Hay muchos sociólogos que sostienen que, ante la incertidumbre del mañana, cada vez mas caótico, la sociedad tiende a aferrarse a los recuerdos, al ayer, a lo conocido, que termina siendo grato, en algún punto simplemente conocido y listo. Con eso alcanza ante el mañana tan desparejo. Me dicen, no me animo a pasar descarnadamente, quiero decir: desprovisto de la carnadura que sostiene la nostalgia, por calle Córdoba a la altura del 1800. Pleno Paseo del Siglo.
Cuando el Estado decidió desprenderse de las emisoras radiales, parte de cadenas de radioemisoras del Estado, la vieja LT2 cambió de lugar, la vieja LT8 se movió unos pasos y LT3 se quedó quieta. El viejo edificio de LT8, apenas unos pasos más hacia el centro fue y es un edificio. Fue el primer negocio inmobiliario con una casa que era del aire, del aire de una radio. A su lado ese adefesio rarísimo que alguien encargó, otro aprobó y fue la casa de tantos durante mucho tiempo. A todos recibió ese sitio donde las paredes son testigos ante cualquier escribano con imaginación. Que los hay.
Una emisora radial no es sino las voces que salen al aire, voces que los cables, las máquinas, los técnicos y los empleados sostienen, a cada quien con lo suyo.
En LT8 todos estuvimos alguna vez, y de un modo que nadie entiende todos somos parte: el pasado efímero, perdido pero inatajable. Hay acuerdos de partes. Nos vemos en la esquina o en el bar que queda "a la vuelta". Nos vemos cuando salimos, esperame en la puerta. Un edificio es un punto de referencia.
En la zona donde está es tierra donde no hay más tierra y, como decía Mark Twain: "Compren tierra, que ya no se fabrica". Han fabricado tierra donde ya no había más. Vaya a saber a qué costo el m2 de alguna construcción que actualizará cables, cocheras, agua, gas, todo lo que hace a un edificio. En el que estaba ya nada se podía hacer. Se había quedado impregnado de ilusiones, peleas, mensajes publicitarios y campañas políticas.
Dos jingles, uno de ellos de Carlos Ceretti ("eleteocho, ocho, ocho, siempre te escucho mucho, mucho") y "eleteocho, la voz que siempre está", sirven para certificar las dos cosas, la audiencia y que siempre es parte de nosotros. Aquellas paredes no, el sistema de entradas y salidas de sus estudios menos que menos. Tampoco estarán más esos ecos que Manzi los definió: guardan ecos del eco de tu voz.
Aún trabajo en LT8. En su nuevo sitio. Con el mismo entusiasmo que todos. Y los que escuchan tienen las mismas ganas. Nada altera la relación emisión audiencia. Algo, sin embargo, desaparece sin abuelas ni museos que la sostengan. No demuelen paredes, se llevan con los escombros nostalgias intestinas de una ciudad. No es el mejor verso, pero una canción dice: "Es la vida que me alcanza". Algo de eso hay. Mejor: es todo lo que hay.