La noticia ganó nuevamente la tapa de los diarios: "Habrá educación sexual en
las escuelas". La diferencia con idénticos anuncios anteriores es que esta vez se pone especial
énfasis en contenidos como hablar sí o sí de preservativos y parece que no se espera el visto bueno
de la Iglesia Católica. Y no es poco que el acuerdo se haya dado entre todos los ministros reunidos
en el Consejo Federal de Educación. Lo que se mantiene igual a otras ocasiones es que será "desde
el año que viene".
De todas maneras, la meta es para no despreciar si se recuerda que los embarazos
adolescentes o los casos de abusos siguen siendo moneda corriente. Pero, como todo lo que se
anuncia para la educación, será necesario seguir muy de cerca cuánto de esto ocurre de manera
certera y no pasa de las "declaraciones-diagnóstico" usuales entre ministros y funcionarios. Y esta
afirmación no es caprichosa, al menos en lo que a la provincia de Santa Fe respecta.
Desde que en 1992 se aprobó la ley de educación sexual para las escuelas
santafesinas y en 1998 se reglamentó su enseñanza no pasó nada más que una sucesión de anuncios de
los ministros de turno, del tipo "este año se capacitará a los docentes y el próximo se empieza con
las escuelas".
Por supuesto que nada ocurrió y la ley, como tantas otras, sigue archivada.
Hasta el momento las únicas experiencias que pueden dar cuenta de esta enseñanza son las que
encaran voluntariamente las escuelas, sus docentes y las que son acompañadas por alguna ONG u
organismo oficial, siempre y cuando goce del presupuesto necesario para hacerlo.
Lo cierto es que un rápido recorrido por estos discursos oficiales recuerdan
declaraciones reiteradas, nunca vueltas realidad. El 10 de agosto de 2003 el ex ministro de Salud
provincial Fernando Bondesío aseguraba: "Nosotros les garantizamos a las escuelas que en septiembre
van a recibir el material y la distribución se realizará desde mi Ministerio. La idea es reunir a
diferentes grupos por escuela con médicos del programa de salud reproductiva para que les puedan
hacer todas las consultas que sean necesarias. Pero sobre cómo se baja pedagógicamente tiene que
ver con Educación".
Paralelamente, la funcionaria responsable de la enseñanza primaria de la cartera
educativa decía desconocer qué material distribuiría Salud.
En diciembre de 2003, cuando las clases habían terminado y casi como una burla,
las escuelas recibieron sorprendidas unos cuadernillos de Educación provincial. Uno incluía la
normativa y recomendaciones acerca de la educación sexual, otro hablaba sobre "Los problemas
hídricos en la provincia de Santa Fe: su impacto en los ambientes urbanos y rurales", y un tercero
recopilaba una serie de evaluaciones en el área de educación artística.
El 30 de julio de 2005, los anuncios mostraban un acuerdo entre el ministro de
Salud Sylvestre Begnis y la ministra de Educación Carola Nin, sobre un plan para llevar la
educación sexual a las escuelas. El proyecto incluía la obligatoriedad, el tratamiento curricular,
la entrega de preservativos y la capacitación docente.
Cambio de gestión mediante, el 10 de diciembre de ese año y a poco de asumir, la
ministra de Educación Adriana Cantero —actual directora nacional de Gestión Educativa—
aseguraba: "La educación sexual no será una materia aparte y será tomada como un contenido
transversal".
En mayo de 2006, la por entonces ministra de Salud provincial, Silvia Simoncini,
y Cantero hablaban de un acuerdo para que haya educación sexual para padres y docentes, a la vez
que los niños trabajarían paralelamente en las aulas.
En marzo de 2007 Cantero reitera lo dicho y asegura que los temas prioritarios
de su gestión para ese año serían: el cuidado del agua, de la energía, la educación vial y la
educación sexual. Una especie de "combo educativo", que, está demás decirlo, no pasó de eso.
En el medio de esta cronología se aprobó a nivel nacional la ley de educación
sexual (2006), cientos de adolescentes se convirtieron en madres precoces, se enfermaron y los
casos de discriminación o explotación sexual infantil no bajaron de las estadísticas conocidas.
El cambio de gestión renovó la promesa. Así, la actual ministra de Educación,
Elida Rasino, el 23 de febrero pasado y consultada sobre si por fin se implementaría la educación
sexual respondía: "Sí. Vamos a cumplir en todos los aspectos que la norma demande. Y se puede
implementar respetando diferentes posiciones y poniendo por delante la importancia de que nuestros
jóvenes conozcan, aprendan y quieran su cuerpo, su vida y la de los demás".
Hoy, ya pisando la mitad del año, y aun cuando "transición" parece ser la
palabra más usada para salir del paso si no hay un plan que acompañe los discursos, más que nunca
vale creer que si se pierden la esperanza y el optimismo es imposible educar.