El Guasón, como le dicen en Ecuador, o Mono, como le dicen sus amigos, conserva la humildad de todo tipo de pueblo. Amable y predispuesto a relatar su presente, pero también a bucear en el océano de los recuerdos con momentos de enorme alegría, pero también sinsabores poco conocidos. "Una de las cosas que me perdí es no haber podido estar en el nacimiento de mis tres hijos. Eso es algo que me apena", confesó el exgoleador en la extensa charla que mantuvo con Ovación en su lugar de inicio en el mundo de la redonda: el Club Atlético Empalme Villa Constitución, cuna de grandes jugadores y donde comenzó como arquero con el fin de jugar, aunque después abrazó un puesto que lo llevaría a triunfar y trascender. En el largo viaje al pasado también contó el día en que en Perú vivía en una casa familiar, pero al sentirse solo "llamé a un taxi para volverme al pueblo. El taxi nunca apareció, a los tres días debuté y mi vida cambió". También recordó que "en un club de Perú a mis compañeros les pagaban el sueldo con bolsas de papel higiénico" y que en Ecuador "me sentía Maradona" por el afecto de la gente.
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LA CAPITAL/Andrés Mancini
En su carrera estuvo en el máximo nivel durante cerca de catorce años y tras su retiro Graziani regresó a Empalme, donde "tuve un par de años sabáticos. Cuando dejás el fútbol es difícil porque te encontrás con un vacío increíble. Iba a visitar a un amigo, estaba diez minutos y me cansaba. Me iba a visitar a otro y me cansaba. Necesitaba ocupar mi vida, mi cabeza, así que me invitaron para estar en política".
¿Cómo fue eso?
Estuve junto a Raúl Vallejo en la comuna como vicepresidente durante 8 años. En las últimas elecciones perdimos, así que ahora estoy abocado -sólo un poco, ja- junto a mis hijos a la ferretería Grazini. Después estoy también en un taller metalúrgico, pero me cuesta un poco todo lo computarizado. Hago cosas también en el campo, que es mi cable a tierra. Peleando con las hormigas y cotorras que me comen unas plantas, ja.
¿Qué es lo más difícil, estar en política o ser jugador?
Creo que la política. Cuando ganamos era toda euforia, pero al otro día ya empezaron los problemas. La situación no está bien y ante eso la gente va siempre a la comuna. Acá nos conocemos todos y te llaman a cualquier hora. Estás las 24 horas pendiente del celular tratando de solucionar los problemas. A mí lo que más me gustó fue gestionar, viajar a Santa Fe o a Buenos Aires. El charlar, pedir para el pueblo porque uno pretende que siga avanzando.
¿Es verdad que empezaste como arquero?
Sí. A Atlético vino un equipo que se llamaba Alumni de Pavón y nos reunieron a todos. Éramos como veinte chicos y estaban armando el plantel. Por miedo de quedarme afuera dije que atajaba. Ganamos una final por penales. Después empecé a jugar de delantero.
Tu carrera la hiciste en el exterior, sobre todo en Ecuador, pero tu inicio fue en Newell's. ¿Fue una materia pendiente el no haber podido trascender en la Lepra?
Sin dudas, porque mi familia está acá y quería que estuviera en la cancha conmigo. Me hubiese gustado por lo menos probar unos partidos a ver qué es lo que pasaba. El destino es así, propone y dispone las cosas. Jamás se me cruzó por la cabeza que después un país, en este caso Ecuador, me pida para la selección. Para mí fue algo increíble.
¿Dudaste por el qué dirán el vestir una camiseta de otro país?
Mi trabajo era el fútbol. Mis hijos no van a comer una bandera. Además, había que ser consciente porque en esa época estaban Abel Balbo y Omar Batistuta en la selección nacional. Había cada monstruo de delanteros que era imposible llegar. Debía tener los pies sobre la tierra.
Mal no te fue con la decisión porque en la actualidad seguís siendo uno de los máximos goleadores de Ecuador.
Tuve la fortuna de jugar cerca de 31 partidos con la selección y tengo un porcentaje del cincuenta por ciento de goles, 15. Así que bastante bien.
¿Dónde te fue mejor, que la pasaste muy bien, y dónde sucedió lo contrario y la pasaste mal?
No la pasé tan mal porque estaba casado, pero estuve en un equipo que se llama Ciclista Lima y se habían retrasado con los sueldos. A los chicos peruanos les daban papel higiénico para que lo vendieran y se cobren con eso. Lo que sucedía es que el presidente del club tenía una fábrica de papel higiénico. Una cosa de locos. Estuve dos o tres meses hasta que apareció un empresario brasileño y me llevó a Aucas (Ecuador). Ahí cambió mi vida.
Si no tendrías una empresa de papel higiénico, ja.
(Risas) Seguramente estaría vendiendo papel higiénico en Perú. Pero bueno, son cosas que suceden muchas veces en el fútbol.
Más allá de la broma, en ciertas ocasiones hay jugadores que a veces se van en busca de triunfar en otro lado por promesas que reciben, pero después las cosas no son como les dijeron.
Totalmente, es difícil. Cuando me fui a Perú (a Sports Boys) me alojaron en una casa de familia. Estaba en una habitación donde tenía una cama y un TV. En otra estaba un cordobés con su señora y sus dos hijos viviendo en un un cuarto igual. Cuando vi eso no me gustó y no quería estar encerrado en una piecita. Llamé a un taxi para irme al aeropuerto y volverme a mi casa. El taxi nunca apareció. A los tres días debuté e hice un gol de tiro libre -algo que nunca hacía- a Sporting Cristal, que tenía un equipazo. A partir de ahí empezó a cambiar mi vida. Si el taxi me buscaba estaría en Empalme en una fábrica o viviendo bajo un puente, ja.
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LA CAPITAL/Andrés Mancini
El destino
Las cosas por algo pasan y hay un destino escrito.
Alfredo Berti, el padre de Alfredo Jesús, era directivo y una vez me dijo: "¡Cómo te vas a ir de Newell's, qué vas a hacer en Perú!". Yo le dije que iba a probar, o me sale bien o termino en una fábrica. Ya tenía 21 años y tenía que tomar una decisión. Aposté y me salió bien. De Perú a Ecuador, pasé por México, Estados Unidos y unos meses en Lanús. Hasta que me retiré en Liga de Quito con el Patón Bauza.
En general se conoce el producto final, el jugador exitoso, pero atrás hay un trayecto que pocos conocen y es de mucho sacrificio.
Fue bravo cuando estaba solo y en otro país, lejos de la familia. Después el estar con mi esposa la cosa cambió, pero en mi vida tengo cosas pendientes que no las voy a poder hacer y que son los nacimientos de mis hijos. Al primero lo conocí al mes, aunque antes me mandaron una foto por fax (se utilizaba para enviar y recibir imágenes de todo tipo). Imaginate en esa época de fax, en el 96, cuando justo se estaba dando el traspaso de Auca a Emelec. Mi segunda hija nació en Estados Unidos, pero estaba de gira con la selección y la conocí a la semana. Y la tercera habíamos organizado hacer cesárea para que yo pueda llegar. Mi esposa no aguantó y la conocí a los tres días. Son cosas que en la vida a uno le hubiese gustado disfrutar.
¿Tu esposa es también del pueblo y la que te acompañó en toda tu carrera?
Sí. Nos pusimos de novio cuando ella tenía 14 años y yo 17. Estuvimos seis hasta que nos casamos. Hoy llevamos treinta años juntos. Pero fue la que llevó la casa adelante. Realmente conocí una mujer de hierro que me bancó en todo momento porque nos fuimos los dos con un bolsito y pasamos por mil cosas.
Todo chico cuando se inicia sueña con debutar y luego ser transferido al exterior con el fin de salvarse económicamente. ¿Lograste cumplir con esa premisa?
Yo siempre soñaba con lo que vos decís, llegar a primera y comprarme un campo. Tengo una mentalidad de mi mamá italiana. Por supuesto que quería jugar en Europa. Lo del campo lo pude lograr, pero no pude ir a Europa. Tuve una chance de Francia, pero Emelec no quiso venderme.
La carrera de un jugador no es extensa y a los 35 años generalmente se termina. Por eso es importante manejarse bien e invertir el dinero, algo que no todos pueden hacer y después se complica la existencia para una persona que es joven a esa edad.
En mi caso considero que tuve una educación o la cultura de mis padres que siempre pelearon cada peso que tenían. A lo mejor no se iban de vacaciones y ese peso lo ponían en la casa para tener su techo propio. Yo hice eso, traté de invertir para el futuro mío y de mis hijos. Como ya te dije hoy le pude poner la ferretería a mi hijo y tener un taller metalúrgico. Hace poco estuve en Italia y España viajando y jugando con gente de Ecuador unos partidos amistosos a beneficio. Me encontré con amigos exjugadores y algunos están trabajando de albañil. Todo depende de la mentalidad. Conozco muchos que quieren la cadenita de oro, el auto de alta gama y de determinada marca. A mí no me importa eso del auto. Primero está el techo.
Por eso lo fundamental es la mentalidad y una bajada de línea con el fin de aconsejar a los jóvenes.
Sin dudas. Muchos vienen de lugares pobres y no son aconsejados. Empiezan con a fiesta de acá, de allá y se acoplan muchos amigos. Como se dice, el amigo del campeón que se te une para que vos pagues todo.
¿Qué pasa cuando vas a Ecuador, donde formaste un nombre, generaste un vínculo con la gente y sos uno de los grandes ídolos de ese país?
La verdad que cuando voy me siento como si fuese Maradona, ja. La vida que tuve allá fue algo hermosa. Siempre me trataron bien y cuando salía a algún lugar siempre me pedían fotos, autógrafos. Eso significaba que estaba haciendo bien las cosas. Todo eso era un mimo al alma.
El Guasón, por la boca y la sonrisa eterna, o el Mono, por lo inquieto y estar colgado siempre de los árboles, sigue activo en el fútbol a los 53 años y siempre peleando en la tabla de goleadores en el torneo de Provincial con Ferro y en Defensores de Empalme, entre otros de los tantos campeonatos que juega. "Estoy aprovechando los últimos cartuchos", sentenció.