Una noche sin medias tintas para Central. Cabe la especulación de que un empate lo mantendría en carrera, pero no es tiempo para darse semejante lujo. Por eso, lo de esta noche en Banfield debiera ser una extensión de aquel partido en cancha de San Lorenzo, que no sólo posicionó al equipo del Kily González en la Copa Sudamericana, sino que le metió un empujón terrible desde lo anímico. Pero claro, el principal argumento que tiene hoy el canalla para ir en busca del primer puesto del grupo A no es emocional, sino futbolístico. Porque hace una semana este Central dio en la tecla desde el juego, exponiendo la mejor versión desde que el Kily es el entrenador. No hay mejor trampolín para pensar que hoy, ante Huachipato, puede dar el salto que la situación amerita. No hay lugar para especulaciones alternativas: si Central vence al equipo chileno tendrá definitivamente el futuro en sus manos. Una aclaración, vital por cierto: en caso de perder quedará fuera de carrera.
Para muestra alcanza con la decisión del Kily (no podrá ingresar al campo de juego ni al vestuario) de poner en cancha el mismo equipo que venció al ciclón en el Nuevo Gasómetro. Es que esos últimos 90 minutos del canalla dentro de una cancha son los que, se insiste, convalidan la idea de que no hay nada para tocar. Más bien todo lo contrario. En esa idea de ratificar equipo lo que el DT intentará lograr es que sus dirigidos jueguen en la misma sintonía que hace una semana.
Es poco habitual para este Central, al menos para el del Kily, que la intención sea repetir lo del partido anterior. Es que fueron tan pronunciados los altibajos que siempre tuvo la obligación de mejorar. Puede resultar conformista para el Kily o sus jugadores, pero tranquilamente pueden imaginar que haciendo algo similar a lo realizado ante San Lorenzo sería suficiente. Y allí estará el verdadero desafío de esta noche.
En la vida, pero sobre todo en el fútbol, suele decirse que “una cosa lleva a la otra”. Bueno, si Central llegó a depender de sí mismo para alcanzar la clasificación fue por lo bien que resolvió el partido con San Lorenzo (lo arrancó perdiendo con un gol en contra de Ávila) y por las bondades futbolísticas que exhibió para lograrlo.
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Central empató en Chile con Huachipato jugando con uno menos.
Detenerse en eso no sería lo más aconsejable para Central. Porque el antecedente es valedero, pero lo de esta noche será una historia aparte, ante un Huachipato que demostró que tiene unas cuantas virtudes y que tendrá dos de los resultados a su favor. No parece ser de los equipos que puedan especular, pero un empate lo dejaría mucho mejor parado que a los canallas.
Central tiene la sartén por el mango y no hay nada mejor que le pueda pasar a un equipo. Porque no es lo mismo tener las riendas en la mano que quedar a expensas de los demás. Ahora lo que tiene que demostrar el equipo del Kily es la capacidad para que esa responsabilidad no le pese, como sí le pasó en el tramo final en la Copa de la Liga.
La Copa Sudamericana es uno de los grandes objetivos que se planteó Central en el inicio del semestre y le queda hilo en el carretel. En realidad es lo único que tiene frente a sus narices para pelear. Porque la Copa Argentina resultó un trauma y en el torneo local no le alcanzó para meterse entre los cuatro primeros de su zona.
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Pero todo eso será materia de análisis para más adelante, cuando llegue el receso, que podrá ser con otro objetivo sin cumplir o habiendo metido un “batacazo” en un torneo internacional, un terreno donde las últimas experiencias resultaron traumáticas.
Si Central gana le quedará un último examen por rendir (de local ante 12 de Octubre), si empata ya dependerá del resultado en la última fecha entre Huachipato y San Lorenzo y si pierde ya será cosa juzgada. Por eso no hay otra variable posible para esta noche que la victoria.
Tiene posibilidades de alcanzarla porque goza de ese envión anímico y futbolístico que logró hace apenas una semana. Motivo más que suficiente para ilusionarse. Para que la esperanza no se transforme en desencanto, Central tiene una misión que cumplir y sólo de esa forma sabrá si haber jugado bien y pasar a depender de sí mismo fue un verdadero trampolín, en el cual hoy puede meter otro salto.