la víctima, cuando firmó el boleto por la adquisición del vehículo Poletti le aseguró que “ya tenía la camioneta en su poder y que sólo restaban resolver cuestiones administrativas con su proveedor, lo que llevaría un par de días más”. Gonzalo A. también explicó que había llegado a Poletti por referencias de Leandro “Tanque” González, a quien “conoce desde hace muchísimo tiempo por el ambiente del rugby y que como éste le generaba suma confianza no dudó en entregar el dinero ya que siempre le comentó la solvencia de la empresa e incluso le refería de gente conocida por ambos que había operado con ellos”. Finalmente, el hombre admitió que cayó en la maniobra “por la confianza que le inspiraban González y Poletti porque era un negocio entre amigos”.
Cuatro pagarés
En febrero de 2020 Melina B. le pidió a un amigo que le haga un contacto para vender su Mercedes Benz A200 modelo 2017 y así llegaron a Poletti “en razón de la reputación en el mercado local de compraventa de autos de alta gama que el hombre tenía junto al «Tanque» González”. La operación se cerró con la entrega de cuatro pagarés de 7 mil dólares cada uno con vencimientos en marzo, abril, mayo y junio de ese mismo año a cambio de recibir el vehículo. Tras ello la mujer fue al Registro de la Propiedad Automotor para hacer los papeles de rigor, pero al llegar la fecha de cobrar el primer documento no recibió ni un peso.
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De ese modo, dijo la fiscal en su acusación, Poletti “obtuvo un lucro indebido resultante de la enajenación onerosa del vehículo y el no pago del precio acordado provocando un menoscabo patrimonial a la víctima equivalente a la suma aproximada de 28 mil dólares.
Plata no recuperada
Un hombre que mantenía una estrecha amistad desde 2002 con Poletti y González, y cuya hermana había sido pareja del primero de ellos durante seis años, por lo que habían compartido almuerzos, cenas y salidas, sabía de los emprendimientos inmobiliarios y de compraventa de rodados que había puesto en marcha su amigo, los que realizaba con gente de su círculo íntimo. En ese marco, en 2014 le dio 30 mil dólares que su concubina tenía ahorrados a cambio de un interés del 1,8% mensual; y en 2016, al fallecer el padre de esa mujer, otros 25 mil dólares que ese hombre tenía ahorrados. Así las cosas, con los intereses acumulados, la suma prestada ascendió a 101.800 dólares.
En ese marco de confianza, adquirió para la empresa en la que trabaja un Fiat Fiorino y la madre de su concubina un Fiat Palio en dos operaciones “exitosas”. A la vez, esta mujer le vendió al Grupo Praga un departamento céntrico valuado en 80 mil dólares de los cuales le abonaron el 50% en el momento de la operación y el saldo quedó pendiente atado a un contrato mutuo con fianza de modo tal que una vez más el capital se vio incrementado a 141.800 dólares sin que se firmase la escritura correspondiente sino un documento de poder en favor de Poletti.
En ese marco de confianza, el denunciante dijo que convino con Poletti la venta de un Volkswagen Gol propiedad de su suegra y un Ford Focus a nombre de su pareja, valuados en conjunto en 1.430.000 pesos firmando los 08 para la transferencia de ambos vehículos en blanco con la intervención de una gestora que no era otra que la esposa de Poletti. Y dijo que además le entregó a Poletti 7 mil dólares a fin de comprar un Volkswagen Up 0 kilómetro y un Mercedes Benz A200 que serían pagados con el resto de los interéses del contrato mutuo que los unía.
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En ese marco de confianza, la concubina y el hermano del denunciante también le cedieron al Grupo Praga la administración de inmuebles de su propiedad que actualmente se encuentran sin contratos de alquiler, con deudas de impuestos e irregularidad en los cobros. Por todo eso, el hombre perjudicado el 1º de marzo de 2020 conversó con Poletti para saber qué estaba pasando ya que las denuncias por estafas contra él habían tomado estado público. Y aunque su “amigo” se comprometió a pagarle todo lo adeudado, desapareció de los lugares que habitualmente frecuentaba y dejó de contestarle sus mensajes y llamadas. Por eso se contactaron con el “Tanque” González, con quien hasta ese momento casi no habían tenido trato, y el ex rugbier les manifestó que “el dinero de la sociedad lo manejaba Poletti, que él encontró irregularidades en todos los aspectos de sus negocios, que desconocía lo que había ocurrido y que no tenía como hacer frente a la deuda o estafa millonaria” que por entonces el hombre calculó en unos 200 mil dólares.
Pasamanos
El socio gerente de una empresa le vendió en 2020 a Integral Motors, una de las sociedades administradas por Poletti y Fonaroff un Porsche Cayenne modelo 2013 por 3.633.984 pesos a cobrar en 18 cheques de pago diferidos por lo que suscribieron un boleto de compraventa. Días después Poletti le exigió al vendedor la entrega del vehículo en calidad de depositario y dijo que el mismo quedaría resguardado en una finca de Funes.
Pero cuando el vendedor tomo conocimiento de las estafas que el Grupo Praga había cometido con cheques de pago diferido se contactó con Fonaroff y éste le dijo que él también había caído en la trampa diseñada por Poletti. Y le aseguró que su ex socio había vendido el Porsche a una concesionaria en la cual estaba siendo exhibido y de la cual fue secuestrado. En ese marco, el dueño original del vehículo pretendió cobrar el primer cheque que el empresario le había entregado y el documento rebotó por falta de fondos, tras lo cual ninguno de los tres condenados ni las sociedades de las que participaban pagaron el precio que se habían comprometido a abonar que ascendía a 57.682 dólares.
Ahorros perdidos
Una mujer que mantenía una relación de amistad con la esposa del “Tanque” González y cuyo tío era dueño del local donde funcionaba Integral Automotores, una de las sociedades del Grupo Praga, le entregó a Poletti 43.100 dólares que eran todos los ahorros de sus padres con el fin de realizar una inversión y obtener pingües beneficios. Para ello suscribieron un contrato de mutuo acuerdo en virtud del cual por la suma entregada la víctima obtendría un rendimiento mensual equivalente a 211.200 pesos.
El primer mes la mujer cobró en tiempo y forma el dinero pautado, y al segundo mes la mujer optó por hacer un retiro parcial del rendimiento que le daría el dinero aportado capitalizando el saldo y logrando así una supuesta ampliación de capital. Pero vencido el plazo para el cumplimiento de la obligación que con buena fe simulada asumió Bruno Poletti, no pagó los intereses pactados correspondientes al tercer mes y tampoco restituyo el capital provocando un menoscabo patrimonial a la víctima estimado en 38.483 dólares.
Demasiada confianza
En cada uno de éstos y otros casos desarrollados por la fiscal, lo que queda claramente explicitado es que los condenados, actuando por derecho propio como socios gerentes o socios ocultos de las firmas armadas abusaron de la confianza de sus víctimas, aprovechando el perfil que les daba la pertenencia a círculos sociales de alto poder adquisitivo, aparentando solvencia mayor a la que tenían y a sabiendas de la imposibilidad de cumplir con las obligaciones que asumían.
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Así las cosas, dijo la fiscal, conforme los hechos por los que se acusó a los tres hombres, “a sabiendas de su conducta ilícita y en acuerdo criminal provocaron un extenso daño patrimonial a un gran número de víctimas actuando de forma directa o bien a través de la sociedades interpuestas con la finalidad de diluir su responsabilidad criminal”. Y agregó que “particularmente cobran disvalor los hechos financieros puesto que los ahora condenados fondeaban las antieconómicas operaciones que a sabiendas de su imposibilidad de satisfacer celebraran. Esto puesto que en muchos de los casos los hechos financieros conllevaron la afectación de ahorros de toda la vida de las víctimas, no de excedentes de capital destinados a la inversión. Y esto conlleva un desprecio por el plan de vida de sus víctimas, el aprovechamiento de una vida de sacrificio y trabajo para acumular el capital que integraron a los imputados o a las sociedades, extremos que exacerban la reprochabilidad de sus conductas”.