Minuto 15 del complemento, el cuarto árbitro levanta el cartel electrónico anunciando un cambio en Central, el de Ignacio Malcorra por Tomás O’Connor. Fue el momento en que en el Gigante de Arroyito entero empezó a rondar la idea de que algo podía romper la monotonía de un clásico mal jugado y, hasta ahí, prácticamente sin emociones. Es que quien ingresaba era nada menos que el héroe de los dos últimos clásicos. Y Nacho cumplió con ese presagio. Después de unas cuantas intervenciones certeras fue víctima de falta por parte de Juan Ignacio Méndez y al Canalla le quedó un tiro libre a pedir del 10, desde un ángulo más complejo que aquel 30 de septiembre, pero ideal para un zurdo. “Cuando me paré lo primero que hice fue mirar el arco y vi que algo podía pasar”, tiró una de las figuras (la otra fue Facundo Mallo) en el extenso diálogo que mantuvo con La Capital el día después de la resonante victoria, en medio de una jornada en la que lo primordial fue “disfrutar junto a la familia”.
—No, para nada, ja. Tuve la suerte de hacer algunos goles y en este de hacer la jugada que terminó en el gol de Facu (Mallo), pero lo mío es lo de siempre, trato de hacer lo mejor como en cada partido. Es cierto que los partidos picantes como estos me gustan y por eso trato de disfrutarlos.
—Pero convengamos que no es normal que en tres clásicos seguidos haya un protagonista tan marcado.
—Tenés razón, no es normal, pero bueno, me tocó a mí y lo disfruto. Obviamente que mientras sirva para ganar, mucho mejor.
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Malcorra les devuelve el saludo a los hinchas que esperaban verlo en algún momento en cancha.
Virginia Benedetto / La Capital
—Ya dijiste un par de veces “lo disfruto”, ¿es tan así? Ruben por ejemplo en la previa dijo que le costaba dormir.
—Mirá, a mí me gustan este tipo de partidos porque son lindos. Trato de no pensar tanto en la previa porque sé la importancia que tienen y lo que significa, porque si ganás es todo muy lindo, pero si perdés es duro. Me gusta lo que se vive el día anterior porque uno piensa cómo va a estar la cancha, sobre todo acá en Rosario, que para mí es el clásico más pasional de Argentina.
—¿Estás convencido de que es el más pasional del fútbol argentino?
—Sí. No jugué un Boca-River, pero lo tuve cerca estando en la reserva de River. Por ahí el Unión-Colón es similar, pero el de acá de Rosario es el clásico que más presión tiene. Es como te decía antes, si ganás es todo hermoso, pero si perdés es lo peor.
—Después de aquel clásico del tiro libre también hablamos y te pregunté en qué momento de la semana pensaste que ibas a poder estar a disposición. Lo mismo te pregunto ahora.
—Contra Huracán apenas empezó el partido me tiró en el isquio y se me puso duro, pero seguí jugando. Me hice los estudios y me salió un desgarro grado 2, pero me tenía fe porque soy de recuperarme rápido. Con el trabajo con los kinesiólogos y los médicos lo sacamos adelante y ya después de Gimnasia me sentía bien. Te digo la verdad, nunca probé al 100, recién lo hice antes del partido, pero una de las primeras pelotas, que me tiró Mallo, piqué y me sentí bien.
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—Esta vez también le tuviste que meter doble turno con los kinesiólogos?
—Sí, tal cual. Tuvimos que meterle mucho dedo, muchos masajes para sacarlo adelante.
—Cuando Méndez te hizo la falta, ¿pensaste que algo lindo para el hincha de Central podía pasar?
—Cuando caí no sabía dónde estaba el arco, pero apenas me paré lo primero que hice fue mirarlo y vi que estaba lindo para pegarle. Estaba Maxi (Lovera) que también le pega de diez y hablamos, pero yo me tenía mucha fe. Sabía que algo podía pasar y por suerte Facu estuvo muy vivo para ir a la segunda pelota y definir como lo hizo.
—¿Estaba bravo esta vez para ponerla al ángulo?
—Estaba muy cerrado, no tan frontal. Era cuestión de darle un poco de dirección y no tanta fuerza. Por suerte salió todo muy bien.
—Aquella vez Lovera también se te puso al lado pero lo pateaste vos. En esta pareció que estuvo de más que Maxi otra vez se te arrimara. No se la ibas a dar ni a palos.
—Ja. Pasa que Maxi le pega muy bien, de hecho ya hizo goles de tiro libre, pero yo me tenía mucha fe.
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Nacho Malcorra se prepara. Al lado está Lovera, pero nadie dudó de que quien le iba a pegar sería el 10.
—Fue fuerte la imagen de Mallo hablando con Macagno. ¿Fue por su cuenta, habían pergeñado algo?
—No, fue cosa de él. Lo que hablamos entre nosotros fue porque me preguntó si le iba a pegar al palo del arquero o por encima de la barrera y le dije que por arriba de la barrera, por eso apenas le pegué salió corriendo hacia el arco.
—¿Cuando te tocó entrar, alcanzaste a sentir el murmullo de los hinchas en el estadio, que seguro pensaron que algo ibas a poder inventar?
—No, me lo dijeron, pero estaba muy metido en el partido, analizando por dónde podía encontrar los espacios.
Embed - El gol de Nacho Malcorra para Rosario Central ante Newell's
—¿Sentís que le al equipo le aportaste desde lo futbolístico, más allá del tiro libre?
—Sí, pero creo que en general el equipo hizo un buen partido porque ellos no tuvieron casi situaciones y el partido estuvo siempre controlado. A los que nos tocó entrar lo hicimos con muchas ganas y creo que si hubiéramos acertado un par de pases hubiésemos hecho algún gol más.
—¿Lo ganaron bien?
—Creo que sí, que fuimos justos ganadores.
—¿Qué tanto impacto puede tener esto de cara al partido por la Copa Sudamericana?
—Mucho. Lo que hicimos en el clásico es clave de cara a Fortaleza, que es un equipo que está muy bien. Sin dudas va a ser como el del clásico, un partido de detalles.
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—¿Son partidos para jugar desde lo futbolístico, pero también con la cabeza?
—Ni hablar. Es como con Inter, que le ganamos acá y allá empatamos. Tenemos que estar en todos los detalles.
—El de Gimnasia y el clásico fueron triunfos que descomprimieron después de lo que pasó con Russo?
—Sí, porque la salida de Miguel nos dolió a todos. Entre todos estamos trabajando porque lo que pasó nos golpeó a todos, pero ahora tratamos de hacer lo mejor posible con este cuerpo técnico.