Con el gran rendimiento que tuvo en la temporada, Esteban May se transformó en uno de los puntos altos del plantel de Argentino, que disputó la primera parte del torneo de Primera D. El experimentado defensor y capitán de los salaítos disfruta del buen momento, hizo un alto en su trabajo cotidiano para hacer un balance del año y sueña con el ascenso a la Primera C.
"Se terminó un año bueno. En la primera parte del semestre pudimos clasificar para disputar el reducido. Hicimos una segunda parte de torneo impresionante pero, en la semifinal, Juventud Unida nos ganó en el Olaeta (0-1) y quedamos afuera de la lucha por el segundo ascenso. En la segunda parte del año tuvimos un arranque malo. Perdimos cuatro partidos consecutivos y el clima se puso feo. Por suerte cambiamos el chip, logramos enderezar el rumbo y finalizamos séptimos, en zona de reducido y a siete unidades del líder Victoriano Arenas", comenzó la charla Esteban May. El referente del albo también realizó un repaso de toda su trayectoria y contó el día a día en la carrera del futbolista. El defensor tiene dos trabajos para sostener a su familia. A la mañana se presenta temprano a los entrenamientos y por la tarde se pone a trabajar en una imprenta.
"Con los dos trabajos me manejo bien porque tengo la posibilidad de cambiar los horarios. Los entrenamientos son fundamentales estar en plenitud y con la imprenta es un segundo ingreso de dinero", dijo May.
¿Hace cuántos años que estás en primera división?
Tengo 40 años y debuté en primera a los 18 en Social Lux. Después comencé una larga trayectoria en diferentes clubes. En el 2001, jugué en el fútbol peruano por una temporada. En el 2003, el técnico Clemente Cordero me llamó para jugar en San José y bajo la conducción de Oscar Díaz nos consagramos campeones de la Rosarina. En la siguiente temporada participamos en el torneo Federal representando a la liga con San José. Después de ese torneo pasé a Tiro Federal, donde jugué seis meses. Y luego decidí ir a jugar en la Liga Casildense en varios equipos importantes.
En los años que jugaste en el fútbol del interior, ¿pudiste levantar algún trofeo?
Fui campeón en cuatro oportunidades, dos veces con Atlético de Chabás, otra con Aprendices Casildenses y la restante con Belgrano de Arequito. Además jugué en 9 de Julio de Arequito, Unión Casildense, Los Molinos y América de Fuentes. Con el correr de los años pude ganar experiencia, fui respetado en cada institución y coseché grandes amigos, con los que todavía sigo en contacto. El fútbol en el interior se vive con mucha pasión.
¿Cómo te manejabas para ir a entrenar y jugar todos los fines de semana?
El jugador que decide jugar en las ligas del interior tiene que realizar un sacrificio bárbaro todo el año. Los viajes y los entrenamientos van de la mano. En lo personal, me adapté sin problemas. Jugar en equipos importantes y poder ganar títulos me dio un plus para cuando tenía que arreglar los contratos. Por suerte, siempre dejé una buena imagen en los clubes que jugué. Con el correr de los años, las ligas del interior se ganaron el respeto de todos porque se realizan muy buenos torneos y trabajan muy bien profesionalmente.
¿Cuál es la diferencia de los entrenamientos entre el fútbol local y las ligas del interior?
En los clubes del Gran Rosario, salvo equipos que juegan en la Rosarina, la mayoría entrenan por la mañana (Central Córdoba, Argentino, Tiro Federal y PSM Fútbol). Y en el campo, las prácticas comienzan a las 20. Por eso para llegar temprano a los entrenamientos debía salir a las 18 desde Rosario y regresaba después de la medianoche. Pero además de ir a práctica también había otros factores que te pasan por la cabeza. Lo importante era estar tranquilo en la ruta y pendiente de la familia. Los días de partidos de local viajaba temprano y cuando teníamos partido nos tocaba concentrar el día anterior. El sacrificio que realicé fue impresionante pero gracias a las ligas del campo, pude consolidarme como jugador y formar una familia.
¿Tuviste algún llamado en tu carrera para jugar en categorías superiores?
Te digo la verdad, jamás nadie me ofreció jugar en el fútbol de otra divisional. En este ambiente se manejan con los representantes, pero a la hora de arreglar mi contrato siempre lo realicé de jugador a dirigente. Jamás tuve problemas con nadie.
¿Cómo fue tu desembarco a barrio Sarmiento?
Todo se dio en el inicio de la temporada 2016 con una charla que tuve con Marcelo Vaquero. A él lo conozco de los diferentes picados de futbol que jugamos con mi viejo en el Parque Norte, Urquiza y en la recordada cancha de Prefectura de la bajada Sargento Cabral y Avenida Belgrano. A partir de esa relación, se hizo más fácil mi llegada para vestir la camiseta del salaíto. Hoy voy a cumplir tres temporadas con Argentino, y en dos oportunidades quedamos muy cerca de ascender. Ojalá que el 2018 sea el año del ascenso.