Si el Poder Ejecutivo Nacional entero asistió a una capacitación en género y violencia contra las mujeres cumpliendo con la ley Micaela, ¿qué esperan las asociaciones , confederaciones y clubes del país para imitar la acción?
Por Laura Vilche
Si el Poder Ejecutivo Nacional entero asistió a una capacitación en género y violencia contra las mujeres cumpliendo con la ley Micaela, ¿qué esperan las asociaciones , confederaciones y clubes del país para imitar la acción?
El asesinato de Fernando Báez Sosa por un grupo de rugbiers es una intimación colectiva. Es hora de que formadores y deportistas desarmen el modelo de masculinidad que supieron conseguir a fuerza de una bravura que presumen entre pares.
Es hora de que los machos dejen de invisibilizar las distintas orientaciones sexuales e identidades de género en sus equipos (¿por qué aún se enmudece la homosexualidad en deportes como el fútbol, el rugby o el automovilismo?).
Es hora de que se aplique la educación sexual integral (ESI) en las escuelas para debatir todo esto. Pero yendo a los muchachos de la ovalada: algunos dicen que se "estigmatiza" al rugby, a sus jugadores y valores de caballeros; otros aseguran que estos crímenes son reflejo de una sociedad violenta, que es lo mismo que no decir nada si el mundo del rugby no se cuestiona por qué repite estos hechos.
¿Qué se creen los rugbiers? Preguntarse esto sería repensar qué modelos identitarios los aúnan. ¿Ser inmensos y fuertes habilita a hermanarse a las piñas o realizar bautismos homoeróticos en los vestuarios alentando en clan? ¿Pertenecer históricamente a sectores acomodados es lo que les permite despreciar otras formas de vida u otras vidas? Dejar de lado la victimización y analizarse podría significar un primer paso en el rugby.