Franco Colapinto empezará este viernes a desandar su 20º gran premio de Fórmula 1. En años no muy lejanos, una temporada completa. Será en Azerbaiyán, donde el año pasado en su segunda carrera sumó sus primeros puntos. Y ahora, ¿qué puede esperarse en el callejero Bakú? Un análisis de fortalezas y debilidades.
Repasando la actuación de Colapinto con el Williams el año pasado, fue una hazaña lo que hizo en su segundo gran premio. Fue regularmente más rápido que su entonces compañero Alex Albon, clasificó a la Q3 por primera vez y terminó detrás suyo para atesorar un enorme 8º puesto.
El choque de Checo Pérez y Carlos Sainz le hizo subir dos puestos, pero a tres giros del final ya Colapinto había alcanzado la zona de puntos al superar a Nico Hulkenberg. Antes lo había hecho con su hoy compañero Pierre Gasly y mantuvo a raya a Lewis Hamilton con el Mercedes. Impresionante.
En contra: el motor en el veloz callejero de Bakú
Este año la situación es peor que la de Williams, porque aquel auto venía evolucionando y este Alpine se estancó hace rato, sin chances de evolución y con un motor sin la potencia suficiente que en Bakú se va a sentir.
La recta principal del circuito de la ex Unión Soviética es la más larga del calendario y ahí el motor Renault que se despide este año sufrirá los 30 o 40 caballos de fuerza menos que tiene. Inevitable.
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Lo que hay que ver es qué irá probando el equipo y el piloto argentino en los ensayos. Si conviene descargar el auto para que tenga más velocidad en ese sector, pero con el riesgo de perder en las curvas y los sectores más lentos. Que se acentúa porque ir con un auto inestable en Bakú puede inducir en pequeñas salidas de la pista con las paredes para contenerlos.
A favor: la confianza en el auto
Se supone entonces que Alpine deberá encontrar ese equilibrio. Por lo pronto, Colapinto llega a la cita mucho más confiando con el auto, un factor fundamental en circuitos como el de Azerbaiyán. Se notó en Hungría, Países Bajos y Monza, donde siempre estuvo a la par de Gasly y lo superó en más de una ocasión, en ensayos, clasificación y ritmo de carrera.
Ese aspecto será clave, tanto en Bakú como en las dos semanas siguientes en Singapur. El argentino encontró mejores sensaciones justo a tiempo, cuando además afrontará todos circuitos que ya conoce en Fórmula 1.
En contra: los padecimientos habituales
Ya está dicho con letras de molde por los máximos responsables de Alpine que el A525 no tuvo ni tendrá actualizaciones. Tampoco se justifica ahora que quedan ocho carreras para el final y todo está apostado a la nueva Fórmula 1 2026, con un auto totalmente distinto a los de este año.
Pero además hay que recordar que este modelo es el mismo del año anterior retocado. No se construyó uno nuevo. Y aquél solo resurgió por aquél loco GP de Brasil bajo el diluvio.
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Colapinto, y sobre todo Gasly que lo condujo desde la pretemporada (y está en Alpine desde hace 3 años), manifestaron tener todo tipo de problemas. Y no esperan que eso cambie.
A favor: al argentino le gusta
Siempre lo dijo y lo reafirmó ahora. A Colapinto le gustan los callejeros. No modificó su opinión ni con la piña del año pasado en Las Vegas. Tampoco por el beso al muro que hizo en 2024 en la FP1 de Bakú, tras lo cual hizo lo que hizo.
Sabe que en un circuito así se ve más la muñeca del piloto y el argentino expresó confianza también en este rubro.
Su carrera, claro está, es medirse con Gasly, con quien volvió a mostrarse en sintonía en numerosas publicaciones de Alpine, luego de lo que fue la controversia del final de Zandvoort, una situación opuesta a la que se viviría en Monza después.
Esa medida es que lo está llevando a asegurarse la butaca para el año próximo, anuncio del cual solo parece separarlo una formalidad. Debe seguir haciendo su parte, pero pese a las contras, Colapinto tiene con qué hacerse notar en Bakú.