Santa Fe.— La peor masacre carcelaria de la historia provincial, ocurrida en
el penal de Coronda el anochecer del 11 de abril de 2005, cuando fueron asesinados a mansalva 14
internos oriundos de Rosario, no fue un enfrentamiento espontáneo entre rosarinos y santafesinos
sino un plan diseñado para vengar "las actitudes de los internos que atacaban a las visitas"
rompiendo así un "código carcelario". Así se desprende de la sentencia que el juez de Instrucción
Darío Sánchez emitió el pasado jueves y se conoció públicamente ayer echando por tierra la historia
oficial que aludía a una rivalidad geográfica (cuya existencia se admite). Para sostener ese
argumento, el magistrado toma en cuenta un dato fundamental: la matanza selectiva estuvo conducida
por J.J.A., apodado "el rosarino Gareca" y originario de esta ciudad, quien en su declaración
judicial relató detalladamente lo ocurrido.
En el mismo fallo, el juez (que investigó la responsabilidad penal de los
funcionarios penitenciarios en el suceso) procesó, ordenó la prisión preventiva y trabó embargos
por 50 mil pesos contra los guardiacárceles Oscar Horacio Yosviak y Eduardo Daniel Marchesín, a
quienes les imputó el delito de "incumplimiento de los deberes de funcionario público en concurso
ideal con homicidio culposo agravado en 14 oportunidades"; y de Oscar Daniel Mansilla y Carlos
Daniel Monti, director y subdirector del penal respectivamente, a quienes los acusó de
"incumplimiento de los deberes de funcionarios público en concurso ideal con homicidio culposo
agravado en 4 oportunidades (las ocurridas en el pabellón 1) en concurso ideal y todo ello en
concurso real con el incmumplimiento de los deberes de funcionario público."
Asimismo, el magistrado dictó la falta de mérito del ex director del Servicio
Penitenciario santafesino, Fernando Rosúa, y de los funcionarios del área Lorenzo Miguel Ricca,
Daniel Bernardino Ferreyra, Humberto Antonio Orsi, Manuel Alberto Benegas, Marcrelo Oscar Caligaro,
Carlos Evaristo González, Eduardo Augusto Leclerc, Marcos Rogelio López Castro, Walter Humberto
Rossini y Darío Norberto Peralta. Además de disponer el sobreseimiento de los funcionarios
carcelarios Herminio Víctor Baptista y Julio Rubén Monteros.
Los errores. La causa, que acumuló en estos tres años 11 cuerpos de más de 2.000
fojas cada uno, pareció retornar a los primeros rumores al develarse que las muertes no fueron
producto de un ataque planificado por santafesinos en contra de rosarinos, como una suerte de
irracional reduccionismo de un enfrentamiento geográfico como hasta ahora se creía. "Si bien cobró
estado público que el hecho de la matanza fue producto de las diferencias existentes entre
santafesinos y rosarinos y si bien es también cierto que ello ha dado lugar a innumerables peleas
entre los mismos, entiendo que lo sucedido no fue producto de este «histórico» conflicto", dice
Sánchez en su sentencia.
Conforme este pronunciamiento de la Justicia, está claro que la causa de la
matanza, en la que algunos internos fueron ejecutados con suma crueldad (los primeros 10 fueron
asesinados en no más 5 a 8 minutos durante el asalto al pabellón 11) no fue la rivalidad norte-sur.
¿Cuál fue la causa que motivó tantas muertes?, se pregunta el juez. Y para buscar una respuesta
afirma que las víctimas no cayeron de manera azarosa sino que fueron seleccionadas previamente y
ejecutadas siguiendo un listado.
La criminal conducta fue favorecida por dos circunstancias que coadyuvaron a que
los homicidas ejecutaran el plan. Una de ellas fue la conducta de los guardias que facilitó que los
presos los tomaran de rehenes y la otra que los reclusos se encontraban en el patio interno del
pabellón 7 de muy mal humor reclamando ser llevados al patio externo. A saber:
u Yosviak abandonó la guardia "para ir al baño" sin esperar el relevo
correspondiente mientras que Marchesín, su superior inmediato, autorizó ese retiro sin
comunicárselo al subjefe del ala norte que debía enviar el reemplazo, facilitando así ser tomados
como rehenes.
u "La causa concreta de inicio —dice el juez— fue el incidente
protagonizado horas antes por internos del pabellón 11, en el cual resultaron lesionados dos
hombres, motivando ello la reclusión de la población en las celdas, la suspensión del recreo en el
patio externo a los internos del pabellón 7, dando ello motivo al reclamo de éstos ante la guardia
de dicho pabellón".
El origen. Asimismo, el magistrado da por descontado "de acuerdo a las pruebas
recolectadas en este proceso y en el sustanciado contra los internos que intervinieron en la
matanza, que ya estaba decidido el ataque hacia determinados internos del pabellón 11 y del
pabellón 1, ya que estos habían roto con uno de los denominados «códigos carcelarios»: «la visita
es sagrada»; y el grupo seleccionado molestaba a las visitas, sacándoles los bagayos, etc. y fue el
incidente en el pabellón 11 la oportunidad que esperaban para ejecutar su plan".
En este sentido, desde un primer momento trascendió de la boca de los mismos
presos que no sólo las molestias ocasionadas a las visitas tenían que ver con el robo o sustracción
de elementos que éstas llevaban sino que en más de una ocasión se habrían producido en el patio de
visitas abusos sexuales a esposas, hijas y hermanas de algunos internos ante la pasividad de la
guardia del lugar. Al respecto, y aunque el juez no refiere tales extremos, ahora la versión
recobró fuerza.
Entre ellos. "Es decir —dice Sánchez—, las muertes no fueron
espontáneas, sino que ya habían sido planeadas como venganza por las actitudes de los internos que,
como se dijo, atacaban a las visitas. Surge de distintas declaraciones a lo largo de la causa, que
una vez producida la fuga del pabellón 7, los amotinados por un largo tiempo antes de entablar
conversaciones con los mediadores de la situación, no solicitaban nada a cambio de terminar con el
conflicto, a no ser tarjetas de teléfonos, cigarrillos, etc, todos elementos de relativa
importancia como para motivar la rebelión. Por el contrario, manifestaban que había problemas y
debían solucionarlos entre ellos".
Todo eso se desprende con claridad de lo declarado por "el rosarino Gareca" ante
el juez. Cuando se le preguntó sobre los motivos del conflicto, dijo: "Mire señor, se trató de
motivos personales. Es de público conocimiento, tanto por parte de los celadores como de las
autoridades del penal, que los rosarinos se estaban portando mal en el patio de las visitas.
Molestaban a la visita y nosotros tenemos un código que la visita no se la molesta. Le afanaban
cosas, por ejemplo. Así no se podía convivir y las autoridades lo sabían»".
Y agrega el juez que los dichos de este preso "cobran credibilidad en razón de
que se buscaba a personas individualizadas de antemano para matarlos, es decir se sabía desde un
principio a quien se quería matar, como surge —también— con absoluta claridad de lo
declarado por Yosviak, quien según sus dichos llevaba las tablas con los nombres de los internos y
su lugar de alojamiento, con las cuales indicaba a los atacantes quién era quién y determinado el
que se buscaba, era ultimado".
Ordenes. A la hora de procesar a los titulares del penal, el juez dijo que "las
órdenes dadas por (el vicedirector) Monti resultaron determinantes para el ingreso de los
amotinados al pabellón 1 y de las muertes que fueron consecuencia de ello". En tanto, asegura que
(el director Oscar) "Mansilla no adoptó ninguna medida de seguridad".