Sebastián Suárez Meccia
En Camilo Aldao al 3000, barrio Triangulo, a Agustín Orlando Insaurralde lo reconocían por el apodo de "Pichi". Este hombre de 50 años no era un vecino que pasara desapercibido. "Era un tipo que si estaba sobrio, dos veces a la semana, era 10 puntos. Ahora, los otros cinco días, cuando andaba tomado o falopeado, era insoportable porque se ponía atrevido y pendenciero", explicó uno de sus vecinos. Ayer, a las 3.30 de la mañana, "Pichi" estaba solo en la puerta de su casa cuando mantuvo un altercado con otra persona que lo terminó asesinando con tres balazos en tórax y el abdomen. En la escena del crimen quedaron al menos cinco vainas servidas calibre 9 milímetros y el cuerpo fue hallado por un amigo de "Pichi" que dormía en su casa y escuchó los disparos. Inicialmente el fiscal Adrián Spelta lo demoró, pero con el correr de las horas lo dejó en libertad.
Los vecinos de "Pichi" hablaron de su vida como la de un errante. Comenzaron el relato deambulando por el sendero de la misericordia en búsqueda del manto de bonanza que sólo trae la muerte. Luego fueron sincerando el discurso. "Mirá, el que lo mató le hizo un favor a la humanidad. «Pichi» era un tipo muy estresante, desgastante. Era de esos tipos que se ponía atrevido y que cuando estaba drogado era insoportable. Era un tipo que vivía de planes sociales. Mezclaba drogas, te mangueaba y cuando no le dabas se ponía pendenciero. Te puteaba, te invitaba a pelear. Se ponía muy malo", explicó uno de los vecinos de la zona abonando la teoría de que el muerto era una persona conflictiva, que no trabajaba y vivía borracho o drogado.
"No quiero hablar ahora. El es un hermano que tenía, pero no quiero hablar", explicó amablemente un hombre que se presentó como familiar de la víctima.
Mala fama
Tras separarse de su esposa, "Pichi" se afincó en la casa en la que nació y se crió en Camilo Aldao entre Gaboto y Amenábar. A simple vista esa casa lucía ayer como algo desvencijado. Casi sin cuidado alguno, con las rejas despintadas y el portón fragmentado. A la vera del ingreso al garaje, abierto y con techo, podían verse envases de vino y latas de cervezas.
Según se pudo reconstruir, el 9 de julio para "Pichi" fue un día de total independencia e intensidad. "Ayer se la pasó rompiendo las bolas todo el día. Jodiendo, mangueando. Más de una vez se salvó de que le pegaran una patada en el culo. Te apuraba y te ponía el pecho o la cara diciéndote: «Vení, pega». Y puede que eso haya sido lo que lo llevó a la tumba".
Como si se tratara de una edición en barrio Triángulo de "El extraño caso del Doctor Jeckyll y Mister Hyde", uno de los amigos de "Pichi" explicó que era "un vago que no tenía problemas con nadie. ¿Si tomaba? Sí, pero era respetuoso de sus vecinos. Era un tanto contestador y cuando tomaba de más se ponía pendenciero, pero matarlo así no se entiende. Lo mataron a sangre fría"; indicó el hombre.
Sobre "Pichi" se escucharon varias historias. Alguna de ellas tan incomprobables como desopilantes. "«Pichi» no vendía falopa, pero se había convertido es una especie de usurero de adictos. A alguno pibes que son consumidores les daba guita para comprar droga y luego les cobraba ese dinero con intereses. No era el FMI de la droga, pero el capitalismo está en todos lados, amigo", indicó un joven de la zona.
Otra persona recordó cuando en junio de 2015 fue atacado por el perro Rottweiler que tenía por entonces y que lo desconoció. Fue el 23 de junio de aquel año. Por los avatares del destino fue a las 3.30, la misma hora en la que terminó muriendo. Aquel día fue derivado con urgencia al Hospital Roque Sáenz Peña con lesiones en ambos brazos, politraumatismos y fracturas. Recuperado del estado de shock "Pichi" decidió sacrificar a su mascota. Eso motivó la intervención del Instituto Municipal de Sanidad Animal (Imusa).
Tiros en la noche
La noche de ayer sorprendió a "Pichi" entre su deambular por las inmediaciones de su casa y el estar sentado en la vereda tomando algo con uno de sus amigos. "Por esa casa pasaba gente complicada", se animó a explicar una vecina.
Pasada la medianoche estaba tomando junto a Néstor, de 39 años, uno de sus amigos. Alrededor de las 3, Néstor entró a la casa de "Pichi" y se tiró a dormir. Según le relató a los investigadores, su amigo se quedó con su perro en la puerta de su casa y el volvió a despertarse a escuchar los disparos.
Sobre el asesinato de "Pichi" se sabe lo que dijo su amigo Néstor. "Contó que primero escuchó una discusión y después al menos cinco detonaciones de un arma de fuego. Que esperó un par de minutos antes de salir y que cuando lo hizo se topó con el cuerpo de su amigo tirado en la vereda. Tenía seis orificios entre el tórax y el abdomen. Fueron tres disparos con orificio de salida", explicó el fiscal Adrián Spelta, quien está a cargo de la investigación.
"Pichi" Insaurralde entró a su casa como pudo, ayudado por su amigo, y se desplomó en la cocina. En la escena del crimen los peritos de la Policía de Investigaciones (PDI) recolectaron cinco vainas servidas calibre 9 milímetros.
En el marco de la pesquisa, el fiscal Spelta comisionó a efectivos de la PDI para que recabaran testimonios de potenciales testigos y relevaran la existencia de cámaras de videovigilancia públicas y privadas en la zona. En ese sentido, a simple vista pudieron detectarse dos cámaras privadas en las inmediaciones cuyos registros serán reclamados a fin de echar luz sobre el hecho.
Desde el Ministerio de Seguridad de la provincia se precisó que Agustín Orlando Insaurralde tenía un prontuario abierto con una anotación por circular en un auto con pedido de captura por ser robado, de junio de 2016; otra por amenazas de julio de 2018; y una más por amenazas de diciembre último.
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