"En el banco, me dijo Bauza, en el lugar que queríamos". Las sensaciones, fuertes por cierto, para el Patón y su principal colaborador José Di Leo, el protagonista de esta historia, no tardaron en aparecer, no debieron esperar que transcurrieran los primeros 90 minutos de juego como conductores del seleccionado argentino. Fueron más precoces. El Camello cuenta que antes del partido con Uruguay, apenas se sentaron en el banco de suplentes, de la boca de Edgardo Bauza salió esa frase. Faltaba ganar y jugar bien en la medida de lo posible, pero tranquilamente esas materias hubiesen podido quedar para más adelante. El sueño ya estaba hecho realidad. Así lo cuenta Di Leo, con calma, cuando el mano a mano con Ovación recién da sus primeros pasos en la lejana Mérida, a la espera del choque ante Venezuela. No es mucho el tiempo que tiene para dispensar, pero lo utiliza a la perfección. Con frases más claras que rimbombantes. Y en el análisis habla un poco de todo. De esas sensaciones, de la forma de trabajo a la que se están acostumbrando a llevar adelante, de lo que es dirigir a Messi y, por supuesto, de ese otro anhelo que sería dirigir un partido de la selección en el Gigante (ver aparte).
"Había una gran incertidumbre por ver cómo se presentaba todo, porque era todo nuevo y uno básicamente observaba. Sentir y vivir el compromiso que tienen los jugadores con la selección supera todos los límites. Tenemos la tranquilidad de saber que contamos con jugadores de jerarquía, que están compenetrados con la causa, que es lograr algo con la selección argentina. Fue un gusto, un placer convivir con eso todos estos días", se sincera.
—¿En qué palpan ese compromiso al que hacés referencia y del que ya habló Bauza también?
—Nosotros cuando trabajamos lo que intentamos hacer es conformar un grupo que esté comprometido con lo que se plantea, que muchas veces es difícil de lograr. Es verdad eso de que podés conseguir cosas importantes cuando el grupo que armaste está realmente bien. Y eso se refleja en que toda la gente que está metida en esto tira para el mismo lado, que los que juegan y los que no se entrenan todos con las mismas ganas. En todos los equipos que estuvimos y obtuvimos éxitos logramos conformar un buen grupo y acá eso ya está conformado. La verdad es que ver a estos jugadores, con la jerarquía que tienen, que trabajen con la humildad con la que lo hacen, escucharlos y que te escuchen es maravilloso. Lo que hay que hacer, como siempre dice el Patón, es darles las herramientas para que se sientan más cómodos y a eso sumarles algunos detalles que tienen que ver con el sistema de juego, pero que no varían demasiado de las cosas que siempre hicimos.
—Con jugadores de tanta jerarquía como decís, muchas veces no es sencillo encontrar humildad, al menos de puertas hacia adentro.
—Lo que pasa es que generalmente para ser figura no sólo tenés que ser buen jugador, sino que hay que ser el mejor en cuanto al comportamiento como profesional y como persona. Y acá se junta todo. Porque son buena gente, buenos profesionales y excelentes jugadores y así es mucho más fácil. Después, tenés que tratar de mantenerlos motivados para que tanto el que juega como al que le toca quedar afuera se sientan de la mejor manera.
—¿Cuáles fueron las primeras palabras que cruzaron con el Patón apenas entraron al vestuario en Mendoza, después de haber ganado en el debut al frente de la selección argentina?
—Para nosotros fue una satisfacción muy grande porque estar en la selección es lo máximo, pero más que nada lo hablamos cuando nos sentamos en el banco. Ahí el Patón me dijo "estamos en el lugar que queríamos estar", porque nosotros siempre dijimos, aunque suene pedante, "ojalá podamos llegar". Pero esto recién arranca y de lo que hablamos es de conseguir metas porque siempre tenemos la vara muy alta, porque nunca fuimos conformistas. Tenemos mucha confianza en alcanzar esas metas que nos propusimos. Después, cuando alcanzamos los objetivos que nos trazamos, sí nos abrazamos porque sentimos que cumplimos con lo que nos habíamos propuesto.
—Más allá de eso, arrancar con un triunfo descomprime un montón.
—Seguro, y es lo que más contentos nos puso, sobre todo porque no era nada fácil. Ahora muchos dicen "che, Uruguay no atacó", pero en realidad no lo hizo porque nosotros no lo dejamos, porque no le dimos espacios y le robamos la pelota. No nos olvidemos que Uruguay venía puntero y con grandes jugadores. Era un partido duro, por eso la satisfacción de haber podido minimizar su juego e imponer el nuestro.
—¿Qué cosas tuvieron que cambiar como cuerpo técnico, porque acá se terminó el día a día con los jugadores, a los que ven un par de entrenamientos antes de cada partido?
—Te cambia muchísimo. La metodología no la podés aplicar porque en un club vas construyendo un equipo con los jugadores que hay y en la selección podés formar lo que vos querés. El trabajo que hacemos es observar mucho, ver los niveles en acción. Tenés más horas de trabajo, porque cuando estás en un club entrenás dos o tres horas, ahí en el contacto, pero esto requiere de más tiempo día a día, porque están todos muy lejos y a la distancia se complica. Son dos cosas totalmente distintas, pero muy lindas ambas. Esto de estar en la selección argentina es un sueño y por eso lo disfrutamos, más allá de que tenemos muchas más horas de trabajo con muchísimo menos contacto con el jugador.
—¿Y cuando eso pasa es difícil trasladarle al equipo la idea que quieren por el escaso tiempo de trabajo en campo que tienen?
—No, porque los jugadores son muy inteligentes y tienen una media mucho más alta que otros. El nivel de inteligencia y facilidad para captar el mensaje es mucho más alto porque son los mejores. Igualmente, no somos un cuerpo técnico que pueda causarles problemas a los jugadores porque somos muy tranquilos. No hacemos locuras de levantarlos a la 3 de la mañana para ver un video. Y así como nosotros los observamos a ellos, ellos nos observan a nosotros.
—¿Hoy la meta es Venezuela o incluye los otros cuatro partidos que restan en el año?
—Nosotros no es que tenemos metas cortas porque sabemos que dentro de dos años hay un Mundial, al que tenemos que llegar en un nivel muy alto. En todos los partidos que juguemos tendremos que lograr que el equipo vaya teniendo mayor consistencia lo antes posible. La meta es llegar al Mundial.